Ayuso y el populismo
La altura del desaf¨ªo que tenemos es tan grande como la mezquindad, tan manifiesta, de esa nueva derecha ultra que puede gobernar
El mundo nuevo que despierta tras la covid y el crimen de Vlad¨ªmir Putin precisa de un lenguaje nuevo. Pero las viejas etiquetas contin¨²an aqu¨ª, y seguimos, por ejemplo, llamando a todo ¡°populismo¡±, lo que habla de nuestras dificultades para nombrar lo que ocurre. Otro ejemplo: leo que Isabel D¨ªaz Ayuso es populista al decir que poner un impuesto a las el¨¦ctricas es pon¨¦rselo en realidad a los consumidores. As¨ª que releo, y lo cierto es que la formulaci¨®n de la presidenta de la Comunidad de Madrid contiene ...
El mundo nuevo que despierta tras la covid y el crimen de Vlad¨ªmir Putin precisa de un lenguaje nuevo. Pero las viejas etiquetas contin¨²an aqu¨ª, y seguimos, por ejemplo, llamando a todo ¡°populismo¡±, lo que habla de nuestras dificultades para nombrar lo que ocurre. Otro ejemplo: leo que Isabel D¨ªaz Ayuso es populista al decir que poner un impuesto a las el¨¦ctricas es pon¨¦rselo en realidad a los consumidores. As¨ª que releo, y lo cierto es que la formulaci¨®n de la presidenta de la Comunidad de Madrid contiene esa extra?a aglomeraci¨®n de elementos que es ya un cl¨¢sico de esta nueva derecha tan dura y en ascenso, su titiritera combinaci¨®n de neoliberalismo, refuerzo de la moral tradicional ¡ªincluido el conservadurismo cristiano¡ª y libertarismo estigmatizador del Estado, que usa para atacar con fiereza la igualdad desde su supuesta (y nefasta) defensa de la libertad. No es ya populismo, o no solo. Piensen en lo que hace el Tribunal Supremo de Estados Unidos: restaurar el orden conservador de la Arcadia feliz, las buenas familias ortodoxas y heterosexuales, con las mujeres y las minor¨ªas en su sitio, tambi¨¦n en nombre de la libertad.
La reacci¨®n proteccionista de los gobiernos y el fortalecimiento del rol del Estado durante la pandemia no ha hecho, ni mucho menos, que la derecha se desubique ideol¨®gicamente. Lo cierto es que ha conseguido rearmarse discursivamente desde esa amalgama de elementos dispares y de extra?as contradicciones que apenas se perciben al presentarse bajo el palio santo de la defensa de la libertad. El respaldo a la autoridad y la moral tradicionales se hace desde un discurso gamberro, rebelde, a veces deliberadamente amoral e irrespetuoso. Al tiempo que critican los excesos y el relativismo de la izquierda woke, rechazan sin sonrojo las consignas de la ciencia y la raz¨®n gestionando una ciudad desde el puro negacionismo clim¨¢tico. Como Ayuso, otros guardianes de la tradici¨®n tampoco ven indecente que el¨¦ctricas o petroleras se beneficien de un contexto excepcional que les aporta ping¨¹es beneficios mientras se siguen pidiendo sacrificios a los m¨¢s vulnerables. Su interesado negacionismo est¨¢ dise?ado para impedir que entendamos la urgencia de que los ingresos que se obtengan v¨ªa fiscal de estas empresas se destinen a acelerar la transici¨®n energ¨¦tica. Tambi¨¦n Joe Biden intenta sacar un plan de recuperaci¨®n social y ecol¨®gica ligado a una necesaria reforma de la fiscalidad de las multinacionales. Son los republicanos quienes obstaculizan el camino. Pero Putin, y antes la pandemia, ofrecen tambi¨¦n a los gobiernos de las democracias occidentales una situaci¨®n que combina riesgo y oportunidad. La guerra nos muestra la t¨®xica dependencia de las energ¨ªas f¨®siles, tambi¨¦n en t¨¦rminos de vulnerabilidad democr¨¢tica, y es posible dar una respuesta que amortig¨¹e la inflaci¨®n e impulse la agenda verde. Pero, lamentablemente, la altura del desaf¨ªo que tenemos es tan grande como la mezquindad, tan manifiesta, de esa nueva derecha ultra que puede gobernar.