Queridos Reyes Vagos
Esta noche, muchos ni?os sufrir¨¢n la primera gran decepci¨®n con sus padres: se dar¨¢n cuenta de que no son dioses, ni siquiera h¨¦roes, sino humanos
Ra¨²l Dumitru, de 9 a?os, perdi¨® la inocencia de la infancia a medianoche en punto del d¨ªa de Nochebuena. Mosqueado por ciertas contradicciones entre el relato y la conducta de sus padres y, sobre todo, por las insidias de sus amiguitos del cole, que le breaban con que estaba a por uvas en el asunto, urdi¨® un plan para salir de dudas. A mediados de diciembre escribi¨® en secreto dos cartas a Pap¨¢ Noel. Una, pidi¨¦ndole un juego de magia que no le interesaba en absoluto, la escondi¨® en el bolsillo del ch¨¢ndal para que su mam¨¢, al echarlo a lavar, la encontrara y tomara nota. La otra, con el juguete que deseaba, la ech¨® a un buz¨®n de correos poniendo ¡°Pap¨¢ Noel¡± en el destinatario y su nombre y direcci¨®n completos en el remitente. A las 24 horas del 24, como todos los a?os, hubo un estr¨¦pito de portazos y un golpe de viento s¨²bito en el sal¨®n de su casa y, de repente, se materializaron en el balc¨®n los regalos de toda la familia. Al abrir el suyo y ver la reluciente caja con los naipes y los dados trucados de mago, Ra¨²l se ech¨® a llorar desconsoladamente. As¨ª que en el cole ten¨ªan raz¨®n, hipaba. Le hab¨ªan estafado. Sus padres le hab¨ªan enga?ado durante nueve a?os mientras le sermoneaban con que no hab¨ªa que mentir nunca, sollozaba, provocando a la vez el llanto de sus viejos, en ese dram¨®n a la vez tierno y dur¨ªsimo en que consiste crecer y abrir los ojos a la vida.
La de Ra¨²l es la primera gran decepci¨®n de los hijos con los padres. Por primera vez, muchos se dan cuenta de que no son dioses, ni siquiera h¨¦roes, sino solo humanos. De que mienten. De que fingen. De que sufren. De que dudan. De que sudan y se desloman para, como en el caso de Ra¨²l, hijo de asistenta y gruista, poder darles un capricho a sus ni?os y mantener su ilusi¨®n hasta que sean ellos mismos quienes se caigan del trineo o del camello. Mientras hoy los Reyes Vagos apuraremos hasta el ¨²ltimo minuto de tiendas abiertas para comprarle lo que sea a quien sea y graparle el tique regalo a la bolsa para que el 7 de enero lo cambie y se lleve el doble aprovechando las rebajas, Ra¨²l ya ha aprendido una de las grandes lecciones de la vida. Le ha pedido a los Reyes el ajedrez que le pidi¨® a Pap¨¢ Noel sabiendo que malo ha de ser que no se lo traigan despu¨¦s del disgustazo y ha prometido solemnemente mantener el secreto con los m¨¢s peque?os. La historia continua.
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