Extranjeros, carpinteros y corruptos
En otra entrega de ¡®Letras Americanas¡¯, el bolet¨ªn sobre literatura latinoamericana de EL PA?S Am¨¦rica, Emiliano Monge escribe sobre la violencia y la corrupci¨®n de la regi¨®n retratada por la literatura actual
Esta es la versi¨®n web de Letras Americanas, el bolet¨ªn de EL PA?S Am¨¦rica que recorre cada 15 d¨ªas las novedades de R¨ªo Bravo a la Tierra del Fuego. Para recibirlo cada domingo puede suscribirse en este enlace.
¡°Como escritor, parecer¨ªa usted estar obsesionado con la violencia¡±, asever¨® hace a?os un famoso entrevistador enviado por The Paris Review a casa de William Faulkner.
¡°Aseverar eso es tan est¨²pido como decirle a un carpintero que est¨¢ obsesionado con su martillo¡±, respondi¨® el viejo escritor, que no deb¨ªa estar del mejor de los humores, sentenciando el asunto y dejando ver, de paso, en aquel pu?ado de palabras, el coraz¨®n mismo de su quehacer.
Los carpinteros, sin embargo, podr¨ªa haber atajado el entrevistador si no se hubiera visto sorprendido por la virulencia de la respuesta de su entrevistado, poniendo como ejemplo, adem¨¢s, a aquel tablajero con el que arranca Mientras agonizo ¡ªjunto con El ruido y la furia, me parece, el libro de Faulkner que m¨¢s impacto ha tenido en nuestras literaturas¡ª, es decir, a aquel hombre que da forma al caj¨®n en el que reposar¨¢ la madre de la familia, aunque despu¨¦s de cruzar los Estados Unidos dentro de ese mismo ata¨²d y en calidad de fresco cad¨¢ver, no s¨®lo poseen y est¨¢n obsesionados con su martillo.
Es decir, deber¨ªa haber continuado el entrevistador, si no se hubiera empeque?ecido, si se hubiera dejado enfurecer ante las pulgas del que, seguramente y con perd¨®n de James Joyce y Virginia Woolf, antes de ¨¦l, y de Malcolm Lowry, Ursula K Leguin y Cormac McCarthy, despu¨¦s, sea el escritor en lengua inglesa que m¨¢s influy¨® sobre nuestras coordenadas a lo largo del siglo XX ¡ªGarc¨ªa M¨¢rquez lo dijo de otra manera: ¡°El m¨¦todo faulkneriano es muy eficaz para contar la realidad latinoamericana. Es decir, nosotros est¨¢bamos viendo esta realidad y quer¨ªamos contarla y sab¨ªamos que el m¨¦todo de los europeos no serv¨ªa, ni el m¨¦todo tradicional espa?ol; y de pronto encontramos el m¨¦todo faulkneriano, adecuad¨ªsimo para contar esta realidad. En el fondo, no es raro porque el condado de Yoknapathawpa tiene riberas en el caribe; as¨ª que de alguna manera Faulkner es un escritor del Caribe, un escritor latinoamericano¡±¡ª.
Pero volvamos algunas l¨ªneas m¨¢s arriba: es decir, dec¨ªa que deber¨ªa haber dicho el entrevistador de haberse puesto valiente, los carpinteros tienen otras herramientas con las que est¨¢n igualmente obsesionados. El cepillo y el serrucho, por ejemplo. O la cinta m¨¦trica, el nivel, las escuadras, las cu?as y ni qu¨¦ decir de los clavos. Claramente, eso es a¨²n m¨¢s est¨²pido, habr¨ªa respondido Faulkner, entonces: puede ser que est¨¦n obsesionados, los carpinteros, con el serrucho y el cepillo, pero con la cinta m¨¦trica, el nivel y las escuadras, no. Es m¨¢s, un buen carpintero no necesita estas ¨²ltimas, porque puede suplirlas con el oficio, igual que un buen escritor elige a ojo el arco de su narraci¨®n, el balance de aquello que cuenta y los soportes de la historia. Con respecto a los clavos y las cu?as, el asunto es totalmente distinto. Y es que, al quedar ah¨ª, al formar parte de la obra final, f¨ªsicamente, se vuelven material, lo mismo que la madera y el pegamento. Los clavos y las cu?as son, pues, lo que son las palabras y los silencios.
Las otras herramientas
Si aceptamos que la violencia es el martillo ¡ªuno escucha retumbar sus golpes, que pueden alcanzar distintos tonos, as¨ª como ser causados tanto por el choque material como por el emocional, desde Tomochic hasta Pedro P¨¢ramo y Los recuerdos del porvenir, desde el Mart¨ªn Fierro hasta Los siete locos y Zama, pero tambi¨¦n en obras mucho m¨¢s recientes como Racimo, de Diego Z¨²?iga, La desaparici¨®n del paisaje o Miles de ojos, de Maximiliano Barrientos, Nefando, de M¨®nica Ojeda, Las aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabez¨®n C¨¢mara o Mapa de otros mundos, de Rodrigo Fuentes¡ª, ?cu¨¢les ser¨ªan ese serrucho y ese cepillo con los que los escritores tambi¨¦n podr¨ªamos estar obsesionados? Olvid¨¢ndonos del periodista, de Faulkner y de las influencias de otras lenguas en la nuestra, es decir, atendiendo a las coordenadas que interesan en esta newsletter, una respuesta ¡ªaunque claro, habr¨¢ muchas otras tan correctas como esta¡ª podr¨ªa ser la corrupci¨®n y el despojo. Corrupci¨®n y despojo, asuntos que, como la violencia, nos han obsesionado desde la Brev¨ªsima relaci¨®n de la destrucci¨®n de las Indias y los Comentarios reales de los incas del inca Garcilaso de la Vega y cuyos rechinidos y chirriares se escuchan en libros tan recientes como Huaco retrato, de Gabriela Wiener, Guerras del interior, de Joseph Z¨¢rate, Roza tumba quema, de Claudia Hern¨¢ndez y, otra vez, pero no por casualidad, Mapa de otros mundos, de Rodrigo Fuentes, novela que vio la luz recientemente en Guatemala y que, m¨¢s all¨¢ de la violencia y del despojo, es un verdadero fresco de la corrupci¨®n.
Centr¨¦monos, entonces, por eso, en el serrucho y dejemos de lado el cepillo, como hicimos con el martillo, es decir, de un solo golpe, o como hicimos, tambi¨¦n de un solo golpe, con el periodista, con Faulkner y con las influencias de otras lenguas ¡ªantes, adem¨¢s, de complicarnos a¨²n m¨¢s y empezar a hablar de las influencias de otras lenguas y de Clarice Lispector, Witold Gombrowicz o Andr¨¦ Breton¡ª. Centr¨¦monos, dec¨ªa, en la corrupci¨®n, pues sobre el despojo hablaremos, claro, en alguna otra entrega de estas Letras americanas¡ª, para enfocar as¨ª la novela de Rodrigo Fuentes, asumiendo, como hace el autor guatemalteco, que, al igual que en la met¨¢fora de la violencia, la corrupci¨®n no es tan solo un suceso puntual y en el campo de lo material, sino que es un acontecimiento que se alarga en el tiempo y que tiene lugar, tambi¨¦n, en el campo de lo cultural, las emociones y las identidades. Y es que ese tipo de corrupci¨®n, que parte de lo econ¨®mico y de lo pol¨ªtico para infectar lo moral e incluso lo religioso y que de alg¨²n modo parte, tambi¨¦n, del ¨¢mbito privado para infectar el de lo social y volver despu¨¦s como bumer¨¢n que golpea, otra vez, lo privado y lo social, en un ciclo sin fin, as¨ª como fue una obsesi¨®n para las literaturas virreinales, de los siglos de las independencias y, c¨®mo no, del siglo XX ¡ªa finales del cual se desdobl¨® hasta alcanzar g¨¦neros tan diversos como la novela hist¨®rica, el realismo m¨¢gico, la novela negra y la ficci¨®n especulativa¡ª, es la obsesi¨®n que da lugar a Mapa de otros mundos.
Mapa de otros mundos
En Mapa de otros mundos Rodrigo Fuentes cuenta dos historias: la del choque de la corrupci¨®n con un pa¨ªs que es el suyo y la del choque de la corrupci¨®n con una familia que es la suya. Dicho de otro modo: la historia de c¨®mo impacta la corrupci¨®n a una intimidad y la de c¨®mo impacta a una naci¨®n. Para hacerlo, confecciona una caja dentro de otra, al interior de la cual hay una m¨¢s: la primera contiene la historia de su padre, ex ministro detenido tras ser indiciado junto con todo un gabinete por el supuesto desv¨ªo de fondos en un proyecto de transporte; la segunda cuenta la historia de su abuelo ¡ªasesinado por orden del dictador Romeo Lucas Garc¨ªa¡ª, a trav¨¦s de las voces de la t¨ªa y de la madre del autor, y la tercera cuenta la del propio autor, que de golpe se encuentra ante un doble abismo, es decir, ante un precipicio y un risco insalvable: el posible encarcelamiento de su padre y las dudas que nacen dentro de ¨¦l, el autor, ante una lucha en la que cre¨ªa ciegamente: los procesos anticorrupci¨®n de la CICIG.
Lo que vuelve poderosa y memorable a la novela de Fuentes, sin embargo, no es solo la doble historia, por m¨¢s que esta lo sea: un hijo asiste al juicio y al desmoronamiento no solo de su padre sino de su mundo, ni es el hecho de que la corrupci¨®n ¡ªcomo ya vimos, esto ha sucedido una y otra vez en la historia de nuestras literaturas¡ª sea el serrucho que empu?a el autor, ni siquiera se debe al hecho de que el ojo del escritor, como si hubiera escrito docenas de novelas antes y no fuera esta la primera, trace un arco narrativo complejo y enhebrado precisamente, mientras alcanza un balance de relojero entre aquello que cuenta y los soportes con los que lo hace: el mayor acierto de Mapa de otros mundos est¨¢ en los clavos y en las cu?as.
Y es que Fuentes consigue, a trav¨¦s de las palabras y de los silencios, de lo que dice y de lo que calla, de c¨®mo dice y de c¨®mo calla, a trav¨¦s, pues, de esos elementos en principio ajenos, pero que al final, tras introducirlos y convertirlos en parte del material f¨ªsico de Mapa de otros mundos, dar forma a una novela en la que importan tanto las preguntas que nacen al cerrar el libro como las que se nos imponen durante la lectura: ?estamos condenados a que la corrupci¨®n infecte incluso los procesos que buscan acabarla?
Es un logro improbable, complicado y digno de celebrarse: el lenguaje y la brutal honestidad del escritor, los silencios y la vulnerabilidad del narrador personaje, que comparte con el lector su sorpresa y sus incertidumbres, nos hacen ver de forma similar la enfermedad y la cura.
Y es que la justicia que deber¨¢ poner fin a la injusticia, en nuestros pa¨ªses ¡ªcomo en la literatura de nuestros pa¨ªses¡ª no puede tener cualquier forma.
Coordenadas
Mapa de otros mundos fue publicado por Sophos. Huaco retrato, Las aventuras de la China Iron, Racimo y Algo nuestro sobre la tierra fueron publicados por Random House. Miles de ojos fue publicado por El Cuervo, mientras que La desaparici¨®n del paisaje por Perif¨¦rica. Nefando vio la luz gracias a Candaya, as¨ª como Roza, tumba, quema a Laguna y Sexto Piso. Del resto de libros mencionados, se encuentran m¨²ltiples ediciones.
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