?C¨®mo enfrentar la aparici¨®n de la nueva ultraderecha?
Asombra que haya millones de personas en Brasil que, aun conocedoras de las aberraciones violentas del talante de Bolsonaro, hayan vuelto a elegirlo
Cada vez m¨¢s el mundo gira al un¨ªsono. Todo acaba siendo universal, empezando por la pol¨ªtica. Vemos, por ejemplo, el resurgir de la nueva extrema derecha con sus varios matices, sin excluir los de tinte nazi y fascista. Empez¨® como algo aislado y hasta trasnochado, pero enseguida tom¨® cuerpo e incendi¨® el planeta. Y ya est¨¢ llegando a todos los rincones.
Pensar que ese nuevo fen¨®meno que preocupa a todos pueda quedar limitado a algunos pa¨ªses es pura utop¨ªa. Ha llegado para quedarse y multiplicarse como un virus. Aqu¨ª en Brasil esa nueva derecha lo ha dominado todo con graves consecuencias no solo pol¨ªticas sino tambi¨¦n econ¨®micas que ha llevado a 30 millones a sufrir el hambre.
Lula, el nuevo presidente que dentro de semanas tomar¨¢ posesi¨®n como jefe de Estado, lo ha entendido enseguida con la agudeza pol¨ªtica que lo caracteriza. Ha reconocido que en este su tercer mandato las cosas van a ser diferentes que en el pasado, ya que la ultraderecha de Bolsonaro seguir¨¢ sin conformarse con la derrota y har¨¢ de todo para impedirle gobernar. No se trata, esta vez, de un simple cambio de poder, sino de tener que hacer frente a quien reniega de los valores de la democracia y sataniza las libertades y persigue los valores democr¨¢ticos.
La pregunta que empiezan a hacerse los analistas pol¨ªticos de los continentes donde esa nueva extrema derecha est¨¢ echando ra¨ªces es c¨®mo hacerle frente, pues se presenta como una nueva bacteria resistente a todos sus ant¨ªdotos. Estamos quiz¨¢ ante algo nuevo y a¨²n sin descifrar. Enfrentarlo con la fuerza servir¨ªa de poco y hasta agradar¨ªa a sus huestes y seguidores, amantes de la violencia y del ojo por ojo. Para esa nueva ultraderecha el discurso del di¨¢logo suena a rancio. Prefieren el enfrentamiento y hasta la violencia. Lo del di¨¢logo les suena a algo de otros tiempos que ellos desprecian.
En medio de la preocupaci¨®n por ese ascenso repentino de la ultraderecha mundial ¨Dcon sus l¨ªderes mediocres desde todos los puntos de vista pero aguerridos y que creen firmemente en la violencia¨D, se empieza a estudiar cu¨¢l podr¨ªa ser el mejor ant¨ªdoto contra esa nueva plaga pol¨ªtica que est¨¢ envenenando la esencia misma de la democracia que es el di¨¢logo, la libertad y el pluralismo de ideas.
Hay quien dice que a¨²n no existe, como en otros momentos de la historia, un verdadero profeta capaz de entender el nuevo fen¨®meno pol¨ªtico y de analizarlo en su propia esencia, ya que nada, ni en la naturaleza, nace por acaso.
Es verdad que la obra C¨®mo mueren las democracias, de Steven Lewitsky y Daniel Zibblatt, aborda con ingenio el tema de las democracias amenazadas por el nuevo populismo. Sin embargo, desde entonces las cosas han cambiado r¨¢pidamente y la nueva ultraderecha escapa a los c¨¢nones del pasado. Estamos ante un fen¨®meno nuevo que solo seremos capaces de entender y enfrentar si aceptamos que se trata de un modo in¨¦dito de agredir las ra¨ªces mismas de los valores de la libertad.
El caso del bolsonarismo de Brasil, quiz¨¢ m¨¢s que el del trumpismo de Estados Unidos, podr¨ªa servir para intentar entender la posible ¡°novedad¡± de esa nueva derecha radical y extrema, violenta y al¨¦rgica a todas las libertades y novedades que ofrecen los tiempos modernos y que supone la antipol¨ªtica al estado puro.
Dicho esto, lo que a¨²n no ha sido seriamente abordado es por qu¨¦ justo ahora ha nacido y con tanta fuerza ese fen¨®meno que parece un incendio dif¨ªcil de apagar. Sin duda mucho de ello est¨¢ directamente relacionado con la crisis, tambi¨¦n mundial, de los valores de la democracia y de la pol¨ªtica como tal que, para decirlo en palabras sencillas, que todos entienden, ha empobrecido y ha dejado de ser una forma de organizar de modo justo y plural el modo de convivencia y de organizaci¨®n de la sociedad y de los pueblos, para convertirse a los ojos de todos en un negocio econ¨®mico y de privilegios personales. Se entra en pol¨ªtica, o as¨ª aparece, para provecho personal, un juego sin siquiera esconder, realizado a la luz del sol y que ya ni averg¨¹enza a quien lo utiliza.
Esa mercantilizaci¨®n de la pol¨ªtica y el abuso de la misma para provecho personal ya ni se oculta, est¨¢ a la vista de todos y se lleva a cabo incluso a nivel del Congreso Nacional, como acaba de ocurrir aqu¨ª en Brasil con el vergonzoso y descarado ¡°presupuesto secreto¡±, gracias al cual los diputados reciben millones de un fondo para usar en obras en su pa¨ªs con fines claramente electoralistas. Y es secreto porque nadie debe saber qui¨¦n y cu¨¢nto recibe. El Supremo est¨¢ intentando anular dicho presupuesto y hasta Lula ya ha admitido que si continuara vigente tendr¨ªa que contar con ello si quiere gobernar.
Esa situaci¨®n de la degeneraci¨®n de la democracia que se est¨¢ quedando como una nuez vac¨ªa de su verdadero significado inicial podr¨ªa explicar el que haya millones hoy en todos los pa¨ªses que votan a la nueva extrema derecha no porque sean fascistas, enemigos de la libertad, violentos por naturaleza o desconocedores de las novedades que la ciencia est¨¢ preparando. Lo hacen muchos de ellos, como ha sucedido aqu¨ª en Brasil, no porque sean naturalmente contrarios a las libertades. Es algo m¨¢s.
Analizando el resultado de las ¨²ltimas elecciones brasile?as que dieron la victoria a Lula, lo que asombra es que haya habido millones de personas que, aun conocedoras de las aberraciones violentas del talante de Bolsonaro y la desolaci¨®n que cre¨® en el pa¨ªs, hubiesen vuelto a elegirlo.
Lo que empieza a aparecer claro es que hay millones de personas en el mundo, cada d¨ªa m¨¢s numerosas, que quiz¨¢ sin excesivo an¨¢lisis pol¨ªtico, se sienten no solo descontentos sino avergonzados e indignados de los usos y abusos que tantos pol¨ªticos que se proclaman democr¨¢ticos llevan a cabo a la luz del sol, sin ni siquiera ocultarlo y no pocas veces con la connivencia de la propia justicia que participa y sin pudor del mismo fest¨ªn. Eso lleva a la gente m¨¢s sencilla a decir con desd¨¦n que ¡°todos son iguales¡±.
No lo son, pero s¨ª es cierto que el crecimiento de la nueva extrema derecha empieza a aparecer como respuesta al desprestigio universal al que han resbalado los verdaderos valores de la democracia y de las libertades individuales y colectivas sin las cuales las sociedades acaban no solo descorazonadas sino que desempolvan sus peores instintos de violencia.
Son aquellos instintos que todos arrastramos desde la aparici¨®n del Homo sapiens y ante los que solo los valores de la cultura, del di¨¢logo y de la solidaridad universales pueden servir de dique seguro contra esa ola de violencias, de todos las tonalidades, que amenazan con hacer invisible nuestro peque?o planeta y acaban envenenando nuestra convivencia, desempolvando amenazas tr¨¢gicas y sangrientas del pasado que cre¨ªamos eliminadas para siempre.
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