Otra Rusia es posible
La disoluci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica bajo el liderazgo de Gorbachov cambi¨® el sentido de la historia contempor¨¢nea
Con la muerte queda fijada definitivamente la trayectoria del personaje pol¨ªtico. Hace ya 30 a?os que Mija¨ªl Gorbachov perdi¨® el poder y cerr¨® su trayectoria como gobernante, al disolverse la Uni¨®n Sovi¨¦tica, el Estado que presid¨ªa. Pero su desaparici¨®n a los 91 a?os, tras una larga enfermedad, ha fijado en el trasluz del contraste con Vlad¨ªmir Putin el verdadero valor de su vida pol¨ªtica, sus decisiones, su coraje y, sobre todo, su decencia de gobernante, que acab¨® prefiriendo la libertad de sus conciudadanos al empleo de la fuerza para mantenerlos bajo un sistema comunista escler¨®tico y ya irreformable.
El balance es hist¨®rico. Durante los breves pero intensos siete a?os de su liderazgo, emprendi¨® el desarme nuclear, sac¨® a las tropas de Afganist¨¢n, permiti¨® la emigraci¨®n en masa de ciudadanos jud¨ªos a Israel, liber¨® a los disidentes y empez¨® lo que m¨¢s popularmente se asocia con su mandato: las reformas pol¨ªticas y econ¨®micas de la perestroika sin demasiada fortuna y la libertad de la glasnost, la transparencia que irrumpi¨® en la opacidad del r¨¦gimen sovi¨¦tico. Rompi¨® con la doctrina Br¨¦znev de la soberan¨ªa limitada, de forma que se abrieron transiciones democr¨¢ticas en reg¨ªmenes comunistas como los de Polonia, Hungr¨ªa o la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana. Dio luz verde a la unificaci¨®n alemana dentro de la Alianza Atl¨¢ntica, disolvi¨® el Pacto de Varsovia, la alianza militar enfrentada a la OTAN, y el Comecon, el falso mercado com¨²n socialista. Con ¨¦l acab¨® la Guerra Fr¨ªa, cayeron el Muro y el tel¨®n de acero y Europa recuper¨® su unidad.
La admiraci¨®n y el agradecimiento que su figura suscita, y especialmente en los pa¨ªses de Europa central y oriental de la antigua ¨®rbita sovi¨¦tica, es directamente proporcional a la denigraci¨®n que levanta todav¨ªa entre los dirigentes de la Rusia actual y otros reg¨ªmenes hostiles a la democracia y al pluralismo. Unos no le perdonan la desaparici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y del bloque de las dictaduras socialistas, esgrimiendo su funci¨®n de amenaza hist¨®rica necesaria para contener los desmanes del capitalismo (y despreciando a la vez el alt¨ªsimo precio que pagaron quienes padecieron sus reg¨ªmenes totalitarios durante 70 a?os). Otros, desde el conservadurismo nacionalista e imperial ruso, no le perdonan la reducci¨®n del territorio imperial y la p¨¦rdida del estatus de Rusia como superpotencia. No es extra?o que su muerte haya provocado reacciones rayanas en la hostilidad, entre las que destaca la frialdad del Kremlin.
Pero no se trata ¨²nicamente de su dimensi¨®n internacional. Con Gorbachov se inauguran tres d¨¦cadas de multilateralismo, de paz y cooperaci¨®n internacional y de desarme, mientras que Putin es el hombre del unilateralismo, la guerra, la polarizaci¨®n y el rearme. Si el primero representa el sue?o de un mundo pac¨ªfico y estable gobernado por las leyes internacionales, el segundo significa la cu?a de la violencia y de la guerra como instrumentos de inestabilidad con los que los m¨¢s fuertes podr¨¢n imponer su ley sobre todos. Peor es todav¨ªa el contraste interior, entre una Rusia esperanzada que ensanchaba los aires de libertad, y la Rusia deprimida por la guerra contra un pa¨ªs hermano y por una econom¨ªa sacudida por el esfuerzo b¨¦lico, las sanciones y la corrupci¨®n de una oligarqu¨ªa mafiosa.
Habr¨¢ que esperar todav¨ªa a que se asiente el polvo de las batallas para que el balance de Gorbachov adquiera toda su dimensi¨®n en la propia Rusia. Pero es s¨®lido e indiscutible su legado de libertad y de respeto, como lo ha sido hasta el ¨²ltimo momento su actitud esperanzada ante el futuro y la juventud que debe protagonizarlo.
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