El gran desgarro entre clases altas y populares avanza
La p¨¦rdida de poder adquisitivo y la subida de las hipotecas amenazan con alimentar un leg¨ªtimo malestar con peligrosas consecuencias pol¨ªticas
El gran desgarro entre clases altas y populares avanza en Europa. La tasa de inflaci¨®n interanual dio otro paso hacia adelante en octubre en la eurozona, situ¨¢ndose en el 10,7%. Los salarios crecen a un ritmo ni remotamente comparable al del nivel de los precios, lo que se traduce en una consistente p¨¦rdida de poder adquisitivo para los trabajadores, que causa proporcionalmente mucho m¨¢s da?o y dolor a las rentas bajas que a las altas. Aunque la inflaci¨®n se fuera enfriando en los pr¨®ximos meses ¡ªlo que no est¨¢ asegurado, ya que la calma en el mercado del gas no necesariamente ser¨¢ duradera: la Agencia Internacional de la Energ¨ªa ha avisado esta semana a Europa que conviene no dar por superada esa crisis¡ª, la p¨¦rdida ya se ha materializado, y parece dif¨ªcil que los trabajadores logren una adecuaci¨®n total.
En paralelo, las subidas de los tipos de inter¨¦s ya repercuten en las hipotecas de tasas variables. Informaba este diario recientemente de que la hipoteca media ha subido en Espa?a algo m¨¢s de 200 euros mensuales. De nuevo, es un golpe asim¨¦trico, que obviamente sacude m¨¢s a los sectores m¨¢s fr¨¢giles. Estos dos factores act¨²an en un contexto de econom¨ªas que se van enfriando, probablemente entrando en recesi¨®n, lo que tampoco es buen augurio para los trabajadores europeos menos cualificados.
Todo ello se inscribe en una din¨¢mica de fragilizaci¨®n ¡ªreal o percibida como tal: ambos casos producen efectos pol¨ªticos¡ª de las clases medias que viene de lejos. El ge¨®grafo franc¨¦s Christophe Guilluy, que desde hace tiempo se ocupa del fen¨®meno, acaba de publicar un nuevo libro sobre la cuesti¨®n (Les d¨¦poss¨¦d¨¦s, ¡°Los despose¨ªdos¡±, Flammarion) que aborda sus derivadas en t¨¦rminos territoriales, sociales, pol¨ªticos. Se puede estar m¨¢s o menos de acuerdo con sus tesis, pero es evidente que ah¨ª hay un fen¨®meno central para la comprensi¨®n de nuestro tiempo, con enormes derivadas pol¨ªticas.
Las amplias clases medias conformadas en la segunda mitad del siglo pasado, sostiene Guilluy, se van evaporando, con una parte minoritaria ¡ªcultivada, bien conectada con el mundo globalizado¡ª que ha logrado engancharse a las clases altas y otra parte, mayoritaria, que se va fragilizando, est¨¢ inc¨®moda, molesta, defraudada. No est¨¢ integrada ni cultural ni pol¨ªticamente y no le vale el sistema. No tiene l¨ªderes o ideolog¨ªas claras, pero busca maneras de mostrar su malestar y rechazo por un sistema que considera excluyente: Brexit, Trump, chalecos amarillos, Cinco Estrellas, Le Pen o Meloni ¡ªque se estren¨® este jueves en Bruselas¡ª o abstenci¨®n.
Los gobiernos europeos y las instituciones comunitarias son claramente conscientes del problema. S¨®lidos programas de bienestar social han atenuado el impacto de las din¨¢micas capitalistas globalizadas en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Seg¨²n datos de Eurostat, el coeficiente de Gini, que mide la distribuci¨®n de la renta en una sociedad, se ha mantenido sustancialmente estable en la ¨²ltima d¨¦cada. Muchas cosas se han hecho en los ¨²ltimos a?os en ese sentido. En Espa?a, el Gobierno actual ha tomado importantes medidas para corregir esas tendencias, algunas estructurales (desde el incremento del salario m¨ªnimo a una reforma laboral que favorece la estabilidad, hasta el ingreso m¨ªnimo vital), otras coyunturales (por ejemplo, facilidades en los transportes p¨²blicos). Pero la batalla no est¨¢ ganada.
Que el ¨ªndice de Gini haya permanecido constante no excluye que las clases populares sufran hoy un golpe con la p¨¦rdida de poder adquisitivo o la subida de las hipotecas. No significa que mercados inmobiliarios tensionados por los movimientos de las clases altas ¡ªcomo argumenta Guilluy¡ª no est¨¦n expulsando a las clases populares de centros urbanos o zonas de litoral. No resta agudeza a la sensaci¨®n de precarizaci¨®n que muy especialmente oscurece el horizonte de los j¨®venes. Por ah¨ª avanza el desgarro en las sociedades occidentales del siglo XXI.
Mucho se ha hecho; much¨ªsimo queda por hacer. Nadie dice que sea f¨¢cil. Pero subestimar las dentelladas en el poder adquisitivo o las subidas en las hipotecas de hoy supone dejar crecer un malestar que nadie sabe c¨®mo aflorar¨¢ ma?ana. Ya ha habido bastantes sustos con ¨¦xitos de pol¨ªticos radicales como para restar importancia a ciertas cosas.
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