Peque?ines en las redes sociales
Quiz¨¢s las personas adultas escapamos a sus ardides, pero los m¨¢s j¨®venes quedan atrapados en las plataformas
Las redes sociales sirven para dos cosas: conectarnos y compararnos. Lo primero nos enriquece, porque nos acerca a personas e ideas lejanas, y lo segundo nos empobrece, porque nos pone en una pir¨¢mide mental en la que los m¨¢s populares de la clase, la oficina o la pandilla ocupan la c¨²spide y nosotros unos cuantos escalones por debajo. Esa monta?a es virtual, pero tiene un coste real y continuo sobre nuestra psique. Estamos enchufados a las redes varias horas todos los d¨ªas del a?o, ...
Las redes sociales sirven para dos cosas: conectarnos y compararnos. Lo primero nos enriquece, porque nos acerca a personas e ideas lejanas, y lo segundo nos empobrece, porque nos pone en una pir¨¢mide mental en la que los m¨¢s populares de la clase, la oficina o la pandilla ocupan la c¨²spide y nosotros unos cuantos escalones por debajo. Esa monta?a es virtual, pero tiene un coste real y continuo sobre nuestra psique. Estamos enchufados a las redes varias horas todos los d¨ªas del a?o, yonquis del chute de dopamina, breve y superficial, que nos proporcionan estas plataformas digitales al ense?arnos que miles de personas le han dado ¡°me gusta¡± a nuestra foto o tuit. Estas gratificaciones inmediatas nos vuelven adictos porque no satisfacen, sino que estimulan, nuestros deseos.
Pero una cosa es afirmar que las redes sociales generan ansiedad, y est¨¢n detr¨¢s de la epidemia en la salud mental que parece extenderse como una sombra por todo el planeta desde hace aproximadamente una d¨¦cada, y otra cosa es demostrarlo cient¨ªficamente. ?Y si lo que est¨¢ sucediendo es que los j¨®venes declaran ahora unos niveles m¨¢s altos de ansiedad y depresi¨®n no porque objetivamente sufran m¨¢s, sino m¨¢s bien al contrario, porque son emocionalmente m¨¢s maduros y, para ellos, los problemas mentales no tienen el estigma que coartaba a generaciones anteriores?
Varios estudios cient¨ªficos descartan esta hip¨®tesis alternativa y confirman los peores augurios. Como se?ala el psic¨®logo social Jonathan Haidt, a partir de 2012, a?o en el que las redes sociales generalizan y fomentan el uso de botones como ¡°retuitear¡±, ¡°compartir¡± y ¡°me gusta¡± en los dispositivos m¨®viles, se disparan en Estados Unidos los diagn¨®sticos de trastornos mentales en adolescentes. El porcentaje de chicas que ha sufrido un episodio de depresi¨®n ha escalado hasta casi el 30%. Esto podr¨ªa deberse a que los j¨®venes de hoy simplemente son m¨¢s sinceros que los de ayer, pero eso no explicar¨ªa el aumento de los ingresos hospitalarios por heridas autoinfligidas (de casi el 200% desde 2010 para ni?as de entre 10 y 14 a?os) o los suicidios (que se han duplicado para todos los menores de 10 a 14).
Quiz¨¢s las personas adultas escapamos a sus ardides, pero los m¨¢s j¨®venes quedan atrapados en las redes sociales. As¨ª que, como en el anuncio de los pezque?ines, hay que responder: ?No, gracias! Debemos dejarlos crecer. @VictorLapuente