Cerca y lejos de Argelia
Las relaciones pol¨ªticas con el pa¨ªs, aparentemente interrumpidas, no impiden una reactivaci¨®n comercial todav¨ªa insegura
Ha pasado medio a?o ya desde que Argelia retirara a su embajador en Madrid en protesta por el repentino giro de la posici¨®n espa?ola respecto al S¨¢hara Occidental, expresado en la carta que el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, dirigi¨® al rey marroqu¨ª, en la que reconoc¨ªa la propuesta de autonom¨ªa dentro del reino de Marruecos para el territorio saharaui como ¡°la base m¨¢s seria, cre¨ªble y realista¡± para la resoluci¨®n del conflicto.
El di¨¢logo pol¨ªtico con Argelia est¨¢ aparentemente interrumpido, agravado por la confusi¨®n y la inseguridad jur¨ªdica. El tratado de amistad firmado hace veinte a?os ha sido suspendido unilateralmente por parte de Argelia, los intercambios comerciales han quedado congelados e incluso se han visto afectados pagos bancarios correspondientes a las transacciones comerciales con Espa?a, una vulneraci¨®n de los compromisos de orden comercial de Argel con la Uni¨®n Europea que mereci¨® un duro reproche de la Comisi¨®n al Gobierno argelino. En una econom¨ªa fuertemente intervenida desde el Ejecutivo como es la argelina, buena parte de las represalias se han tomado por la v¨ªa de los hechos y han sido desmentidas, minimizadas o denegadas oficialmente, de forma que actualmente hay empresas espa?olas seriamente perjudicadas por la crisis y otras que efect¨²an sus transacciones con relativa normalidad.
La ca¨ªda en las importaciones espa?olas de gas argelino, un 42% de enero a julio, y su sustituci¨®n por gas licuado importado de Estados Unidos es la consecuencia m¨¢s clara de esta crisis que, en los hechos, ven¨ªa ya de lejos, en concreto del agravamiento de las p¨¦simas relaciones entre Rabat y Argel, como demuestra el cierre por parte argelina, solo cuatro meses antes de la crisis actual con Espa?a, del gasoducto que ven¨ªa suministrando gas a Espa?a a trav¨¦s de Marruecos.
Para Espa?a, no se trata de una crisis menor. Tiene toda la raz¨®n el Gobierno espa?ol cuando insiste en los lazos de amistad que nos unen con Argelia y se esfuerza a la vez en evitar la escalada verbal y la gesticulaci¨®n. De momento, es una excelente noticia que Argelia no est¨¦ utilizando los flujos migratorios como arma, al estilo de lo que han hecho otros pa¨ªses, como Turqu¨ªa y Marruecos. No ser¨¢ f¨¢cil reconstruir los equilibrios en las relaciones con dos pa¨ªses vecinos tan estrat¨¦gicos para Espa?a y a la vez enfrentados entre s¨ª por un contencioso que tiene sus ra¨ªces en un alineamiento con las dos potencias de la guerra fr¨ªa que precisamente ahora parece recuperar su vigencia. No tendr¨ªa sentido que el Gobierno espa?ol se inhibiera en esta tarea y la subrogara a Bruselas. Por el contrario, en las relaciones de Europa con el Magreb, al igual que sucede con Am¨¦rica Latina, Espa?a sigue teniendo una obligaci¨®n y una responsabilidad ineludibles.
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