Que empiece la fiesta
En los pr¨®ximos meses vamos a ver a qu¨¦ se parece una red social cuando no hay l¨ªmites, cuando la verdad tiene poco o nada que aportar en la expresi¨®n de las ideas y de los hechos
Acaba de llegar a Espa?a Twitter Blue, el sistema que permite que cualquier titular de una cuenta de Twitter pueda, previo pago, colocar en su perfil una insignia de verificaci¨®n, independientemente de que el contenido de la cuenta sea interesante y riguroso o, por el contrario, se revele falso, ofensivo, de mal gusto, roce el delito o todo a la vez. En el Twitter de Elon Musk, por 8 eur...
Acaba de llegar a Espa?a Twitter Blue, el sistema que permite que cualquier titular de una cuenta de Twitter pueda, previo pago, colocar en su perfil una insignia de verificaci¨®n, independientemente de que el contenido de la cuenta sea interesante y riguroso o, por el contrario, se revele falso, ofensivo, de mal gusto, roce el delito o todo a la vez. En el Twitter de Elon Musk, por 8 euros al mes puedes colocarte galones en la pechera de tu cuenta sin que resulte problem¨¢tico que, m¨¢s all¨¢ del indicativo azul que aparece junto a tu nombre, alguien descubra un universo de hediondez. Un repaso inicial a las primeras incorporaciones espa?olas a este programa de pago por falsa reputaci¨®n hace presagiar momentos memorables. Ya han pasado por caja activistas ideol¨®gicos irrelevantes que, con la insignia en lo alto, juegan desde hace un par de d¨ªas a ser los m¨¢s machotes de la fiesta. Ahora cargan con m¨¢s convicci¨®n sus insultos y apoyan sus diatribas antiinmigraci¨®n con material gr¨¢fico sacado de Dios sabe d¨®nde. Descubrimos supuestos medios de comunicaci¨®n desconocidos para el gran p¨²blico. Se han comprado el simbolito azul que luce flamante junto al nombre de la falsa web de noticias. De esta forma ser¨¢n muchos m¨¢s los incautos que creer¨¢n que algo de lo que publican en su cuenta posee un atisbo de verdad.
Me van a permitir no citar a ni una sola de estas cuentas, pero s¨ª recordarles que, si desean saber cu¨¢ndo conviene desconfiar de lo que leen en Twitter, basta con pulsar sobre la insignia azul que aparece junto al titular de una cuenta. Si aparece el mensaje ¡°esta cuenta est¨¢ verificada porque est¨¢ suscrita a Twitter Blue¡±, es el momento.
Har¨¢ falta encomendarse a la sagacidad de los usuarios de las redes y a las nuevas competencias de los periodistas para que sepan identificar y sacar a la luz las paletadas de desinformaci¨®n y mensajes de odio que van a inundar los circuitos de la informaci¨®n en Espa?a en un a?o de contienda electoral casi permanente. Los falsificadores de honorabilidad son el pen¨²ltimo problema y no es el m¨¢s grave. La pregunta del mill¨®n es qui¨¦n puede contener tanta basura cuando el feliz nuevo propietario de Twitter ha diezmado los recursos humanos y materiales destinados a moderar los contenidos que circulaban por la red social en todo el planeta. En los pr¨®ximos meses vamos a ver a qu¨¦ se parece una red social cuando no hay l¨ªmites, cuando la verdad tiene poco o nada que aportar en la expresi¨®n de las ideas y de los hechos.
La lucha contra la desinformaci¨®n est¨¢ a punto de perder otra importante batalla. Decenas de centros de investigaci¨®n especializados, profesores universitarios y responsables de unidades de estudios dejar¨¢n en varios d¨ªas de gozar de acceso gratuito a los datos de Twitter, un material indispensable para entender c¨®mo operan las din¨¢micas de la manipulaci¨®n y c¨®mo pueden ser identificadas y combatidas. Algunos de estos centros de investigaci¨®n han desarrollado durante a?os herramientas gratuitas de detecci¨®n de cuentas falsas y de campa?as de odio, un material de uso diario con el que trabajamos y que compartimos con nuestros alumnos muchos profesores. Sin trabajos como el del Observatorio de Social Media de la Universidad de Indiana, hoy no contar¨ªamos con una instituci¨®n desde la que comprobar y entender c¨®mo la desinformaci¨®n carcome cada d¨ªa los pilares de nuestras democracias.
Musk, el ¡°absolutista de la libertad¡±, como le gusta denominarse, demuestra menos apego al compromiso de la transparencia y cierra la ventana a las miradas expertas.
Amigos del caos, que empiece la fiesta.