Nostalgia y resistencia de una idea de cultura
Todo eso que hoy vemos en las estanter¨ªas de un hogar de clase media fue antes un art¨ªculo del fanzine ¡®Mondo Brutto¡¯
La diferencia entre los monstruos antiguos (Dr¨¢cula, Frankenstein, La Momia...) y los modernos (Freddy Krueger, Jason, Myers...) es que los primeros tienen pasado y los otros son carne de presente. Dr¨¢cula no se sabe cu¨¢nto tiempo lleva vivo; La Momia es milenaria; en Frankenstein hay concentrado todo un siglo. La Ilustraci¨®n es Frankenstein igual que las pinturas negras de Goya. No son el sue?o de la raz¨®n, sino los sue?os de la raz¨®n. No son nostalgia, sino resistencia. Porque a todo lo que hoy es nostalgia, y decora y nutre los hogares, hace unos a?os se le llamaba frikismo. Todo eso que ve...
La diferencia entre los monstruos antiguos (Dr¨¢cula, Frankenstein, La Momia...) y los modernos (Freddy Krueger, Jason, Myers...) es que los primeros tienen pasado y los otros son carne de presente. Dr¨¢cula no se sabe cu¨¢nto tiempo lleva vivo; La Momia es milenaria; en Frankenstein hay concentrado todo un siglo. La Ilustraci¨®n es Frankenstein igual que las pinturas negras de Goya. No son el sue?o de la raz¨®n, sino los sue?os de la raz¨®n. No son nostalgia, sino resistencia. Porque a todo lo que hoy es nostalgia, y decora y nutre los hogares, hace unos a?os se le llamaba frikismo. Todo eso que vemos en las estanter¨ªas de un hogar de clase media fue antes un art¨ªculo del fanzine Mondo Brutto. O una columna de Jordi Costa en El Pa¨ªs de las Tentaciones.
Hace a?os que Mondo Brutto dej¨® de salir (Galactus est¨¢ en la radio con los discos de pizarra; Grace Morales escribe libros malditos y art¨ªculos de culto; D¡¯Allesandro creo que vive en el Sur), pero si repasamos lo que en sus p¨¢ginas se cont¨® y la lista de sus dibujantes (Olaf Ladousse, Dar¨ªo Adanti...) y de sus articulistas (Jordi Costa, Jimina Sabad¨², ?scar ?ibar, Santiago Lorenzo, Santiago Segura, ?lex de la Iglesia...), unos m¨¢s espor¨¢dicos que otros, se comprende que fue una respuesta cultural, o una resurrecci¨®n, por decirlo en plan zombi, ante un estado general, como hab¨ªa ocurrido con la revista Ajoblanco en los a?os setenta y sus temas entonces de actualidad (las comunas, la ecolog¨ªa, la liberaci¨®n sexual), y su elenco de j¨®venes colaboradores (Quim Monz¨®, Luis Racionero, Fernando Savater, Alberto Card¨ªn, Karmele Marchante, Juanjo Fern¨¢ndez...). Pero Ajoblanco fue una revista, no un fanzine. Entre una cosa y otra, hay una elecci¨®n. Un prop¨®sito. Y una posici¨®n econ¨®mica.
Lo que quiero decir es que, aun siendo posteriores a Ajoblanco, los monstruos antiguos eran los de Mondo Brutto. No eran nost¨¢lgicos. Solo antiguos, porque lo antiguo es mejor y m¨¢s divertido, como dir¨ªa Galactus m¨¢s tarde. De este modo, formulaban su feroz cr¨ªtica al presente, a los tiempos que corr¨ªan en las d¨¦cadas de 1990 y 2000. El elemento con que trabajaban, su po¨¦tica, estaba considerado material de derribo, caspa. Muchos de los autores, dibujantes, cineastas... mencionados entonces en Mondo Brutto quedan muy bien ahora en una exposici¨®n o en una gala. No los citaban por nostalgia, sino por necesidad. Porque uno no puede dar lo que uno no es. Y todos aquellos articulistas, y todos aquellos lectores, eran solo lo que hab¨ªan llevado pegado en su carpeta del instituto, lo que hab¨ªan visto y le¨ªdo en sus casas. Su cultura era esa.
El postureo vino luego. El postureo es la forma por antonomasia del apropiacionismo cultural, porque siempre son los que tienen quienes se apropian de los que no tienen. Cuando a los pijos les empieza a gustar algo que no es suyo, y encima es de un pobre, ya puede darse por perdido. En Mondo Brutto las armas estaban cargadas de pasado como en una poes¨ªa inversa. Un pasado inasumible por el canon cultural. El sue?o de los vampiros produce sed, y los lectores de Mondo Brutto est¨¢bamos sedientos de nosotros mismos. Como sal¨ªa cada tres meses, o as¨ª, en librer¨ªas como Freaks, Arkham y Continuar¨¤ (las tres en Barcelona) ten¨ªan que calmar a los adictos cuando empezaban a preguntar si hab¨ªa llegado ya el nuevo n¨²mero. ?ramos adictos a nuestra historia. Empez¨¢bamos a comprender lo que siempre se comprende: que ninguno de nosotros estaba solo. Que no ¨¦ramos disfuncionales, sino que nuestra venganza iba a ser esa.
No era nostalgia, era memoria hist¨®rica. La cultura tiene sus propias fosas y masacres. Lo que dec¨ªa Mondo Brutto (lo editaba gente criada en Carabanchel, en la Colonia Marconi...) es que, cuando Madrid era una fiesta, la fiesta no era para feos. La nostalgia es para gente con posibles. No es lo mismo acordarse de lo bien que se lo pas¨® uno en los bares que acordarse de que no te dejaban entrar por tu pinta.
El atento y esc¨¦ptico Sergi P¨¤mies, y creo que tambi¨¦n Jordi Costa, elogiaron la escritura de Grace Morales compar¨¢ndola con los art¨ªculos de costumbres de Mariano Jos¨¦ de Larra. El costumbrismo en Grace nac¨ªa de la misma herida que se hab¨ªa abierto Larra en su propio cuerpo. Porque en Grace estaba la escritura del dandi. Esto la acercaba a Francisco Umbral, no por el estilo, Grace escribe con otra bufanda, con otro fr¨ªo, sino por la conciencia de estar desangr¨¢ndose por la mano mientras escribe (la imagen es de Umbral). Ahora acaba de publicar M¨¢gicas. Brujas, magas y sacerdotisas del amor (Editorial La Felguera), una antolog¨ªa comentada de textos de mujeres que transitaron por el mundo oculto. El ocultismo es solo eso, un lugar donde ocultarse.