El abandono de Etiop¨ªa
La guerra en el norte de este pa¨ªs africano exige de la comunidad internacional una reparaci¨®n del da?o causado en uno de los conflictos m¨¢s letales del siglo XXI
La guerra en Etiop¨ªa, que estall¨® en 2020 cuando los dirigentes de la regi¨®n de Tigray se rebelaron frente a los cambios en los equilibrios de poder introducidos por el primer ministro et¨ªope y premio Nobel de la Paz Abiy Ahmed, ha sido una de las m¨¢s letales de este siglo, con unas 600.000 v¨ªctimas civiles, seg¨²n la investigaci¨®n del profesor Jan Nyssen, de la Universidad de Gante, y los c¨¢lculos de organismos como la Uni¨®n Europea o la Uni¨®n...
La guerra en Etiop¨ªa, que estall¨® en 2020 cuando los dirigentes de la regi¨®n de Tigray se rebelaron frente a los cambios en los equilibrios de poder introducidos por el primer ministro et¨ªope y premio Nobel de la Paz Abiy Ahmed, ha sido una de las m¨¢s letales de este siglo, con unas 600.000 v¨ªctimas civiles, seg¨²n la investigaci¨®n del profesor Jan Nyssen, de la Universidad de Gante, y los c¨¢lculos de organismos como la Uni¨®n Europea o la Uni¨®n Africana. Todos coinciden en que el bloqueo total que sufri¨® Tigray es el principal responsable de esta elevada mortalidad, pues impidi¨® no solo la entrada de alimentos y material m¨¦dico, sino el acceso de la ayuda humanitaria que pretend¨ªa paliar las consecuencias del conflicto.
El alto el fuego firmado en noviembre de 2022 ha logrado acallar las armas, pero es fr¨¢gil y no ha permitido que buena parte de los dos millones de desplazados por el conflicto regrese a¨²n a sus casas. Alcanzar una paz estable y duradera pasa por un acuerdo que incluya justicia y reparaci¨®n. Si una investigaci¨®n oficial e independiente concluye que uno de los dos bandos enfrentados, presuntamente el ej¨¦rcito et¨ªope y sus aliados de las Fuerzas Armadas eritreas y milicias amharas, bloquearon intencionadamente a toda una regi¨®n para provocar una terrible hambruna, dicho bando tendr¨ªa que asumir la responsabilidad.
La estrategia no es original. Se llev¨® a cabo en los asedios medievales, la aplicaron los nazis contra los jud¨ªos en el gueto de Varsovia y, m¨¢s tarde, fue la cruel t¨¢ctica de Nigeria en la regi¨®n independentista de Biafra. M¨¢s recientemente, tambi¨¦n en Siria y Yemen millones de personas han sufrido por la escasez de comida. Pero, como se recoge en el Estatuto de Roma que regula el Tribunal Penal Internacional, ¡°usar intencionalmente el hambre de civiles como m¨¦todo de guerra priv¨¢ndolos de objetos indispensables para su supervivencia, incluso impidiendo deliberadamente los suministros de socorro seg¨²n lo dispuesto en los Convenios de Ginebra¡±, es un crimen de guerra.
El bloqueo impuesto a Tigray no solo impidi¨® la entrada de comida o medicinas, tambi¨¦n supuso cortar la comunicaci¨®n de la regi¨®n con el resto del mundo. El Gobierno et¨ªope impidi¨® el acceso a los periodistas a las zonas de conflicto y los cortes de luz y de internet contribuyeron al aislamiento. Fue una guerra con muy pocos testigos, pero ni las autoridades et¨ªopes ni la comunidad internacional pueden mirar m¨¢s tiempo hacia otro lado. El alto el fuego en el norte de Etiop¨ªa ya ha permitido la restauraci¨®n de servicios b¨¢sicos y la entrada de ayuda humanitaria. Pero los dos largos a?os de conflicto han sido de una dureza extrema y queda por definirse el estatuto de Tigray dentro de un pa¨ªs que vive profundos cambios. Deben incluirse tambi¨¦n f¨®rmulas de reparaci¨®n del da?o causado. Porque una cosa es detener la guerra y otra distinta, construir la paz.