Esquivar el Parlamento
El impulso hacia la confrontaci¨®n est¨¢ tan automatizado que el contenido sobre el que se organiza la bronca desaparece detr¨¢s de las increpaciones mutuas
Estas dos ¨²ltimas semanas se han colado dos temas de pol¨ªtica internacional en nuestra discusi¨®n pol¨ªtica. Es algo casi milagroso, dada su tozuda predisposici¨®n a concentrarse solo en las cosas de casa. El primero fue la cuesti¨®n del env¨ªo de los tanques Leopard a Ucrania, y el segundo la Reuni¨®n de Alto Nivel con Marruecos. Uno tiene la virtud de hacernos m¨¢s presente el pulso de la guerra; el otro combina una importante dimensi¨®n econ¨®mica aparte de la m¨¢s estrictamente pol¨ªtica. Sobre ambos creo que se ha informado con bastante amplitud. En eso no tengo quejas. Poco a poco vamos interiorizando la idea de que ya apenas hay nada que ocurra fuera de nuestras fronteras que no tenga alg¨²n efecto sobre nuestra vida cotidiana. Por no hablar de la pol¨ªtica europea, que es, como se viene diciendo desde hace a?os, pol¨ªtica interior. La pregunta que cabe hacerse, sin embargo, es por qu¨¦ no se discuten estas cuestiones en el Parlamento.
No hay tema m¨¢s relevante ahora mismo que lo que ocurre en el campo de batalla ucranio, ?no le gustar¨ªa a usted saber qu¨¦ es lo que piensan las distintas fuerzas pol¨ªticas espa?olas al respecto? Yo s¨ª echo en falta saber de viva voz cu¨¢l es la opini¨®n de los distintos grupos sobre el env¨ªo de armas pesadas y, de paso, su actitud general ante este conflicto b¨¦lico. En el Parlamento alem¨¢n s¨ª se discuti¨®, claro, y ah¨ª se pudieron apreciar actitudes de lo m¨¢s variado a lo largo del espectro pol¨ªtico, con el curioso resultado de que quienes se manifestaron en contra fueron, precisamente, AfD y Die Linke, los polos opuestos. ?Cu¨¢l habr¨ªa sido aqu¨ª el resultado? Lo adivinamos, aunque desconocemos el tipo de argumento del que se valdr¨ªan unos u otros. Otro tanto ocurre con la cuesti¨®n de Marruecos. Tengo la esperanza de que el presidente del Gobierno presente en sesi¨®n parlamentaria los resultados de la cumbre, pero me temo que seguir¨¢ quedando en la sombra el porqu¨¦ del extraordinario giro que supuso en nuestra pol¨ªtica exterior el reconocimiento de la soberan¨ªa marroqu¨ª sobre el Sahara. Todo lo que afecta a Marruecos sigue envuelto en la niebla.
En algunas democracias m¨¢s avanzadas que la nuestra la discusi¨®n parlamentaria de pol¨ªtica exterior y europea est¨¢ tan interiorizada que los gobiernos incluso llegan a presentar al Parlamento sus posturas antes de una cumbre europea, por ejemplo. Con todo, s¨ª se aprecia por doquier el s¨ªndrome de preeminencia creciente del Ejecutivo, su paulatina concentraci¨®n del poder a expensas del Legislativo, que tiende a quedar preterido. Esta din¨¢mica suele presentarse adem¨¢s como parte de la presunta crisis de la dimensi¨®n liberal de la democracia, la relativa al debilitamiento de los controles de la acci¨®n de gobierno. En nuestro caso es evidente, sin embargo, que hay otras razones que tienden a inhibir un mayor protagonismo parlamentario. Me refiero a la asfixiante temperatura de los debates parlamentarios, que muchas veces nos conduce a preguntarnos si tiene sentido suscitar algunos temas si luego no van a dar lugar a un debate racional o ni siquiera se va a hablar de ellos. El impulso hacia la confrontaci¨®n est¨¢ tan automatizado ¨Dbasta ver las sesiones de control del Gobierno¨D, que el contenido sobre el que se organiza la bronca desaparece detr¨¢s de las increpaciones mutuas.
Bentham dec¨ªa que las chispas que surgen de los debates parlamentarios sirven para iluminar las cuestiones en disputa. Yo dir¨ªa que en nuestro caso sirven m¨¢s bien para apagarlas, para ocultarlas. Pero eso no deber¨ªa ser una excusa para ni siquiera intentarlo. Si la moci¨®n de censura de Vox no lo impide.
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