Venezuela, que algo queda
El problema de ¡®venezualizar¡¯ el d¨ªa a d¨ªa de la pol¨ªtica es que, cuando llega la hora de la diplomacia, Espa?a ha estado ausente
La conversaci¨®n se dio varias veces, pero recuerdo especialmente una, subiendo al barrio de Carpintero, en Petare (Caracas). Daniel, El Gordo, el ¨¢ngel de la guarda de muchos periodistas que ca¨ªamos en Venezuela, me volv¨ªa a preguntar lo mismo: ¡°?Por qu¨¦ en Espa?a se habla tanto de Venezuela? ?Qu¨¦ les pasa?¡±. Uno le trataba de explicar que la situaci¨®n de su pa¨ªs estaba siendo usada por muchos pol¨ªticos porque, para hacerle el cuento r¨¢pido, un partido que aspiraba a formar parte del Gobierno ...
La conversaci¨®n se dio varias veces, pero recuerdo especialmente una, subiendo al barrio de Carpintero, en Petare (Caracas). Daniel, El Gordo, el ¨¢ngel de la guarda de muchos periodistas que ca¨ªamos en Venezuela, me volv¨ªa a preguntar lo mismo: ¡°?Por qu¨¦ en Espa?a se habla tanto de Venezuela? ?Qu¨¦ les pasa?¡±. Uno le trataba de explicar que la situaci¨®n de su pa¨ªs estaba siendo usada por muchos pol¨ªticos porque, para hacerle el cuento r¨¢pido, un partido que aspiraba a formar parte del Gobierno hab¨ªa tenido simpat¨ªas y v¨ªnculos con el chavismo. Entonces le contaba algunas de las cosas, exageradas, falsas, descontextualizadas, que se dec¨ªan en pro de la libertad de su pa¨ªs para que, de nuevo, hiciese el an¨¢lisis expr¨¦s m¨¢s fino que se pod¨ªa escuchar: ¡°No les importamos un culo; a esa gente los mandaba yo unos d¨ªas pa¡¯ac¨¢¡±. Y soltaba El Gordo una de las carcajadas que ya no hemos vuelto a o¨ªr desde que hace dos a?os le pegaran dos tiros recorriendo aquellas mismas curvas.
Me vino este recuerdo a la cabeza porque estos d¨ªas, con motivo de la concentraci¨®n de los m¨¢s grandes patriotas espa?oles, a las redes siempre terminan llegando los mismos mensajes ¡ªpor mucho bloqueo o silencio que uno intente es imposible¡ª de que se trataba de una marcha para que Espa?a no se convierta ¡ªde una vez por todas¡ª en Venezuela. No debe haber pa¨ªs en el mundo m¨¢s referenciado como este bello lugar caribe?o. Hace pocos a?os, pr¨¢cticamente de repente, Espa?a se inund¨® de venezuelan¨®logos que nunca hab¨ªan pisado ni pisar¨ªan ni pisar¨¢n el pa¨ªs, porque, a fin de cuentas, durante un tiempo no era un destino envidiable. La cuesti¨®n era, es, repetir Venezuela, Venezuela, que algo queda. No han sido pocas las veces que a uno, que ha tenido la suerte de viajar y hacer amigos all¨¢, le han explicado las cosas que ocurr¨ªan, que no se daba cuenta, que no entend¨ªa, porque lo que pasaba no era lo que contaba y ve¨ªa, sino otra cosa, aquella que hab¨ªa escuchado, posiblemente, desde la tribuna del Congreso de los Diputados o desde alg¨²n medio con venezuelan¨®logos de profesi¨®n.
Las consecuencias van m¨¢s all¨¢ de la falta de respeto a los venezolanos, que, en su gran mayor¨ªa, siguen padeciendo una crisis humana; a los millones que tuvieron que exiliarse por la deriva autoritaria de su Gobierno. El problema de venezualizar el d¨ªa a d¨ªa de la pol¨ªtica es que, cuando llega la hora de la diplomacia, Espa?a ha estado ausente. Se ha podido comprobar las ¨²ltimas semanas, cuando pa¨ªses como Colombia, M¨¦xico, Francia o Noruega han dado un impulso para que el chavismo y la oposici¨®n lograsen acuerdos para paliar la crisis que sufren los venezolanos. Se ha constatado, incluso, que Maduro tiene emisarios dialogando con EE UU, el eterno gran enemigo. Es sorprendente que el actual Gobierno de Espa?a no haya jugado un papel m¨¢s activo en esas conversaciones, pero tambi¨¦n lo es que todos aquellos que le critican por convertir Espa?a en Venezuela no hayan, en ning¨²n momento, instado a que hiciese algo por aquel pa¨ªs que tanto aman y que tanto les preocupa.
Ahora que se abre una nueva oportunidad de di¨¢logo y que se comenzar¨¢n a negociar las condiciones para una elecci¨®n presidencial con garant¨ªas en 2024, a la par que que la espa?ola, hemos de prepararnos para volver a escuchar cientos de augurios de c¨®mo Espa?a se convertir¨¢ en aquel pa¨ªs del que tanto hablan y no conocen. El fantasma del castrochavismo, no obstante, ha sido tan eficiente que, en Am¨¦rica Latina, todos los que lo han invocado los ¨²ltimos a?os han perdido las elecciones. No quita, claro, para que se siga repitiendo el raca raca de Venezuela. Que algo queda.