Esperanza contra Putin
?Tiene sentido tratar de entender con palabras esa tragedia? S¨ª, son un cicl¨®n de humanidad ante la adversidad
El cicl¨®n llega al archipi¨¦lago canario mientras Liudmila Ul¨ªtskaya lee su discurso con voz oscura y tono monocorde. Cuando esa mole gris de inestabilidad tropical se instala en Las Palmas, ella explica su vida en tan solo 20 minutos contando la historia de una novelista que se hizo ciudadana al leer libros prohibidos. La intelectual rusa, desubicada y cansada, recuerda una etapa que parec¨ªa superada y hoy, tras la invasi¨®n de Ucrania, la ha expulsado de su pa¨ªs. El cielo ha paralizado ...
El cicl¨®n llega al archipi¨¦lago canario mientras Liudmila Ul¨ªtskaya lee su discurso con voz oscura y tono monocorde. Cuando esa mole gris de inestabilidad tropical se instala en Las Palmas, ella explica su vida en tan solo 20 minutos contando la historia de una novelista que se hizo ciudadana al leer libros prohibidos. La intelectual rusa, desubicada y cansada, recuerda una etapa que parec¨ªa superada y hoy, tras la invasi¨®n de Ucrania, la ha expulsado de su pa¨ªs. El cielo ha paralizado el tiempo y ella, que acaba de recibir el Premio Formentor, no puede saber cu¨¢ndo podr¨¢ llegar al no lugar que es Berl¨ªn para esta expatriada. Habla de otros a?os de hielo y de j¨®venes universitarios pas¨¢ndose libros impresos antes de 1917 o libritos de elaboraci¨®n casera que se distribu¨ªan clandestinamente. Antes de terminar la d¨¦cada de los sesenta del pasado siglo, consigui¨® el original de una novela censurada y encarg¨® copias mecanografiadas. La m¨¢quina de escribir, el original y las copias fueron confiscadas, el KGB cerr¨® el laboratorio donde trabajaba y tuvo que abandonar la carrera de bi¨®loga. Con la implosi¨®n sovi¨¦tica ella empez¨® a publicar y en muy poco tiempo las librer¨ªas se llenaron de las ediciones legales de tantas obras prohibidas durante tantos a?os. Tambi¨¦n la que hab¨ªa provocado m¨¢s encarcelamientos. Incluso pod¨ªa comprarse en las galer¨ªas del metro.
?Impact¨® en la conciencia de su sociedad Archipi¨¦lago Gulag? ¡°A fin de cuentas, no ha sido le¨ªdo, porque, pocos a?os despu¨¦s del derrumbe sovi¨¦tico, el pueblo vot¨® claramente por un personaje formado en las viejas tradiciones del KGB. De ah¨ª crecen las ra¨ªces del estalinismo que renace en nuestro pa¨ªs¡±. Digamos que el cambio cultural, cuando tuvo la posibilidad de institucionalizarse, no lleg¨® a producirse. La transici¨®n para construir un Estado dedicado a la dignidad de los ciudadanos fue abortada y la inseguridad y la precariedad material crearon las condiciones para la subida al poder del l¨ªder fuerte. Sin bienestar material no hay cambio cultural. Vlad¨ªmir Putin fue el primero del ocaso de la democracia. En La era de los l¨ªderes autoritarios, el periodista Gideon Rachman explica c¨®mo los asesores de imagen de Putin construyeron su imagen como la del h¨¦roe salvador para aquella patria empobrecida y donde decrec¨ªa la esperanza de vida. Ante la cancelaci¨®n del futuro, ¨¦l. El yudoca, el que gana un pulso, el que monta a caballo, el que paseo con el torso desnudo a orillas de un r¨ªo en Siberia. Nos parec¨ªa kitsch, pero se inspiraron en el imaginario hollywoodense. Funcion¨®. Con las primeras haza?as b¨¦licas, su popularidad se dispar¨®. ¡°La supuesta virilidad de Putin encajaba con la preocupaci¨®n personal por recuperar la fuerza nacional¡±. El imaginario para ese liderazgo era la fuerza militar que tapaba la corrupci¨®n y silenciaba la disidencia.
¡°El homo sovieticus ha resurgido con sus peores atributos¡±, sentenci¨® la profesora Carmen Claud¨ªn el lunes en Barcelona al glosar la trayectoria de Svetlana Alexi¨¦vich. ¡°Si no demuestras fuerza, no ser¨¢s temido; si no eres temido, no ser¨¢s respetado¡±. Para desactivar este mandamiento del manual estalinista, la gran cronista ha dedicado 30 a?os para construir un proyecto colosal: la suma de sus libros es una enciclopedia de la maldad, s¨ª, pero la dignidad de las personas se preserva entre sus p¨¢ginas. Ese es ¡°el gesto ¨¦tico¡± de su obra, como sintetiz¨® Judith Butler en su discurso previo a la concesi¨®n del Premi Internacional Catalunya a Alexi¨¦vich. Escuchar a centenares de testimonios que han convivido con el dolor, darles voz con sus nombres y con sus vidas. La escritora bielorrusa ¡ªhija de madre ucrania, ahora exiliada tambi¨¦n¡ª se acerc¨® al atril en el sal¨® Sant Jordi y pronunci¨® un discurso sencillo, apesadumbrado, que tambi¨¦n congel¨® el tiempo. Sucedi¨® al invocar a un ni?o de cuatro a?os. Lleva comida a una tumba, all¨ª est¨¢ enterrada su madre. No sabe si ella muri¨® en un bombardeo o muri¨® de hambre, porque durante los ¨²ltimos tiempos no ten¨ªan alimentos. ?Tiene sentido tratar de entender con palabras esa tragedia? S¨ª, son un cicl¨®n de humanidad ante la adversidad, son un legado de esperanza que tambi¨¦n transmite la literatura rusa.