Bolsonaro dej¨® una bomba en los cuarteles; Lula debe desactivarla
Si el nuevo Gobierno de Lula no reacciona para que las fuerzas armadas sean controladas por el poder civil y los oficiales legalistas, los cuarteles ser¨¢n utilizados para mantener una t¨¢ctica de desgaste pol¨ªtico
Tras ser elegido presidente, Lula cre¨® grupos de trabajo para la transici¨®n en casi todos los ministerios, excepto en Defensa. A pesar de que el n¨²mero de acad¨¦micos en el ¨¢rea creci¨® y se consolid¨® con la Estrategia Nacional de Defensa que formul¨® el Gobierno Lula en 2008, el presidente electo prefiri¨® no se?alar cambios en el estamento militar y no consider¨® hablar con uno de sus legados, la comunidad acad¨¦mica de defensa. Eligi¨® a un viejo conocido, Jos¨¦ M¨²cio, un experimentado pol¨ªtico de la derecha, para dirigir el Ministerio de Defensa.
Pragm¨¢tico, el presidente Lula opt¨® por ascender a los nuevos comandantes de las tres fuerzas armadas por antig¨¹edad, pero aun as¨ª recibi¨® protestas de los que estaban saliendo del poder. El excomandante de la Marina, almirante Almir Garnier dos Santos, se neg¨® a participar en la ceremonia. La crisis previa a la toma de posesi¨®n llev¨® a que el general Julio C¨¦sar Arruda, nuevo comandante del Ej¨¦rcito, asumiera el cargo antes de la investidura de Lula.
Nunca en la historia reciente de la democracia brasile?a un comandante militar se hab¨ªa negado a participar en la ceremonia de traspaso del m¨¢ximo cargo de la fuerza. Garnier hab¨ªa sido el responsable del improvisado desfile militar de agosto de 2021, cuando se utilizaron veh¨ªculos de la Infanter¨ªa de Marina como presi¨®n para que el Congreso aprobara una vieja agenda de Bolsonaro, el regreso del sistema de voto impreso.
En el reglamento militar, el saludo se realiza al poder constituido. En una fuerza armada profesional, se trata de un procedimiento impersonal. El bolsonarismo ha distorsionado el estamento militar dando honor al que defiende al pol¨ªtico Bolsonaro a costa de los c¨¢nones institucionales, republicanos y democr¨¢ticos. Una de las posibilidades del liderazgo carism¨¢tico, nos recuerda Max Weber, es la tensi¨®n constante con el orden jur¨ªdico racional.
El bolsonarismo ha estimulado un militarismo reactivo. Ha heredado de las generaciones anteriores el anticomunismo feroz, al igual que se ha adaptado en las redes sociales al m¨¦todo de difusi¨®n de noticias falsas. Como una especie de nuevo fascismo, se aferra a verdades nunca conocidas y a la exaltaci¨®n del mito.
El militarismo bolsonarista es autof¨¢gico y, como todo militarismo, traspasa los cuarteles hacia la sociedad mientras erosiona El profesionalismo militar. Devora a sus partidarios moderados y a todo lo que se se?ale como oposici¨®n. Durante las elecciones, algunos de los generales del alto mando del Ej¨¦rcito que se inclinaban por asumir el cargo m¨¢s alto en el gobierno de Lula, fueron llamados sand¨ªas (verde por fuera, rojo por dentro) por la militancia de Bolsonaro, una vieja expresi¨®n para referirse a los oficiales de izquierda.
M¨¢s recientemente, cuando los acampantes bolsonaristas se percataron de que los altos mandos respetaban el resultado electoral, se escribi¨® una andanada de maldiciones en las redes sociales: el Ej¨¦rcito y las Fuerzas Armadas se convirtieron en el techo de cristal del odio bolsonarista, y empezaron a ser llamados con el hashtag Frouxas Armadas (Pusil¨¢nimes Armadas). A pesar de las cr¨ªticas, muchos de estos acampantes permanecieron frente al cuartel.
Por primera vez desde el retorno a la democracia, los mandos militares interpretaron a su antojo como manifestaci¨®n democr¨¢tica el movimiento que ocupaba los muros de los cuarteles y que ped¨ªa la intervenci¨®n militar, un eufemismo de golpe de Estado. La connivencia de los mandos estaba relacionada con el perfil de los manifestantes: entre ellos, familiares de militares que apoyaban a Bolsonaro.
La bomba instalada por Bolsonaro s¨®lo podr¨¢ ser desactivada por el gobierno de Lula si hay un convencimiento de lo obvio: el profesionalismo debe proteger a la instituci¨®n y a sus miembros. La aventura de Bolsonaro nos ha llevado a un desgaste de los militares y puede llevar a la fragmentaci¨®n de las fuerzas. Los acontecimientos del domingo mostraron su grado de destrucci¨®n.
Hay ciertos aspectos que el presidente podr¨ªa tener en cuenta. Dentro de la mentalidad de los oficiales generales legalistas, formar parte del alto mando es el resultado exitoso de una carrera de tres d¨¦cadas en la que el honor se basa en la subordinaci¨®n a los poderes constituidos y en la capacidad de contribuir a la instituci¨®n. La idea de honor y sacrificio encaja con la defensa de las instituciones, de la democracia, del Estado, tal y como se define en el juramento que presta el aspirante al convertirse en oficial. Corresponder¨¢ a Lula y a su ministro de Defensa, Jos¨¦ M¨²cio, reorganizar el ministerio con civiles capacitados, elegir oficiales perfil legalista, no s¨®lo para el alto mando, sino tambi¨¦n para los comandos estrat¨¦gicos de cada una de las fuerzas. Si el criterio de antig¨¹edad sirvi¨® para elegir a los comandantes de fuerza, el criterio de m¨¦rito debe ser evaluado para los dem¨¢s, a fin de recuperar la institucionalidad y valorar el profesionalismo.
Si no hay reacci¨®n por parte del nuevo Gobierno constituido con el apoyo de los oficiales legalistas, los cuarteles ser¨¢n utilizados como locus para mantener una t¨¢ctica de desgaste pol¨ªtico del Gobierno. Para los bolsonaristas, ser¨¢ una baza; para la democracia, la derrota m¨¢s aplastante, una especie de Behemoth, el monstruo b¨ªblico que alimenta la guerra civil, inmortalizado por Thomas Hobbes.
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