El d¨ªa que Rafael Caro Quintero confes¨® que se entregar¨ªa
Me reun¨ª con ¨¦l cuatro veces en el Tri¨¢ngulo Dorado. En 2018, el capo reconoci¨® que podr¨ªa entregarse a las autoridades mexicanas
Durante los nueve a?os que Rafael Caro Quintero vivi¨® en la clandestinidad, pr¨®fugo de la justicia, me reun¨ª con ¨¦l cuatro veces en cuatro locaciones diferentes en el Tri¨¢ngulo Dorado. La misma zona de la voluptuosa Sierra Madre Occidental que fue su techo y lecho en sus a?os de fugitivo y donde termin¨® siendo detenido por la Secretar¨ªa de Marina el 15 de julio pasado, justo seis a?os despu¨¦s de nuestro primer encuentro.
Sobre su rocambolesca personalidad como l¨ªder del otrora poderoso cartel de Guadalajara, su innovadora visi¨®n criminal en la siembra de marihuana y su violencia salvaje se hab¨ªan escrito cientos de p¨¢ginas e informes, pero conocerlo frente a frente en un intenso intercambio de preguntas y respuestas sin condiciones era otra cosa.
Pese a que la DEA ofrec¨ªa por su cabeza una recompensa de cinco millones de d¨®lares ¡ªque despu¨¦s ascendi¨® a 20 millones¡ª era una ocasi¨®n sin precedentes hablar con un super boss del narcotr¨¢fico: de sus inicios en el mundo criminal, su ¨¦poca de mayor poder; del homicidio del agente de la DEA Enrique Camarena, ocurrido en 1985; de Dios, el amor, la familia y la muerte.
El ¨²ltimo de los cuatro encuentros ocurri¨® a principios de enero de 2018, cuando finalizaba el sexenio de Enrique Pe?a Nieto y el entonces candidato de izquierda a la presidencia, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, quien iba adelante en las preferencias electorales, plante¨® un programa de amnist¨ªa para personas dedicadas al narcotr¨¢fico.
Fue entonces cuando Rafael Caro Quintero, con mi c¨¢mara apunt¨¢ndole al rostro, reconoci¨® que ten¨ªa una situaci¨®n grave de salud. Ya su m¨¦dico me hab¨ªa dicho que ten¨ªa problemas con la pr¨®stata que pod¨ªan derivar en c¨¢ncer y que no ten¨ªa f¨¢cil acceso a medicinas por su condici¨®n de tr¨¢nsfuga. As¨ª, enfermo, fue que inesperadamente anunci¨® que estaba dispuesto a entregarse.
¡ª?Usted estar¨ªa de acuerdo en hacer un pacto con el Gobierno de M¨¦xico?¡ª pregunt¨¦ a Caro Quintero en el contexto de la propuesta de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador.
¡ª?Qu¨¦ clase de pacto?¡ª dijo mir¨¢ndome con inter¨¦s.
¡ª?Usted ha pensado en entregarse?
¡ªMientras est¨¦n las cosas as¨ª como est¨¢n no¡ª dijo abriendo la posibilidad.
¡ª?En qu¨¦ condiciones se entregar¨ªa usted?
¡ªQue me respetaran mis derechos, no que me los est¨¦n pisoteando como lo est¨¢n haciendo, a todos mis coacusados les dieron los beneficios. ?A m¨ª por qu¨¦ no me los han dado? Fonseca gan¨® la extradici¨®n, ?por qu¨¦ a m¨ª me la tienen parada? ¡ªdijo Caro Quintero y aument¨® el tono de voz molesto¡ª ??Las leyes no son parejas?! ?Nom¨¢s porque soy Rafael Caro Quintero!
Su intenci¨®n de entregarse qued¨® in¨¦dita hasta ahora. Meses despu¨¦s de aquella entrevista L¨®pez Obrador se convirti¨® en el presidente de la pol¨ªtica p¨²blica de ¡°abrazos y no balazos¡± para combatir el narcotr¨¢fico.
De ¡°Pr¨ªncipe¡± a mendigo
Caro Quintero nacido en La Noria, Sinaloa un d¨ªa de octubre de 1952, tuvo su ¨¦poca de oro en la d¨¦cada de los ochenta en la que era conocido como El Pr¨ªncipe. Junto con sus socios Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, y Miguel Angel F¨¦lix Gallardo, el Jefe de jefes, lideraba el cartel de Guadalajara y era amo y se?or de la macabra fiesta de narcotr¨¢fico. Mientras inundaban las calles de Estados Unidos con coca¨ªna, hero¨ªna y marihuana, en M¨¦xico Caro Quintero y su clan eran protegidos por autoridades de todos los niveles, incluyendo presidentes, secretarios de Estado, gobernadores, pol¨ªticos, militares y polic¨ªas.
Todo iba a lo grande hasta que en 1985 les bajaron el interruptor tras el secuestro, tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena y del piloto mexicano Alfredo Zavala. Las autoridades que les daban protecci¨®n se les voltearon d¨¢ndoles cacer¨ªa. El enojo y la presi¨®n del Gobierno de Estados Unidos fue tal que cambi¨® para siempre la relaci¨®n bilateral entre ambas naciones en materia de combate a las drogas.
Fue en ese contexto, por la presi¨®n de los americanos que El Pr¨ªncipe, Don Neto y el Jefe de Jefes fueron detenidos en la plenitud de su vida ¡ªCaro Quintero no pasaba de los 33 a?os¡ª y se hicieron viejos tras las rejas.
Caro Quintero y Fonseca pasaron 24 a?os sin ser sentenciados hasta que finalmente en 2009 un juez les dict¨® una condena de 40 a?os de prisi¨®n por la muerte de Camarena y de otros dos ciudadanos americanos. Pero la suerte dio un golpe de tim¨®n y en 2013 otro juez orden¨® la liberaci¨®n de El Pr¨ªncipe al considerar que hubo fallas procesales.
Tras 28 a?os de prisi¨®n, a los 60 a?os Caro Quintero fue liberado. Pero a los pocos d¨ªas el Gobierno de M¨¦xico volvi¨® a girar una orden de arresto en su contra para que regresara a la c¨¢rcel a cumplir los 12 a?os de condena que le faltaban.
Dos d¨ªas y dos noches con Caro Quintero
En julio de 2016, el capo envi¨® un emisario a la revista Proceso porque quer¨ªa contactarme. Yo acept¨¦ reunirme con ¨¦l si era para una entrevista. As¨ª, viaj¨¦ con un camar¨®grafo del semanario a Culiac¨¢n y luego fuimos llevados a una casa ubicada en una rancher¨ªa del Tri¨¢ngulo Dorado. A¨²n era de d¨ªa.
Espigado y delgado como una torre de 1,80 metros de estatura, ten¨ªa el cabello perfectamente cortado y te?ido de negro. El rostro bronceado por el sol de la sierra hac¨ªa resaltar su reluciente dentadura que se asomaba entre los labios que sonre¨ªan. No parec¨ªa un hombre en bonanza ni particularmente poderoso. Si alguna vez fue alguien que inspiraba terror ese d¨ªa lo ocult¨® perfectamente, o ser¨ªa que los 28 a?os de c¨¢rcel hab¨ªan logrado domesticarlo.
Estaba muy nervioso, extremadamente, cruzamos apenas unas palabras y miraba a cada momento el entorno como quien quiere seguir escapando como b¨®lido. Cuando el camar¨®grafo pregunt¨® si pod¨ªa montar su c¨¢mara, Caro Quintero recul¨® y dijo que solo era una conversaci¨®n, no una entrevista. Le respond¨ª que eso no era lo acordado y que no hab¨ªamos viajado tan lejos arriesgando nuestra propia integridad para eso. No hubo forma de hacerlo sentarse ante la c¨¢mara, ni siquiera de grabar en audio la pl¨¢tica.
Hubo una despedida en t¨¦rminos cordiales pero se respiraba la frustraci¨®n mutua en el aire. Al d¨ªa siguiente, en Culiac¨¢n, fuimos contactados de nuevo para verlo, y esta vez s¨ª para dar la entrevista prometida. Fue el segundo encuentro que tuve con ¨¦l.
Pasamos cerca del primer punto donde hab¨ªa sido el primer encuentro pero nos internamos a¨²n m¨¢s en la monta?a. Atravesamos un par de r¨ªos y llegamos a una casa blanca casi abandonada en medio de la nada. La vivienda ten¨ªa las paredes encaladas y el piso de tierra. Hab¨ªa dos camas, una mesa coronada con una imagen de la virgen de Guadalupe iluminada por una veladoras cuya flama cortaba con sus rayos la oscuridad.
Ya hab¨ªa ca¨ªdo la noche, afuera entre las ramas de espesos ¨¢rboles revoloteaban blanqu¨ªsimas luci¨¦rnagas que se asemejaban a una lluvia de estrellas. De pronto entre la penumbra lleg¨® como fantasma Rafael Caro Quintero, ataviado con camisa, gorra azul y pantalones de mezclilla. La vestimenta estaba perfectamente limpia y planchada, pero no delataba alg¨²n lujo. Lo entrevist¨¦ por m¨¢s de una hora.
La tercera vez que lo vi fue una ma?ana debajo de un ¨¢rbol, cruzando un r¨ªo al que llegu¨¦ transportada en cuatrimoto. Estaba vestido como campesino, inocuo. Yo quer¨ªa informaci¨®n sobre los avances del libro que supe con certeza estaba escribiendo y del cual todav¨ªa quiero conocer su contenido. Fue una conversaci¨®n muy breve, estaba profundamente agitado, mirando al cielo.
En 2017, supe que Caro Quintero estaba enfermo de la pr¨®stata, como suele ocurrir a hombres de su edad. Habl¨¦ personalmente con uno de los m¨¦dicos que lo atend¨ªa en una cl¨ªnica de Culiac¨¢n, quien habl¨® de la necesidad de que fuera sometido a una cirug¨ªa. Pero el fugitivo necesitaba un quir¨®fano ambulatorio y permanecer en cama al menos cinco d¨ªas. Un riesgo que no estaba dispuesto a correr por temor de que hubiese una redada mientras estaba convaleciente y no pudiese huir.
El cuarto y ¨²ltimo encuentro con Caro Quintero ocurri¨® una noche de enero de 2018. El punto de partida fue Mazatl¨¢n, Sinaloa, y recuerdo que el recorrido para llegar al encuentro fue todav¨ªa m¨¢s largo, ya que llegamos a un punto muy alto de la sierra, a un inmueble de mediano tama?o con aspecto de casa nueva y parcialmente amueblada. Su ubicaci¨®n estrat¨¦gica dominaba el paisaje y ayudaba a detectar cualquier movimiento de tropas o aeronaves.
Con el ocaso del sol, las monta?as parec¨ªan gigantes dormidos. S¨²bitamente en el paraje apareci¨® Caro Quintero. Yo era la ¨²nica mujer entre ¨¦l y su grupo de seguridad. Estaba particularmente molesto. Yo quer¨ªa confrontarlo con los nuevos se?alamientos del Gobierno de Estados Unidos que aseguraban que segu¨ªa traficando droga.
¡°?Quien lo diga miente! ?Quien lo diga miente! Miente quien lo diga, no me interesa quien lo diga, ?Miente!¡±, dijo visiblemente molesto sobre las acusaciones del Gobierno de Estados Unidos y M¨¦xico de que estaba activo en el narcotr¨¢fico. ¡°Mire, yo no soy l¨ªder de ning¨²n cartel¡¡±
¡ªEst¨¢ aqu¨ª el informe donde lo acusan¡ª lo increp¨¦ mostr¨¢ndole un informe de la DEA.
¡ªS¨ª, s¨ª, s¨ª osea yo no he vuelto a las drogas, ni voy a volver nunca. Eso que est¨¢n diciendo ?miente quien lo diga! ?Est¨¢ mintiendo!
Ah¨ª, teniendo a Caro Quintero frente a m¨ª, me parec¨ªa incre¨ªble el riesgo que corr¨ªa al dar una entrevista para asegurar su inocencia.
¡°Mire, m¨¢s bien lo que quiero es que me dejen en paz. Ya si la opini¨®n p¨²blica me quiere creer pues qu¨¦ bueno, pero si no, pues mis respetos, ellos sabr¨¢n ?Me entiende? Yo quiero quedar bien conmigo, ?conmigo! No con otra gente¡?No estoy trabajando, que quede bien claro! Fui narcotraficante hace 23 a?os, ya no lo soy y no lo voy a ser tampoco. Si otra gente se maneja con mi nombre ?C¨®mo la puedo hacer para callarlos? Yo no puedo salir y decir ?c¨¢llense pues, no me est¨¦n mentando! ?O quieren que me ponga a matar gente para que se callen?...¡±, dijo alzando la voz.
The old man
Contrario a lo que ¨¦l aseguraba, cuatro meses despu¨¦s, en abril de 2018 el Departamento de Justicia de Estados Unidos present¨® una nueva acusaci¨®n criminal en su contra en la Corte de Distrito Este de Nueva York bajo el expediente 1:15-cr-00208. Ya no por el viejo caso del homicidio de Camarena, por el cual Caro Quintero no puede ser juzgado dos veces seg¨²n las leyes mexicanas, sino que lo acusa junto con su sobrino Ismael Quintero Arellanes, alias Fierro, de ser uno de los l¨ªderes del Cartel de Caborca y de haber tenido una carrera criminal continua de 1980 hasta al menos 2018. Aseguran que bajo el apodo Don Rafa y/o The old man lidera el cartel de Caro Quintero, con el cual trafica m¨²ltiples toneladas de hero¨ªna, metanfetaminas, marihuana y coca¨ªna hacia Estados Unidos.
En la actualizaci¨®n de la acusaci¨®n criminal, fechada el 7 de febrero de 2020, de la cual tengo copia, se afirma que la organizaci¨®n de Caro Quintero ¡°usa la corrupci¨®n como principal m¨¦todo para alcanzar sus metas¡±.
Se afirma que su organizaci¨®n cuenta con personal de seguridad, sicarios que cometen diversos actos de violencia como asesinatos, asaltos y secuestros; dice que hay jefes de plaza que controlan diversos territorios ¡ªno se especifica cu¨¢les¡ª y veh¨ªculos de transporte y tripulaci¨®n de barcos, pilotos y ch¨®feres de camiones de carga quienes transportan la droga y las ganancias que genera su venta.
Quintero Arellanes fue detenido en enero de 2020 en Culiac¨¢n, Sinaloa, y su extradici¨®n ya fue solicitada por la Corte de Distrito Este de Nueva York. Mientras que un tercer coacusado, Juan Nicholas Hindu Robles, fue detenido en febrero de 2016, firm¨® un acuerdo de culpabilidad en 2017 y fue sentenciado a 47 meses de prisi¨®n en 2019, condena que fue eliminada a petici¨®n del Gobierno de Estados Unidos para compensar su colaboraci¨®n, por lo que se presume que fue el delator de Caro Quintero.
Captura incre¨ªble
En las cuatro veces que me encontr¨¦ con Caro Quintero aprend¨ª cosas fundamentales sobre su esquema de seguridad: confiaba en contadas personas, todos familiares directos o indirectos; dicen que llevaba siempre una pistola fajada a la cintura aunque yo nunca la vi; y ten¨ªa desarrollado un sexto sentido para escuchar cualquier ruido fuera de lo normal. Miraba constantemente al cielo porque estaba seguro de que la DEA enviaba al Tri¨¢ngulo Dorado drones para cazarlo.
Siempre estaba custodiado por al menos dos o tres hombres armados las 24 horas del d¨ªa. La ¨²ltima vez que lo v¨ª, uno de ellos me narr¨® que su excesiva precauci¨®n lo llevaba al borde de la paranoia y a medianoche sol¨ªa despertar a sus escoltas y se pon¨ªan a caminar como sombras entre las peligrosas ca?adas. Por esa raz¨®n en m¨¢s de una ocasi¨®n Caro Quintero estuvo a punto de caer en el despe?adero.
Durante el d¨ªa prefer¨ªa manejarse con muy bajo perfil. Buscaba refugios discretos y se vest¨ªa como campesino para pasar desapercibido entre los lugare?os del Tri¨¢ngulo Dorado. Y como colof¨®n para su protecci¨®n, siempre llevaba atado al cuello dos escapularios: uno era un regalo de sus hijos mayores y el otro, una bendici¨®n de su madre. Son los mismos que se asoman en su cuello bajo la camisa azul que portaba en la foto filtrada por el Gobierno de su captura.
¡ªEl candidato presidencial Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, el candidato de Morena, ha hecho una propuesta de que ha ofrecido hacer un pacto con los principales carteles de la droga para darles amnist¨ªa. ?Qu¨¦ piensa usted de esta idea?¡ª le pregunt¨¦ a Caro Quintero en enero de 2018 ¡ª?Piensa usted que los jefes de los carteles de la droga aceptar¨ªan esto?, ?piensa que esto frenar¨ªa la violencia en M¨¦xico?
¡ªNo le sabr¨ªa decir hasta d¨®nde, pero ?por qu¨¦ no lo intentan?¡ª respondi¨® ¡ªColombia lo hizo, otros pa¨ªses a lo mejor lo han hecho, no estoy enterado. Colombia s¨ª porque yo estaba preso y miraba la televisi¨®n, que mucha gente se entreg¨®, ?por qu¨¦ no lo intenta M¨¦xico?¡
Fue cuando Caro Quintero me revel¨® que estar¨ªa dispuesto a entregarse si el Gobierno de M¨¦xico le permit¨ªa terminar de purgar su condena, 12 a?os m¨¢s de reclusi¨®n, en prisi¨®n domiciliaria como hasta este momento lo hace su coacusado Ernesto Fonseca Carrillo.
Hasta ahora, el Gobierno de M¨¦xico solo ha dicho que detuvo a Caro Quintero con una orden de arresto con fines de extradici¨®n, pero a¨²n no explica c¨®mo fue capturado, si opuso resistencia, si le decomisaron armas o droga y si fue detenido con los hombres que se encargaban de su seguridad las 24 horas del d¨ªa. Solo se ha filtrado la pintoresca an¨¦cdota de que fue un perro de la Marina, Max, quien supuestamente habr¨ªa encontrado al fugitivo entre unos matorrales perfectamente vestido con una inusual cazadora beige sobre una camisa de vestir azul, y con el cabello perfectamente te?ido y cortado, seg¨²n se ve por las bien delineadas patillas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.