Los animales, armas de manipulaci¨®n masiva
No hay democracia en Occidente sin un pol¨ªtico dispuesto a servirse de un gato, un perro o un conejo para humanizarse y ganar votos
Virilidad. Eso es lo que el retrato que realiz¨® de ¨¦l en 1997 Helmut Newton inspir¨® a Jean-Marie Le Pen. En la imagen en blanco y negro realizada para The New Yorker, el fundador y entonces presidente del partido de extrema derecha Frente Nacional (FN), abraza a dos de sus tres d¨®berman. Con esa expresi¨®n suficiente y desafiante, tan caracter¨ªstica, Le Pen mira a c¨¢mara orgulloso de encontrarse entre los modelos del c¨¦lebre fot¨®grafo alem¨¢...
Virilidad. Eso es lo que el retrato que realiz¨® de ¨¦l en 1997 Helmut Newton inspir¨® a Jean-Marie Le Pen. En la imagen en blanco y negro realizada para The New Yorker, el fundador y entonces presidente del partido de extrema derecha Frente Nacional (FN), abraza a dos de sus tres d¨®berman. Con esa expresi¨®n suficiente y desafiante, tan caracter¨ªstica, Le Pen mira a c¨¢mara orgulloso de encontrarse entre los modelos del c¨¦lebre fot¨®grafo alem¨¢n de origen jud¨ªo, cuyos desnudos de mujeres le gustan especialmente. El parecido con un retrato de Hitler junto a su pastora alemana, Blondi, es evidente tanto como la intenci¨®n apenas velada de Newton. Pero en esa ¨¦poca, a Le Pen, no parece molestarle demasiado. A finales de los 90, el FN ¨Dhoy Reagrupamiento Nacional (RN)¨D es un partido abiertamente masculino, antisemita y xen¨®fobo que considera los campos de concentraci¨®n como ¡°un mero detalle de la historia¡±. No disimula. Lo que interesa al dirigente, de cara al electorado, es aparecer como un l¨ªder viril, capaz de domar a dos bestias de 75 kilos. Pero los tiempos cambian y hoy, m¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, es un dulce e inocente conejito el que figura en un reciente v¨ªdeo publicado en Twitter junto al n¨²mero dos de la formaci¨®n, Jordan Bardella.
Las mascotas, esos seres que el imaginario colectivo asocia con la bondad, han contribuido indudablemente al proceso de desdiabolizaci¨®n del partido de Marine Le Pen. En la ¨²ltima campa?a electoral francesa, no han faltado los tuits de la candidata RN compartiendo su pasi¨®n por los felinos que pueblan su casa, ella que incluso aprovech¨® el confinamiento para obtener un diploma profesional de criadora de gatos. La l¨ªder entendi¨® que si se suma al capital de simpat¨ªa que otorgan inconscientemente los animales a sus due?os el creciente inter¨¦s de los ciudadanos por la causa animal, se obtiene el arma perfecta para la manipulaci¨®n de masas en la era de las redes sociales. Una poderosa herramienta de comunicaci¨®n pol¨ªtica a la que acuden los dirigentes de toda ideolog¨ªa, ya sean dem¨®cratas o asumidos d¨¦spotas, y que aunque pueda parecer grotesca ¨DAlbert Rivera y el caniche Lucas, ¡°que es para com¨¦rselo y huele a leche¡±, algo sabe de eso¨D funciona en muchas ocasiones. As¨ª lo cuenta el periodista franc¨¦s Lucas Jakubowicz, en Un animal para gobernarlos a todos, uno de los pocos libros que existen sobre el tema, donde repasa los casos m¨¢s sonados de manipulaci¨®n en ese intento desesperado de los pol¨ªticos por humanizarse.
El libro es interesante porque no solo evoca a aut¨®cratas obsesionados con tener sus propios zoos, montar a caballo o retratarse confront¨¢ndose cuerpo a cuerpo con la fauna salvaje, la especialidad de Putin. En realidad, donde la manipulaci¨®n bate r¨¦cords, es en las democracias occidentales. Est¨¢n los que utilizan los gatitos, como Matteo Salvini y Giorgia Meloni, o los que optan por un conejo, como el Marlon Bundo que viajaba en el Air Force Two junto a Mike Pence y que consigui¨® rectificar la imagen fr¨ªa y altiva del entonces vicepresidente de Donald Trump. Pero, sobre todo, abundan los que acuden a los perros: no hay nada como el mejor amigo del hombre para ganar votos, y si es labrador, mejor. Tanto es as¨ª que cuando Emmanuel Macron lleg¨® al El¨ªseo en 2017 no dud¨® ni un segundo en confiar F¨ªgaro, su imponente braco alem¨¢n, a un familiar para adoptar al peque?o Nemo, un mestizo de labrador, mucho m¨¢s adecuado a la imagen de cercan¨ªa que J¨²piter quer¨ªa entonces transmitir.
Al otro lado del Atl¨¢ntico, la manipulaci¨®n canina ha servido incluso para destrozar a un adversario. En 2012, el equipo de campa?a de Barack Obama recuper¨® una foto de 1983 en la que se ve¨ªa al perro de su rival Mitt Romney atado al techo del coche con el que la familia del republicano se dispon¨ªa a irse de vacaciones. Mientras los defensores de los animales salieron a la calle al grito de Mitt is mean (Mitt es malo), Twitter se derret¨ªa con la imagen de Bo, el caniche de Obama, viajando tan pancho junto a su due?o en la limusina presidencial.
El ¨²nico presidente estadounidense en los siglos XX y XXI que no ha tenido mascota, explica el autor, fue Trump. El desprecio del magnate hacia cualquier especie viva, y en particular su odio por los perros, ha sido capitalizado por Joe Biden para imponerse como el gran defensor de la causa. Para conseguir ese objetivo no renunci¨® a nada: adopt¨® casualmente un pastor alem¨¢n, el perro m¨¢s popular en los swing states (los Estados indecisos), unos meses antes de declarar su candidatura; lanz¨® en enero de 2021 una cuenta de Twitter dedicada a sus dos pastores alemanes, The first dogs of the United States (110.000 seguidores) ¨Dle fue mejor que al de Pecas Aguirre, seguido por solo 2.400 personas¨D, e incluso impuls¨® la publicaci¨®n de un libro para ni?os sobre las aventuras de Champ y Major. Un m¨¦todo de comunicaci¨®n pol¨ªtica, este ¨²ltimo, que casi parece sacado... de las mejores autocracias.