Estado de la naci¨®n
Urge un consenso b¨¢sico frente a la emergencia econ¨®mica que presenta dos caras: excelentes datos de PIB y paro e inquietante inflaci¨®n e incertidumbre
El debate sobre el estado de la naci¨®n que empieza el martes llega en un momento pol¨ªtico singular y econ¨®micamente preocupante. Por eso mismo, constituye una gran oportunidad para que todos sus protagonistas hagan un esfuerzo de realismo, responsabilidad y capacidad de acuerdo; por el bien de esa ciudadan¨ªa que, en tiempo de turbaci¨®n, necesita recuperar la confianza en sus dirigentes y afianzar sus expectativas ante el futuro inmediato...
El debate sobre el estado de la naci¨®n que empieza el martes llega en un momento pol¨ªtico singular y econ¨®micamente preocupante. Por eso mismo, constituye una gran oportunidad para que todos sus protagonistas hagan un esfuerzo de realismo, responsabilidad y capacidad de acuerdo; por el bien de esa ciudadan¨ªa que, en tiempo de turbaci¨®n, necesita recuperar la confianza en sus dirigentes y afianzar sus expectativas ante el futuro inmediato sobre fundamentos consistentes.
En lo pol¨ªtico se registra un vaiv¨¦n in¨¦dito en la legislatura. De un lado, la consolidaci¨®n de una nueva direcci¨®n al frente del Partido Popular, que ha sabido recuperar terreno y ser percibido por vez primera como alternativa ¡ªaunque con la necesidad de apoyos externos¡ª. De otro, la coalici¨®n de Gobierno ha realizado ya una ingente labor reformista, pero cuyo impacto en cerrar brechas sociales y remover obst¨¢culos estructurales no termina de ser percibido por la sociedad. Esto es as¨ª por la inquietud sobre el futuro econ¨®mico y por el ruido de las discrepancias internas de la coalici¨®n, pero sobre todo por el efecto devastador de la inflaci¨®n en la cesta de la compra.
Como la econom¨ªa es ahora la primera preocupaci¨®n ciudadana, pero tambi¨¦n el principal activo del Gobierno y la palanca con que la oposici¨®n quiere erosionar su labor, parece evidente que hay que exigir a cada fuerza que hilvane desde su posici¨®n sus argumentos para alcanzar un diagn¨®stico solvente, ni polarizado, ni oportunista.
Desde la ¨®ptica de este peri¨®dico, la situaci¨®n es de emergencia ¡ªpor su especial car¨¢cter bifronte e incierto¡ª y requiere respuestas de peso. En el lado positivo de la balanza, se mantiene un crecimiento notable del PIB en torno al 4% (solo un punto menos que en 2021), algo inigualado desde la Gran Recesi¨®n de 2008, y que organismos y expertos pronostican que va a continuar este a?o. El empleo marca r¨¦cords hist¨®ricos, con m¨¢s de 20 millones de afiliados en la Seguridad Social y, al fin, menos de tres millones de parados. Y se han superado las anteriores fases cr¨ªticas (pandemia y recuperaci¨®n pospand¨¦mica) sin perjuicio del mercado laboral, de la vitalidad empresarial y de la cohesi¨®n social.
El lado negativo de la balanza pesa enormemente en el estado de opini¨®n. La sensaci¨®n (y la realidad) de que la cabalgada de los precios contrae poder adquisitivo, salarios, ahorros y riqueza es acuciante. Se trata de un fen¨®meno importado casi en su totalidad, por el alza internacional de los precios energ¨¦ticos y de otras materias primas y productos b¨¢sicos, y al que hay que a?adir la angustia ante el incierto devenir de la guerra de Vlad¨ªmir Putin contra Ucrania, que se promete de desgaste y que influye con fuerza en los problemas econ¨®micos mundiales: de prolongarse mucho tiempo tender¨¢ a agravarlos, especialmente para Europa, dada su proximidad y su dependencia de algunos suministros rusos.
Si esto es as¨ª, hay que reclamar a las distintas fuerzas que ni exageren, ni tampoco ignoren esa naturaleza dual de la coyuntura. Har¨¢ bien el Gobierno en subrayar la expansi¨®n econ¨®mica: pues es real, y no ficci¨®n. Pero sin difuminar las crecientes, fuertes y dram¨¢ticas amenazas de los precios y de las incertidumbres de origen internacional. Al rev¨¦s, profundizando en su respuesta, ampliando su alcance y su visibilidad, con el firme compromiso de hacer todo lo que sea necesario para proteger la econom¨ªa, mantener la cohesi¨®n y cuidar de los m¨¢s vulnerables. Y recibiendo m¨¢s a la oposici¨®n ¡ªincluido a su jefe¡ª para buscar alg¨²n grado real de concertaci¨®n.
Har¨¢ bien la oposici¨®n en subrayar lo que considere errores de c¨¢lculo, de firmeza o de ritmo en la acci¨®n del Gobierno: para eso est¨¢, para controlarlo. Pero m¨¢s a¨²n deber¨¢ renunciar al catastrofismo que supone la profec¨ªa de una ¡°profund¨ªsima crisis econ¨®mica¡±, pues no hay ni certeza de ese escenario ¡ªcomo ha recordado la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal¡ª, ni es inevitable. Lanzar esta bomba resulta irresponsable, imprudente e inmoral, porque contribuye a precipitar ese l¨²gubre escenario: es un anuncio proc¨ªclico, que incentiva la peor de las posibilidades, aunque sea remota y solo contemplable en el marco de una grave y prolongada recesi¨®n europea, hoy por hoy descartable. Am¨¦n de criticar, es tambi¨¦n obligaci¨®n de una oposici¨®n de Estado plantear propuestas viables.
Los socios del Gobierno y sus aliados deber¨ªan anotarse nuevas exigencias ante el momento que vivimos. Sin negar los distintos acentos leg¨ªtimos en pol¨ªtica interior, asuntos territoriales, inmigraci¨®n o compromisos internacionales, convendr¨ªa que sopesasen la conveniencia de primar la agenda econ¨®mica y social, justo porque constituye la prioridad de los ciudadanos. Y evitar que las discrepancias se conviertan en disonancias; las diferencias, en ruido, y todo esto en una pat¨¦tica sensaci¨®n de divisi¨®n y desgobierno. Es lo que contribuye a debilitarlo, a cuestionar el tramo final de la legislatura, y la posible reedici¨®n de este Gobierno: lo contrario de una estrategia adecuada para reconstituir y reforzar la confianza ciudadana y superar la emergencia.
Las responsabilidades exigibles no se circunscriben al poder (y al contrapoder, que es otra forma de poder) pol¨ªtico. Alcanzan a la sociedad civil organizada, sustantivamente a los agentes econ¨®micos y sociales. Sobre ellos recae la viabilidad de alcanzar un pacto de rentas, de salarios y dividendos: el mejor instrumento para limitar el alza de precios y asegurar la equidad de respuestas ¨¢giles a una situaci¨®n cambiante.
Pero no solo a ellos. El poder de la riqueza individual, familiar y corporativa ¡ªen s¨ªntesis, la influencia de ricos y famosos¡ª deber¨ªa remar a favor del esfuerzo colectivo: para repartir mejor sus cargas y evitar la necesidad de sacrificios excesivos. Sucede con frecuencia en otros pa¨ªses avanzados, en Escandinavia o Estados Unidos ¡ªvimos en 2019 a una veintena de multimillonarios pedir en este pa¨ªs que les subieran los impuestos a ellos¡ª, y no se entiende el estruendoso silencio que el grueso de este segmento practica entre nosotros.