S¨ªntomas de rebeld¨ªa en China
Las movilizaciones en el pa¨ªs asi¨¢tico contra la pol¨ªtica covid cero desaf¨ªan la autoridad de Xi Jingping por primera vez en a?os
Apenas un mes despu¨¦s del XX Congreso del Partido Comunista que ha otorgado a Xi Jinping un tercer mandato presidencial, China atraviesa su mayor convulsi¨®n pol¨ªtica desde la primavera de 1989. Entonces los j¨®venes estudiantes ocuparon la plaza de Tiananmen en demanda de democracia y obtuvieron como respuesta una brutal intervenci¨®n militar. Estos ¨²ltimos d¨ªas miles de manifestantes, al menos en diez grandes ciudades, sin distinci¨®n de profesiones y clases, se est¨¢n lanzando a las calles para denunciar los estrictos confinamientos impuestos por la llamada pol¨ªtica de covid cero, claramente identificada con Xi Jinping. Con folios en blanco en las manos contra la censura digital o protegiendo sus m¨®viles de la persecuci¨®n de la polic¨ªa, los manifestantes exhiben por primera vez una rebeli¨®n contra Xi Jinping que combina el rechazo a las medidas anticovid con la denuncia del control policial de un r¨¦gimen autocr¨¢tico.
El actual movimiento de desobediencia civil critica los m¨¦todos con los que se aplica la pol¨ªtica sanitaria, la ausencia de cualquier transparencia y la falta de libertades, de democracia y de rendimiento de cuentas por parte de las autoridades. Tambi¨¦n las nefastas consecuencias econ¨®micas de unos confinamientos radicales que han provocado estallidos populares en diversas f¨¢bricas e industrias duramente reprimidos. El exceso de confianza en sus poderes autoritarios y la severidad de las medidas contra la covid, han convertido esta pol¨ªtica de Xi Jinping en la bandera aglutinadora de un naciente movimiento que expresa en las calles y a trav¨¦s de v¨ªdeos de rapid¨ªsima circulaci¨®n la insumis¨®n casi siempre de j¨®venes contra el monopolio del Partido Comunista.
Es significativa la chispa que provoc¨® el estallido social. Diez personas que se hallaban confinadas murieron en el incendio de un edificio de Urumqi, la capital del Xingjiang. Todas las v¨ªctimas pertenec¨ªan a la etnia uigur, hasta hace poco mayoritaria en la regi¨®n, sometida por el r¨¦gimen a una pol¨ªtica de asimilaci¨®n, a una lenta sustituci¨®n por la poblaci¨®n de etnia han ahora ya mayoritaria y a unos internamientos masivos para modificar sus comportamientos religiosos, ling¨¹¨ªsticos e incluso de costumbres, que algunos gobiernos y parlamentos occidentales han considerado como un caso de genocidio.
La experiencia represiva del r¨¦gimen chino y sobre todo el recuerdo de la matanza de Tiananmen hace 33 a?os, justo cuando en Europa los reg¨ªmenes hermanos del comunista chino se negaban a utilizar las armas contra las reivindicaciones democr¨¢ticas, hace temer ahora lo peor. Ser¨¢ dif¨ªcil que Xi Jinping encaje un fracaso que es suyo, de su presidencia vitalicia y de sus pretensiones de superioridad del sistema autocr¨¢tico tanto en la gesti¨®n de la econom¨ªa como de la salud p¨²blica.
Las protestas en f¨¢bricas y edificios confinados por brotes de covid tienen cada vez m¨¢s una causa econ¨®mica junto al cansancio de la poblaci¨®n sometida a cribados aleatorios sistem¨¢ticos y continuas pruebas de PCR. La reciente visita de Xi Jinping a Indonesia para asistir al G-20 y la difusi¨®n de im¨¢genes de un mundo cada vez menos sometido al control de la pandemia ¡ªcomo en el Mundial de Qatar¡ª han alimentado movilizaciones que refuerzan la desconfianza en el m¨¦todo oficial para frenar la epidemia y cuestionan sin disimulo sus peores consecuencias. La temible represi¨®n policial ha empezado ya.
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