En cayuco
Mientras algunos innovadores regalaban coartadas al esp¨ªritu reaccionario, confundiendo la raz¨®n de Estado con una raz¨®n de establo, don Quijote se hizo medieval para convertirse en un humanista partidario del progreso
Don Quijote no deja de sorprendernos. Cansado del medievalismo que pretend¨ªa reconquistar Espa?a en los inicios del siglo XVII, Cervantes invent¨® un personaje educado y lector. Pero en un quiebro del destino se le volvi¨® loco. ?poca de paradojas luminosas y de peros. Buscaba un individuo libre, capaz de decidir su propio destino frente a los dogmas religiosos, pero resulta que ...
Don Quijote no deja de sorprendernos. Cansado del medievalismo que pretend¨ªa reconquistar Espa?a en los inicios del siglo XVII, Cervantes invent¨® un personaje educado y lector. Pero en un quiebro del destino se le volvi¨® loco. ?poca de paradojas luminosas y de peros. Buscaba un individuo libre, capaz de decidir su propio destino frente a los dogmas religiosos, pero resulta que don Quijote us¨® su libertad para hacerse siervo, caballero medieval con los ojos vueltos a los c¨®digos de una honra trasnochada. Y, sin cansarse de sorprender, consigui¨® que su locura fuese ejemplo de dignidad humana, una continua apuesta de solidaridad con los menesterosos.
En cualquier tiempo, en cualquier sociedad justa o injusta, sagrada o moderna, hay gente buena y gente desalmada que utiliza la vida al servicio de su pragmatismo avaricioso. Las cuestiones del futuro nunca est¨¢n claras, son carne de un ca?¨®n ir¨®nico. Mientras algunos innovadores regalaban coartadas al esp¨ªritu reaccionario, confundiendo la raz¨®n de Estado con una raz¨®n de establo, don Quijote se hizo medieval para convertirse en un humanista partidario del progreso.
Descubro en Bata, la ciudad de Guinea Ecuatorial, una estatua de don Quijote en cayuco. Est¨¢ solo, de pie, sin Sancho, sin caballo, con un cargamento de libros y un remo largo en las manos. Los cl¨¢sicos viven porque nos permiten observarlos con nuestros ojos, forman parte del presente. Despu¨¦s de escuchar durante d¨ªas la lengua espa?ola en labios africanos, despu¨¦s de convivir con sus acentos, su sintaxis, su sonrisa, su orgullo, sus miedos y su piel, me impresiona este Quijote en cayuco, y no puedo eludir la confusi¨®n de identificar su barca con una patera. Don Quijote y su triste figura en ?frica, don Quijote de pie, remando en su cayuco, dispuesto a cruzar los mares camino de Europa. Don Quijote decidido a luchar contra los entuertos, salvar condenados y conmoverse, conmovernos, con el dolor de las v¨ªctimas.