Elon Musk y la tragedia de los motivados
La etiqueta de los despedidos de Twitter, #LoveWhereYouWorked, es otra prueba m¨¢s contra la cultura corporativa. El trabajo nunca corresponder¨¢ el amor de los empleados ni ser¨¢ su familia
Llevo varios d¨ªas pensando en qu¨¦ ser¨¢ de Esther Crawford. El mi¨¦rcoles, la directora de Product Management de Twitter colg¨® una foto suya durmiendo con un antifaz y un saco de dormir en las oficinas de la compa?¨ªa en San Francisco. ¡°Cuando tu equipo se esfuerza las 24 horas del d¨ªa para cumplir con los plazos, a veces #DuermeDondeTrabajas¡±, tuite¨®.
Lo suyo no era un comentario ir¨®nico. Tampoco una foto-denuncia. Ni siquiera escond¨ªa una pizca de cinismo frente al caos que asola su empresa ...
Llevo varios d¨ªas pensando en qu¨¦ ser¨¢ de Esther Crawford. El mi¨¦rcoles, la directora de Product Management de Twitter colg¨® una foto suya durmiendo con un antifaz y un saco de dormir en las oficinas de la compa?¨ªa en San Francisco. ¡°Cuando tu equipo se esfuerza las 24 horas del d¨ªa para cumplir con los plazos, a veces #DuermeDondeTrabajas¡±, tuite¨®.
Lo suyo no era un comentario ir¨®nico. Tampoco una foto-denuncia. Ni siquiera escond¨ªa una pizca de cinismo frente al caos que asola su empresa desde que Elon Musk se hiciera con ella. Frente a las cr¨ªticas que la imagen despert¨® por aquello de verlo y pensar instant¨¢neamente lo de ¡°no hereder¨¢s la empresa¡±, esta trabajadora insisti¨® en su fe ciega en el l¨ªder tirando de uno de los inventos m¨¢s sonrojantes de internet, las etiquetas corporativas: ¡°Somos #OneTeam [¡±#UnEquipo¡±] y usamos la etiqueta #LoveWhereYouWork [¡±#AmaDondeTrabajas¡±] para ense?arlo, por lo que retuite¨¦ con #SleepwhereYouWork [¡±#DuermeDondeTrabajas] como gui?o descarado a mis compa?eros tweeps [as¨ª se denominan entre ellos los trabajadores de la compa?¨ªa]. Hemos estado en medio de una loca adquisici¨®n p¨²blica durante meses, pero seguimos adelante y estoy muy orgullosa de nuestra fuerza y resistencia¡±, tuite¨®, avivando la llama de ese agujero del infierno que a¨²na el lenguaje emocional de las tecnol¨®gicas y el perverso g¨®spel del ajetreo y la productividad.
Al parecer, esa demostraci¨®n de compromiso no era tan espont¨¢nea como parec¨ªa. Al hilo de las im¨¢genes de Crawford y otros empleados pasando la noche en sus escritorios, el periodista tecnol¨®gico Gergely Orosz desvel¨®: ¡°He confirmado que varios ingenieros de Twitter durmieron en la oficina durante el fin de semana en un esfuerzo por cumplir con la fecha l¨ªmite del mi¨¦rcoles para construir la funci¨®n de verificaci¨®n. Muchos de estos mensajes no son ir¨®nicos: son reales. Se entiende que los que no act¨²an bien podr¨ªan ser despedidos¡±. Todo ese entusiasmo generalizado, en realidad escond¨ªa algo mucho m¨¢s primario y b¨¢sico: el terror al paro.
Frente a esta performance pesadillesca de entrega en los cuarteles de Twitter, fue inevitable no pensar en el periodista tecnol¨®gico de The New York Times John Herrman. Hace unos a?os, se invent¨® el verbo ¡°larpear¡± (acr¨®nimo de Live Action Role-Playing) para explicar c¨®mo ahora nos vemos obligados a demostrar que estamos trabajando sin parar. Nos lo curramos much¨ªsimo para contestar al instante con emojis, mensajes ingeniosos o con enlaces a art¨ªculos en los chats laborales para que se entienda que estamos activos y entregados, emocionalmente implicados, en lugar de dedicarnos a aquello por lo que se nos paga estrictamente un salario: nuestro simple trabajo.
Pocas horas despu¨¦s de que Esther Crawford colgase su foto durmiendo en los cuarteles de Twitter defendiendo lo de #AmaDondeTrabajas, se filtr¨® que Musk planeaba despedir a 3.700 trabajadores de la compa?¨ªa, casi la mitad de la plantilla. El magnate cumpli¨® de la forma m¨¢s cruel y corporativa posible: los ech¨® de madrugada, en viernes, en secreto y desconectando sin previo aviso su contrase?a del sistema. Y es ah¨ª cuando la etiqueta #LoveWhereYouWorked (¡±#AmaDondeTrabajaste¡±) se ha convertido en el funeral y quedada para llorar donde centenares de extweeps se han congregado incr¨¦dulos y con fotos de sus ordenadores sin poder conectarse a su cuenta. Devotos todav¨ªa incapaces de entender su tragedia: que aquel trabajo al que han entregado la vida nunca les correspondi¨® ni mucho menos fue su familia. M¨¢s que tanto derroche de amor, lo que les habr¨ªa hecho falta hubiese sido un buen sindicato. Porque esta es solo otra empresa del tardocapitalismo haciendo lo que sabe hacer mejor: poner sus beneficios por encima de las personas. Y de eso no se libra ni el tweep m¨¢s motivado.