A¨²n aprendo
La autora de ¡®El amante¡¯ borra de un manotazo la frescura de la juventud de su protagonista, esa belleza concreta que, en general, pretendemos conservar en una rid¨ªcula carrera contra el tiempo
Marguerite Duras, en El amante, libro que tuve la suerte de ilustrar ¡ªdos veces y para dos editoriales distintas¡ª pero cuya edici¨®n ilustrada nunca vio la luz, presenta a una mujer que envejece de golpe. ¡°Todo el mundo dice que de joven era usted hermosa, y he venido para decirle que la encuentro m¨¢s hermosa ahora que en su juventud, su rostro de muchacha me gustaba mucho menos que el de ahora, devastado¡±. La autora borra de un manotazo la frescura de la juventud de su protagonista, esa belleza c...
Marguerite Duras, en El amante, libro que tuve la suerte de ilustrar ¡ªdos veces y para dos editoriales distintas¡ª pero cuya edici¨®n ilustrada nunca vio la luz, presenta a una mujer que envejece de golpe. ¡°Todo el mundo dice que de joven era usted hermosa, y he venido para decirle que la encuentro m¨¢s hermosa ahora que en su juventud, su rostro de muchacha me gustaba mucho menos que el de ahora, devastado¡±. La autora borra de un manotazo la frescura de la juventud de su protagonista, esa belleza concreta que, en general, pretendemos conservar en una rid¨ªcula carrera contra el tiempo.
Grab¨¦ al aguafuerte el rostro demacrado del personaje de Duras. Sumerg¨ª la plancha de cobre en ¨¢cido dos, tres, cuatro veces, para conseguir los negros m¨¢s negros, los grises m¨¢s delicados. Y, una vez seca la estampa, la intervine con pintura para marcar las bolsas y las sombras de debajo de los ojos, las l¨ªneas que los filtros con los que convivimos a diario ¡ªpurpurina, desenfoque gaussiano, estrellitas, una mariposa¡ª borran. ¡°La prueba del espejo siempre es decisiva. As¨ª y todo, hay que tener valor, no de mirarse, sino de verse. ?Cu¨¢ntos fantasmas de rostros superponemos al que tenemos delante?¡±: Laure Adler, en La viajera de noche, escribe que no solemos aparentar nuestra verdadera edad, que la cosa var¨ªa seg¨²n el d¨ªa, y yo no podr¨ªa estar m¨¢s de acuerdo con ella y con un texto (Ariel, 2022) que mientras le¨ªa me ha devuelto a mi ni?ez al tiempo que me ha hecho imaginar a la anciana que me gustar¨ªa ser. Adler cuestiona brillantemente un contexto que ha convertido la juventud en un valor de modelo para toda la existencia.
Mi versi¨®n ilustrada de El amante estaba a punto de entrar en imprenta pero quienes ten¨ªan la ¨²ltima palabra pensaron que las ilustraciones eran demasiado oscuras. Culebras, coches con los cristales te?idos de negro, la carne blanca de una ni?a acariciada por las manos de un se?or mayor, un hombre muerto flotando en el agua, aullidos de animales salvajes. El amante es un libro lleno de respuestas. A nivel pl¨¢stico nunca me pareci¨® un libro luminoso. Es muy probable que Duras mantuviera un di¨¢logo sano con el paso del tiempo justamente por eso, por plantarle cara al envejecimiento a una edad temprana.
?C¨®mo podemos proyectarnos en la se?ora que querr¨ªamos ser si, miremos donde miremos, los referentes que nos plantan en la cara son los de la juventud eterna? Me maravilla la figura enjuta y s¨®lida de la pintora Celia Paul, la elegancia con la que se sienta en una silla delante de una pintura, la profundidad de su mirada. O Louise Bourgeois, que r¨ªe con cada una de sus arrugas transmitiendo una luz a los ochenta a?os que muchas habr¨ªamos querido poseer en nuestros a?os mozos. Mary Beard. Patty Smith. ¡°En mi interior tengo todas las edades, y en mi rostro la que me otorgan los dem¨¢s. No soy yo quien decide¡±, escribe Laure Adler. Y despu¨¦s construye la imagen de una mujer que corre y consigue cambiar el mundo con sus piernas viejas.
Es tambi¨¦n gracias a ella que s¨¦ que Hokusai no estuvo satisfecho con su trabajo hasta que cumpli¨® setenta a?os, no comprendi¨® la verdadera naturaleza de aquello que pintaba hasta los setenta y tres, y, a partir de ah¨ª, su mirada afinada fue cada vez m¨¢s l¨²cida, m¨¢s concreta. Su visi¨®n se aclaraba a medida que sus ¨®rganos fallaban y velaban la realidad con bruma y manchones. Pienso en el trabajo monumental que desarroll¨® Hilma Af Klimt despu¨¦s de cumplir los cuarenta. Tambi¨¦n en un dibujo de Goya que representa a un viejo que camina con el peso de su cuerpo sobre dos bastones:
¡°A¨²n aprendo¡±, escribe el pintor a los pies del hombre. Hace varias noches que me meto en la cama con las plantas de los m¨ªos llenas de manchas. Retrato a Jana (23 a?os) con la boca tensa y la mirada aguda, pero la mujer que vino hoy al taller a conversar conmigo qued¨® maravillada con mi pintura de 2x2. Descubri¨® un homenaje, seg¨²n ella precioso, a la pintora Roser Bru (98).