Cervantes
El libro de Santiago Mu?oz Machado parece haber sido planeado a lo largo de toda una vida de averiguaciones y lecturas, a fin de saber en qu¨¦ sociedad y de qu¨¦ modo surgi¨® aquel libro que deslumbr¨® a Europa

Mi primera tentativa para leer Don Quijote de la Mancha fue un fracaso. Estaba todav¨ªa en el colegio y las palabras antiguas, que deb¨ªa consultar a cada paso en el diccionario, y las frases tan largas me confund¨ªan. Termin¨¦ por rendirme. A?os despu¨¦s, cuando estaba en la universidad, un precioso librito de Azor¨ªn, La ruta de Don Quijote, me incit¨® a intentarlo de nuevo. Esta vez s¨ª, lo le¨ª de principio a fin, gozando en cada frase y en cada p¨¢gina, con la historia de esa pareja dispar, el alargado caballero idealista, empe?ado en transformar la realidad para que se parezca a la de sus libros y sus sue?os, y su terrestre escudero, pragm¨¢tico y ventral, que trata de retener a su amo en la cruda realidad para que no se pierda en las nubes de su fantas¨ªa.
Todo es deslumbrante en este libro que simboliza, mejor que ning¨²n otro, la riqueza de nuestra lengua: la infinita variedad del espa?ol para expresar con todos los matices y variantes la condici¨®n humana, la fantas¨ªa que lleva a los seres humanos a transformar la vida y hacerla progresar; en otras palabras, la manera como la literatura nos defiende contra la frustraci¨®n, el fracaso y la mediocridad. El mundillo estrecho y provinciano de La Mancha por el que peregrinan el Quijote y Sancho se va convirtiendo, gracias al arrojo y a la voluntad del empe?oso caballero andante, en un universo de aventuras jocosas e ins¨®litas, donde la audacia, el absurdo y el humor se entreveran, impregnados de humanidad, para mostrarnos c¨®mo la imaginaci¨®n puede mutar el tedio en aventura, y convertir lo cotidiano en una peripecia inusitada en la que se alternan lo maravilloso, lo milagroso, lo pat¨¦tico, todas las mudanzas de que puede estar hecha la vida.
En las muy elogiosas y justificadas rese?as al reciente libro de Santiago Mu?oz Machado se dice que se trata de una nueva biograf¨ªa de Miguel de Cervantes. No hay tal cosa. En el libro se analizan las m¨¢s importantes biograf¨ªas de Cervantes, con sus aciertos y sus fallas, y, por ejemplo, Mu?oz Machado es mucho m¨¢s severo con Am¨¦rico Castro ¡ªEl pensamiento de Cervantes¡ª que lo que lo fueron los expertos que, al aparecer este libro, se atrevieron a criticarlo.
Si la covid no lo hubiera impedido, la primera pregunta que le hubiera hecho al director de la Academia Espa?ola, en el di¨¢logo que hubi¨¦ramos tenido, ser¨ªa ¨¦sta: ¡°?Lo planeaste as¨ª desde el principio? ?Leer esos centenares, acaso millares de libros, para tener una idea clara de c¨®mo y d¨®nde naci¨® el Quijote?¡± Porque lo m¨¢s extraordinario del Cervantes de Mu?oz Machado es que parece haber sido planeado para toda una vida de averiguaciones y lecturas, un trabajo de biblioteca interminable, a fin de saber en qu¨¦ sociedad y de qu¨¦ modo surgi¨® ese libro que, casi de inmediato, deslumbr¨® a Europa. No creo que haya un trabajo parecido por muchos a?os, capaz de equipararse con este an¨¢lisis en el que, pr¨¢cticamente, todas las manifestaciones de la sociedad espa?ola comparecen para explicarnos en qu¨¦ mundo y con qu¨¦ objetivos naci¨® el Quijote.
No exagero nada. El lector de este libro de m¨¢s de mil p¨¢ginas, y m¨¢s de 200 de notas bibliogr¨¢ficas, puede averiguarlo todo: el aparato legal que reinaba en Espa?a mientras Cervantes escrib¨ªa las aventuras del Quijote, y las fiestas populares, la extensi¨®n de la brujer¨ªa, la vida cultural en todas sus manifestaciones, y, por supuesto, los enredos y cr¨ªmenes de la Inquisici¨®n, as¨ª como la vida culta, de pintores, comediantes, actores y artistas, y la vida militar, a la sombra de la Corona. Todo est¨¢ all¨ª, pormenorizado y expuesto, con lujo de detalles, y narrado con ese lenguaje sencillo, claro, sin asperezas ni violencias, de Santiago Mu?oz Machado, tan cauto que parece hablar al o¨ªdo de las personas.
Entre las p¨¢ginas del libro, creo que es un gran acierto las dedicadas a las brujas. Van mucho m¨¢s all¨¢ que Las brujas y su mundo ¡ªel libro de Caro Baroja¡ª por su ferocidad y por su gracia, y por la rigurosa investigaci¨®n. All¨ª tenemos a ese inquisidor, convencido de que la bruja que juzga es una loca, enfrentado a esa fierecilla que le asegura que ¡°ha hecho el amor con el demonio¡± y que lo volver¨¢ a hacer, ¡°despu¨¦s de ser quemada¡±. Los inquisidores no tienen m¨¢s remedio que mandarla a la hoguera, ya que no logran convencerla de que todo eso que dice es pura fantas¨ªa.
Pero es en el campo cultural y literario donde Mu?oz Machado celebra sus mejores momentos. La verdad es que Cervantes padece lo indecible para encontrar personajes que auspicien su libro; no s¨®lo se niegan aquellos que ¨¦l elige; tambi¨¦n se resisten los poetas y artistas a los que pide poemas o textos que respalden su novela.
Y aqu¨ª viene la pregunta may¨²scula. Cervantes era un hombre sencillo y desgraciado, al parecer, desde muy joven. No sabemos gran cosa de su infancia. Cuando empezaba a vivir, un crimen, cierto o falso, lo saca de Espa?a y reaparece en Italia, en el s¨¦quito de un arzobispo. Como todos los humildes, se hace soldado. Y lucha en Lepanto contra el turco, cuando no deb¨ªa hacerlo, por la enfermedad que soportaba. Siempre estuvo orgulloso del arcabuzazo que le arruin¨® aquella mano. Y luego, debido a los secuestradores berberiscos, pas¨® cinco a?os en Argel, donde debi¨® sufrir lo indecible, sobre todo despu¨¦s de sus intentos de fuga. Lo salvaron, pagando su rescate, unos curas trinitarios. En Espa?a, trat¨® de ir a Am¨¦rica, y el Estado ni siquiera le contestaba las cartas. Es decir, todo en ¨¦l ocurr¨ªa de modo que fuera un ser resentido y dolido. Y, sin embargo, la generosidad y la hombr¨ªa de bien de Cervantes est¨¢n m¨¢s que aseguradas. Era un hombre generoso y sin dobleces, severamente preocupado por elevar la vida de sus conciudadanos. Un hombre bueno e idealista, sin duda. ?C¨®mo se explica ese contraste?
Y aqu¨ª va la ¨²ltima pregunta para Santiago Mu?oz Machado, quien ¡ªlo dice expresamente en su libro¡ª est¨¢ convencido de que el Quijote fue escrito por Cervantes para ¡°acabar con las novelas de caballer¨ªas¡±. ?Est¨¢s muy seguro de eso? Porque, la verdad, Cervantes hab¨ªa le¨ªdo tantas novelas de caballer¨ªas que nadie podr¨ªa negar que ten¨ªa cierta afici¨®n a ellas. En el Quijote hay innumerables muestras de tal cosa. Por supuesto que conoc¨ªa el Amad¨ªs de Gaula, y, por otra parte, hay una s¨ªntesis bastante exacta del Tirant lo Blanc, que, asegura Cervantes, ¡°es el mejor libro del mundo¡±. ?No se advierte en todo esto una cierta nostalgia? Por lo menos la ilusi¨®n de un mundo de orden y de formas, en el que la violencia humana encontrara una horma que la redujera y aplacara, un mundo, muy alejado del real, en el que todo estuviera previsto y establecido, de acuerdo a c¨®digos estrictos. Tal vez de este modo el ser humano pudiera ser humanizado y frenado en sus m¨²ltiples excesos, empezando por los de las guerras.
Cuando le¨ª por primera vez el Quijote llevaba un buen tiempo leyendo novelas de caballer¨ªas, en las cuales el formalismo y las maneras trataban de poner alg¨²n freno a los excesos de aquella ¨¦poca, convirtiendo a ese terrible mundo en una forma de minu¨¦. ?No era posible que, despu¨¦s de haber sufrido tanto en la vida, Cervantes lo hubiera buscado tambi¨¦n? Bajo el brillo de las espadas y la ferocidad de las contiendas, surg¨ªa un mundo de paz y de orden, de comportamientos estrictos, seg¨²n un plan r¨ªgido destinado a acabar con la espontaneidad en la que se vert¨ªan toneladas de sangre, rodaban cabezas y el mundo aparec¨ªa tal como es: podrido y sin remedio. ?No trataba el Quijote de poner fin, aunque fuera de manera ret¨®rica, a todo eso con las payasadas de un loco que so?aba con la vieja caballer¨ªa?
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