Catalu?a: el detalle ser¨ªa mejorar la vida de la ciudadan¨ªa
Resultar¨ªa bueno que en la leg¨ªtima disputa sobre el control de las instituciones catalanas se abandonara la ret¨®rica independentista y la discusi¨®n se centrara en las pol¨ªticas
En breve habr¨¢n pasado cinco a?os del 1 de octubre de 2017 y, despu¨¦s del cisma independentista vivido en ocasi¨®n de la ¨²ltima Diada ¡ªcuando ERC decidi¨® no acudir a la manifestaci¨®n convocada por la ANC¡ª, finalmente el Consell de la Rep¨²blica, ?mnium, ANC, AMI, Intersindical (la peque?a central sindical independentista) y CUP, ERC y Junts celebraran la fecha tot¨¦mica juntos.
Alg¨²n comentarista ha subrayado que es posible esta celebraci¨®n conjunta porque en definitiva cada uno de los actores que participan en ella dotan esa fecha de una significaci¨®n diferente. Coinciden en que fue una experiencia vivencial ineludible para la base independentista, pero para algunos aquello fue una forma de empujar al Estado a negociar, para otros el germen de un mandato democr¨¢tico. Para otros m¨¢s, simplemente fue un acto de desobediencia colectiva (minorando el papel que en eso tuvieron las instituciones).
Quiz¨¢s se deber¨ªa a?adir que la celebraci¨®n es posible tambi¨¦n porque no tiene derivadas pol¨ªticas previstas.
Hace tiempo que ya la pol¨ªtica catalana viaja en otros ra¨ªles en la sustancia (en un momento dado cabe preguntarse si es que no fue as¨ª desde siempre) y las liturgias del proc¨¦s sirven de metalenguaje para dirimir conflictos partidistas t¨ªpicos de cualquier otro sistema pol¨ªtico, de cualquier otra latitud.
Ahora mismo, en el centro del tablero hay dos cuestiones fundamentales, entrelazadas entre ellas.
En primer lugar, hay la pugna insomne entre una ERC ya m¨¢s afianzada institucionalmente y un Junts que por momentos se va asemejando cada vez m¨¢s a la ¨²ltima mutaci¨®n de Convergencia, despu¨¦s de la llamarada movimentista (eso s¨ª, siempre vinculada al poder institucional) de los ¨²ltimos a?os. La digesti¨®n lenta, y dif¨ªcil de los resultados electorales de 2021 a¨²n no ha terminado, porque est¨¢ marcada a fuego en la propia gen¨¦tica convergente (un patrimonio legado a sus evoluciones posteriores) la vocaci¨®n a mandar en el Palau de la Generalitat. A todas luces, para los herederos del pujolismo la presidencia de Aragon¨¦s no es m¨¢s que un tropiezo en el camino, que ha de ser corregido m¨¢s pronto que tarde. Esta es una pugna que se juega en el propio Gobierno y Parlamento aut¨®nomo (de aqu¨ª los amagos de los posconvergentes de dejar el Ejecutivo y tambi¨¦n los presuntos ultim¨¢tums, que se quedaran, obviamente, en amagos) pero tambi¨¦n en el territorio, y especialmente en las elecciones municipales. En el fondo, esta ha sido siempre la f¨®rmula: con esta ley electoral, qui¨¦n controla el territorio no metropolitano tiene todos los n¨²meros de obtener m¨¢s esca?os en las elecciones al Parlament. As¨ª las cosas, Barcelona aparte (en donde las din¨¢micas son diferentes) y con el ¨¢rea metropolitana en manos socialistas (puede haber otro episodio del lento y dificultoso avance de ERC en algunas de las ciudades importantes, pero en estos momentos se antoja muy dif¨ªcil arrebatar la hegemon¨ªa al PSC en el cintur¨®n de Barcelona), la pugna en el mundo nacionalista e independentista se jugar¨¢ en los m¨¢s de quinientos municipios peque?os, en donde en muchos casos solo se presentan candidaturas independentistas. Ser¨¢ una batalla alcald¨ªa por alcald¨ªa, voto por voto.
En segundo lugar, el mundo posconvergente parece haber decidido que la mejor manera para encarar esta batalla del territorio es confiarse a la f¨®rmula cl¨¢sica del nacionalismo conservador. Durante los a?os m¨¢s encendidos de la movilizaci¨®n independentista se consider¨® que los perfiles ascendentes del populismo nacionalista conservador (ejemplificados en la figura de Puigdemont) ser¨ªan el activo electoral decisivo. Ahora mismo ya no parece que sea as¨ª. La par¨¢bola de Laura Borr¨¤s parece estar explicando c¨®mo se desarrolla este cambio: no solo de facto sus propios compa?eros de partido han dejado de defender su intento de asimilar sus procesos judiciales por presuntos delitos de corrupci¨®n a un caso de lawfare contra el independentismo, sino que, en las elecciones para cargos org¨¢nicos territoriales del partido, todos los candidatos cercanos a la presidenta suspendida cosecharon sonoras derrotas.
En s¨ªntesis, a cinco a?os del 1 de octubre de 2017 y m¨¢s all¨¢ de las ceremonias conmemorativas, de lo que se est¨¢ hablando en Catalu?a es de qui¨¦nes controlar¨¢n la Administraci¨®n auton¨®mica y local, con todo lo que ello comporta en t¨¦rminos de presupuestos, competencias, y tambi¨¦n capacidad de afianzar el consenso electoral. De por s¨ª tampoco se trata de nada negativo. Es sano que se compita democr¨¢ticamente (ser¨ªa mejor con otra ley electoral para las auton¨®micas, todo sea dicho) para liderar las instituciones que nos gobiernan, a todos los niveles. Pero quiz¨¢s a¨²n ser¨ªa m¨¢s sano que en vez de envolver esta competici¨®n leg¨ªtima en una ret¨®rica sobre la independencia en que ya cuesta cada vez m¨¢s de creer, la disputa fuera sobre qu¨¦ tipo de pol¨ªticas se piensan hacer para mejorar la vida de la ciudadan¨ªa. A estas alturas, ser¨ªa todo un detalle.
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