Plasmaducto
Para ser verdugo en Am¨¦rica hay que saber de anatom¨ªa, como para no arruinarse este invierno en Espa?a conviene ser calderero o tener un amigo que lo sea
La caldera de la calefacci¨®n tiene aur¨ªculas y ventr¨ªculos desde los que lanza agua caliente al sistema venoso de nuestros domicilios y la recibe de nuevo para volverla a calentar, porque hablamos de un circuito cerrado, construido a imagen y semejanza del aparato circulatorio de los mam¨ªferos. Los tubos no se ven, claro, permanecen ocultos tras los tabiques como las venas tras la piel. S¨¦ que uno de ellos pasa por detr¨¢s de la pared del armario de mi dormitorio porque las camisas salen templadas, como si acabara de quit¨¢rselas un tipo con fiebre. Al principio, convencido de que alguien viv¨ªa ah¨ª dentro, me daba mucha aprensi¨®n pon¨¦rmelas. No alcanzo a comprender los misterios del cuerpo de la casa como no alcanzo a comprender las rarezas de mi paladar o de mis intestinos.
En Estados Unidos han cancelado ya un par de ejecuciones porque no encontraban las venas en las que introducir el veneno a los condenados a muerte. Si las ten¨ªan distribuidas del mismo modo que el sistema calefactor de mi hogar, tampoco me extra?a. Para ser verdugo en Am¨¦rica hay que saber de anatom¨ªa, como para no arruinarse este invierno en Espa?a conviene ser calderero o tener un amigo que lo sea y nos explique por d¨®nde pasan las arterias y por donde los capilares por los que discurre el agua caliente, para saber qu¨¦ llaves conviene cerrar y qu¨¦ llaves mantener abiertas.
Imag¨ªnense que cada d¨ªa, al despertar, tuvi¨¦ramos que conectar el cuerpo a un plasmaducto que nos proporcionara la sangre al precio del gas. No nos conectar¨ªamos, en fin. Ir¨ªamos por la vida exang¨¹es, p¨¢lidos por la falta de ox¨ªgeno y con las extremidades heladas, igual que se encuentran hoy la mayor¨ªa de los radiadores de nuestras casas en los que, cuando no funcionan, se concentra el fr¨ªo con la misma intensidad que, cuando los abrimos, se concentra el calor.
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