En defensa de la obviedad
Quiz¨¢ sea eso lo que necesitemos, defender lo obvio, y reivindicarlo. M¨¢s cuando abundan los estrategas que a todo le quieren dar un relato
Matteo Messina Denaro, al que la polic¨ªa busc¨® por m¨¢s de 30 de a?os, viv¨ªa una vida normal en un apartamento normal, a poca distancia de su familia en Sicilia. Bajaba al bar y a la pizzer¨ªa igual que los dem¨¢s sin que nadie reparase en que ¨¦l era el capo de la Cosa Nostra, el hombre m¨¢s buscado de Italia. Su decisi¨®n fue esconderse a la vista de todo el mundo, y funcion¨®. Porque a veces lo m¨¢s dif¨ªcil es caer en lo m¨¢s evidente: pasa con los hijos y con las infidelidades y pasa en la vida en general siguiendo la premisa de George Orwell: ¡°Ver lo que est¨¢ delante de nuestros ojos requiere un esfuerzo constante¡±.
Quiz¨¢ sea eso lo que necesitemos, en medio de tantas complicaciones: defender lo obvio, y reivindicarlo. M¨¢s cuando abundan los estrategas que a todo le quieren dar un relato. Basta con ver los an¨¢lisis que han empezado a preguntarse a qu¨¦ responder¨¢ este movimiento de Vox en Castilla y Le¨®n de anunciar un protocolo para presionar a las mujeres que quieran abortar y decidir sobre s¨ª mismas. Se podr¨¢ especular sobre las razones y los momentos y hasta a qu¨¦ partido le conviene, pero no parece que haya mayores vueltas: la ultraderecha hace cosas de ultraderecha. Protocolos como ese ya los patrocina Viktor Orb¨¢n en Hungr¨ªa, y nadie dir¨ªa de Orb¨¢n que tenga inter¨¦s en beneficiar al PSOE.
Lo obvio hay que mentarlo m¨¢s, porque se cita poco. Se cita poco que la pol¨ªtica es a menudo improvisaci¨®n, y no estrategia. Que no se discute con quien discute el cambio clim¨¢tico, porque no se puede y no tiene sentido. Que las enfermedades no son luchas, sino procesos cuya cura precisa de sanitarios e investigadores y dinero con el que pagarles. Que el estado de ¨¢nimo de una persona no tiene que ver con que est¨¦ triste o alegre, sino con las condiciones en las que viva y trabaje. Que los indicadores econ¨®micos no miden a una sociedad.
Se cita poco lo obvio y se explica menos a¨²n, en cualquier campo: not¨¦ el chasco entre un grupo de estudiantes la tarde en que, en una charla sobre el periodismo, les habl¨¦ de la importancia de lo evidente, que todos sab¨ªan por supuesto: que no escribieran nunca una frase que ellos mismos no entendieran, que no dieran nada por supuesto, que escribieran sin alargar con artificios las palabras, que pensaran siempre en el oyente o el lector. Percib¨ª la decepci¨®n y, sin embargo, me qued¨¦ corto. Hoy alargar¨ªa la lista y pedir¨ªa ayuda. Porque eso nos falta: atender a lo evidente. Clamarlo a los gritos, ahora que nos resulta m¨¢s dif¨ªcil o¨ªr la voz de un sabio que la de un charlat¨¢n.
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