La teletienda de Ayuso
Gila har¨ªa maravillas con el plan para las urgencias virtuales de Madrid. Un brazo chorreando sangre mientras no se logra establecer la conexi¨®n. La sangre podr¨ªa incluso salpicar la pantalla y empa?arla. Pero hablamos de salud
En otro tiempo nos pod¨ªa fascinar la teletienda, esa retah¨ªla de ofertas tentadoras que se desplegaban en las madrugadas televisivas y que pod¨ªan convertirte en comprador sin pasar por un comercio. Despu¨¦s lleg¨® la pandemia, donde las reuniones de trabajo fueron posibles gracias a Zoom, una plataforma en la que adem¨¢s qued¨¢bamos para tomar el aperitivo con la familia, llorar a los seres queridos o ver a los abuelos y romper de alguna forma su aislamiento. Que tambi¨¦n era el nuestro. Todos lo agradecimos, pero tambi¨¦n nos saturamos de pantalla, de la posibilidad tan instant¨¢nea de saltar de una...
En otro tiempo nos pod¨ªa fascinar la teletienda, esa retah¨ªla de ofertas tentadoras que se desplegaban en las madrugadas televisivas y que pod¨ªan convertirte en comprador sin pasar por un comercio. Despu¨¦s lleg¨® la pandemia, donde las reuniones de trabajo fueron posibles gracias a Zoom, una plataforma en la que adem¨¢s qued¨¢bamos para tomar el aperitivo con la familia, llorar a los seres queridos o ver a los abuelos y romper de alguna forma su aislamiento. Que tambi¨¦n era el nuestro. Todos lo agradecimos, pero tambi¨¦n nos saturamos de pantalla, de la posibilidad tan instant¨¢nea de saltar de una reuni¨®n de marketing a un funeral por Zoom o de una entrevista de trabajo a un cumplea?os virtual sin la transici¨®n mental y f¨ªsica que procura el coche, la calle, el metro.
Hasta que ha llegado la presidenta Isabel D¨ªaz Ayuso con el plan para una nueva era asistencial en la sanidad p¨²blica, una especie de teletienda de las urgencias en la que, al otro lado de la pantalla habr¨¢, en lugar de un vendedor, un m¨¦dico. Si hay suerte.
Gila har¨ªa maravillas con la materia. Un brazo chorreando sangre mientras no se logra establecer la conexi¨®n. La sangre podr¨ªa incluso salpicar la pantalla y, una vez que apareciera el m¨¦dico, empa?ar su campo de visi¨®n. Cu¨¢ntas bromas podr¨ªan hacerse entorno al ¡°ojo cl¨ªnico¡±. Little Britain ten¨ªa un personaje memorable, una dependienta que siempre se atascaba ante las peticiones de clientes mirando al ordenador y diciendo, simplemente: ¡°Computer says no¡±. El ordenador ha dicho que no. Imposible superar el bloqueo de un m¨®vil, una tableta, una pantalla, algo solo parecido a que se le encasquillara una pistola a un h¨¦roe en una peli del Oeste. Porque no estamos hablando de una cita telef¨®nica de atenci¨®n primaria, de una consulta para conocer los s¨ªntomas y ordenar una anal¨ªtica, ni para comunicar el resultado si todo va bien. Hablamos de urgencias. Infecciones que generan problemas, accidentes, agravamientos de males, cosas medianamente serias, cosas por las que puedes morir. Humor negro.
Pero la presidenta Ayuso, a quien nadie imaginar¨ªa recurriendo a la urgencia virtual en caso de accidente, se ha propuesto reabrir a trompicones las urgencias ambulatorias que cerr¨® por la pandemia sin m¨¦dicos suficientes. Otros recibir¨¢n la llamada de emergencia, mirar¨¢n a la pantalla y deber¨¢n distinguir si hay hepatitis, peritonitis o falsa alarma. As¨ª de crudo.
Y, mientras lo hace, abre una autov¨ªa para que los madrile?os sigan huyendo en masa a la sanidad privada: si el 25% de los espa?oles tiene seguro privado, en la Comunidad de Madrid la cifra alcanza el 38,11%. Entre la teletienda y la p¨®liza, los madrile?os eligen.