Conquista tu puta libertad
Los privilegiados jam¨¢s descubrir¨¢n si son realmente eso o s¨®lo el fruto de su rico contexto vital. Porque ellos no tuvieron que pelear por su autonom¨ªa o luchar por hacer valer su voluntad
Nunca olvidar¨¦ cuando alguien me desliz¨® a los 24 a?os que no encajaba en su grupo de amigos porque ellos hab¨ªan ¡°visto mucho mundo¡± y yo no. Pura estupidez, porque el dinero para estar ya tan viajado en la veintena hab¨ªa sido de sus padres. As¨ª que, bajando del avi¨®n de Italia esta semana, pens¨¦ que, a veces, la juventud no siempre se vive de joven. Y que pagarme ahora mi propia vida, la que no pude tener, es el mayor s¨ªmbolo del ascensor social de los humildes a mis 30 a?os.
Y ese debate es un tab¨² porque algunos dir¨¢n que no todo el mundo puede llegar a empoderarse, fruto de la precariedad. Claro, de ah¨ª que muchos j¨®venes vivan Espa?a en una eterna ni?ez, como cont¨¦ sobre Dinamarca. Pero ser¨ªa injusto tapar los valiosos casos en que la voluntad personal se ha impuesto al determinismo social. Amigos est¨¢n hartos de o¨ªr que poco se puede hacer. La esperanza humana se subleva, se resiste a creer en que la vida est¨¦ escrita ya.
V¨¦ase mi amiga Julia, c¨®mplice en la aventura por las bell¨ªsimas Cinque Terre italianas. Estudi¨® Periodismo, pero se ganaba la vida tan mal que se recicl¨®. Se encerr¨® a opositar volviendo a la casa materna, con ahorros de haber trabajado en cosas que no eran de su profesi¨®n. Tiene un buen trabajo ahora, pero espera saber si ha sacado la plaza p¨²blica. Su no resignaci¨®n, pese a tanta desesperaci¨®n y tumbo vital, es la met¨¢fora de que a los 31 a?os ha vencido su rabiosa voluntad.
Sirva el chaval de 22 a?os a quien conoc¨ª en el avi¨®n de Pisa a Madrid. Me relat¨® que sus compa?eros de piso viv¨ªan ¡°pasando de todo¡±, que les dejaba por la ma?ana en el sof¨¢ y a la noche segu¨ªan casi en la misma pose porque les manten¨ªan los padres. ?l trabaja de su carrera de comunicador, y estudia ahora una especializaci¨®n. Sudar su pasi¨®n, aun llegando a las once de la noche a casa hecho pur¨¦, es otro s¨ªmbolo de su insurrecci¨®n vital.
Y esto no va de desearlo muy fuerte y lograrlo. Va de que hay personas, no de clase alta adem¨¢s, que invierten su juventud en conquistar su libertad. Siempre me acompa?ar¨¢ la sensaci¨®n de que gast¨¦ los a?os de Universidad hincando codos para tener buenas notas, trabajando para ser independiente, haciendo largu¨ªsimas horas de autob¨²s... Ahora esa juventud ha empezado a volver, aunque ya no sea de Interrail en la veintena, de viajes a Pek¨ªn o Canc¨²n con la familia, o de inocencia y despreocupaci¨®n.
Sin embargo, la juventud vuelve ahora en forma de lo m¨¢s preciado para el humilde, que es la posibilidad de elegir, la autonom¨ªa personal. A algunos nos ha costado la inocencia y la piel poder decidir un destino para ir, un restaurante donde comer o sentir el lujo de hacer una foto al David de Miguel ?ngel o al Coliseo. Otras personas de mi generaci¨®n nunca lo podr¨¢n lograr ni so?ar. Pero los pudientes casi seguro que no han tenido que invertir su juventud en alcanzar todo eso, porque les ven¨ªa dado ya.
En consecuencia, es hipocres¨ªa tapar el m¨¦rito del humilde que revienta el gr¨¢fico de la estratificaci¨®n social, mientras el rico no asume su privilegio vital. Si yo no era ¡°tan viajada como ellos¡± es porque mis veranos eran los del Tang de naranja en la nevera, de amortizar el bono de la piscina con mi padre, tarde s¨ª, tarde tambi¨¦n. Cuando no ten¨ªa ¡°mundo¡± es porque el sitio m¨¢s lejos al que ¨ªbamos era a un apartamento peque?ito alquilado junto a mis t¨ªos una semana en Salou. O, en el mejor de los casos, recorr¨ªamos mil kil¨®metros en coche desde Igualada hasta M¨¢laga para visitar a la familia.
El problema es que los privilegiados nunca sabr¨¢n si su amor por viajar naci¨® en la cuna, si sus selectos gustos por la cultura son de serie o, incluso, si se mueven tan bien por el mundo porque esa informaci¨®n era de sus padres. Los pudientes jam¨¢s descubrir¨¢n si ellos son realmente eso o son s¨®lo el fruto de su rico contexto vital. Porque ellos no tuvieron que pelear por su autonom¨ªa o luchar por hacer valer su voluntad. As¨ª que nunca entender¨¢n el inmenso placer, la justicia, que supone sentir alguna vez que es uno quien ha conquistado su derecho a ser; su puta libertad.
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