Facebook, Twitter y el encogimiento de los titanes digitales
Varias empresas del sector anuncian recortes de plantilla. Ser¨ªa mejor un recorte de su adictiva omnipresencia en la vida de tantos
Varias empresas due?as de plataformas digitales est¨¢n anunciando en las ¨²ltimas semanas recortes de plantilla, con Twitter y Meta como casos m¨¢s significados. Afirmada, de entrada, la solidaridad con los trabajadores despedidos, brota fuerte, a contin...
Varias empresas due?as de plataformas digitales est¨¢n anunciando en las ¨²ltimas semanas recortes de plantilla, con Twitter y Meta como casos m¨¢s significados. Afirmada, de entrada, la solidaridad con los trabajadores despedidos, brota fuerte, a continuaci¨®n, el deseo de que al triste encogimiento del personal siguiera el de la adictiva omnipresencia de las redes sociales en las vidas de tantos, sobre todo entre los m¨¢s j¨®venes. Desafortunadamente, la correlaci¨®n no es necesaria. Los recortes se deben a una ca¨ªda del ritmo de incremento de ingresos vinculados a las condiciones de la econom¨ªa, pero no suponen autom¨¢ticamente que la gente vaya a echar una menor cantidad de horas de sus vidas en esos canales.
No es esto ning¨²n alegato nost¨¢lgico de un pasado mejor. La tecnolog¨ªa digital ha aportado, en general, extraordinarios avances a la humanidad. Las propias redes sociales cuentan con magn¨ªficos activos, sea el acceso al punto de vista de personas interesant¨ªsimas en Twitter, facilitar el contacto con amigos lejanos o entre personas a las que les apetezca hacer el amor y les resulte m¨¢s conveniente y f¨¢cil conseguirlo a trav¨¦s de una red.
El reconocimiento sin ambages de los m¨¦ritos no puede sin embargo atenuar la cr¨ªtica hacia el impacto de estas redes, que tiene motivos para ser feroz. En la esfera p¨²blica, es notoria la facilidad con la que se convierten en aceleradores de part¨ªculas de odio o falsedades destructivas. En la privada, lo son los riesgos vinculados a la abstracci¨®n de las relaciones, a la excesiva exposici¨®n est¨¦tica, a la dictadura de los likes y sus consecuencias en la psique, sobre todo entre los m¨¢s j¨®venes, al golpe a la capacidad de mantener la concentraci¨®n, de profundizar en las cosas, creando tantos adictos a los mensajitos breves, a los miniv¨ªdeos, al avanzar por la vida en plan scroll de pildorilla en pildorilla. Hay razones, pues, para creer que junto a efectos positivos las redes sociales tambi¨¦n tienen consecuencias nefastas.
Europa es un sujeto pasivo en esta materia. Perdi¨® inexorablemente la carrera digital. Las grandes empresas, las innovaciones m¨¢s estrat¨¦gicas y los patrones comportamentales que de ellas derivan brotan de otros lados. La UE al menos ha ejercido un vigoroso papel normativo y una aguerrida vigilancia para garantizar el respeto de la competencia. Debe sin duda seguir en esa senda con determinaci¨®n en el inter¨¦s de la ciudadan¨ªa europea. Adem¨¢s, parece importante que los sistemas educativos aborden de forma m¨¢s ponderada, sistem¨¢tica, potente el apartado espec¨ªfico de la educaci¨®n al uso de redes sociales dentro del marco general del est¨ªmulo de las competencias digitales. Este aspecto es, hoy d¨ªa, un asunto posiblemente tan importante como la educaci¨®n sexual y otros en los que debe transmitirse a los alumnos herramientas de conocimiento.
El metaverso, el universo m¨¢s all¨¢, virtual, tiene cierta tendencia a convertirse m¨¢s bien en un inframundo. La proyecci¨®n del ser en ese escenario parece arropada por luz y visibilidad, pero es a menudo una involuci¨®n del esp¨ªritu, una reducci¨®n de su presencia en la realidad, un retroceso, un hundimiento. Un nuevo riesgo que se suma a las afecciones del alma de siempre, a los pedazos de vidas soterradas que todos, en mayor o menor medida, llevamos dentro con dificultad. Europa, con su extraordinaria tradici¨®n civil, con la calidad de su vida colectiva, el entramado admirable de sus urbes y pueblos no ha sido el lugar en el que todo este fen¨®meno aflor¨®, pero quiz¨¢ pueda ser aquel en el que se canaliza mejor. Intent¨¦moslo.