Monta?as sin nieve
Las proyecciones cient¨ªficas sobre los efectos del cambio clim¨¢tico exigen cambiar los planes de explotaci¨®n tur¨ªstica
La percepci¨®n intuitiva del cambio clim¨¢tico se extiende de forma cada vez m¨¢s invasiva y los ejemplos se multiplican en la experiencia cotidiana: la temporada de nieve ha sido este a?o catastr¨®fica, no por falta de afici¨®n o de p¨²blico, sino de nieve. Seg¨²n las proyecciones del Observatorio Pirenaico del Cambio Clim¨¢tico, ...
La percepci¨®n intuitiva del cambio clim¨¢tico se extiende de forma cada vez m¨¢s invasiva y los ejemplos se multiplican en la experiencia cotidiana: la temporada de nieve ha sido este a?o catastr¨®fica, no por falta de afici¨®n o de p¨²blico, sino de nieve. Seg¨²n las proyecciones del Observatorio Pirenaico del Cambio Clim¨¢tico, hacia 2050 se prev¨¦ un descenso del 50% del espesor del manto nival entre los 1.800 y los 2.200 metros, que es donde suelen ubicarse la mayor¨ªa de las estaciones de esqu¨ª, y sin que ese horizonte responda a la perspectiva m¨¢s pesimista sobre la reducci¨®n de emisiones. Las temperaturas aumentar¨¢n sin duda y de forma m¨¢s acusada en los Pirineos, seg¨²n un acuerdo un¨¢nime de los cient¨ªficos.
Los ecosistemas de monta?a son especialmente sensibles a los efectos del cambio clim¨¢tico, como vienen advirtiendo los expertos, y de manera muy notable en lo que se refiere a la nieve. Eso significa que en funci¨®n de c¨®mo evolucionen las emisiones de los gases de efecto invernadero en las zonas de monta?a, se puede traducir en que parte de las precipitaciones pasen de caer en forma de nieve a hacerlo como lluvia, con nevadas a¨²n m¨¢s tard¨ªas y deshielos m¨¢s tempranos. Por supuesto, esto no pasa solo en Espa?a, situaciones similares se est¨¢n dando en todo el mundo.
Este escenario obliga a replantear el modelo econ¨®mico del turismo de monta?a. Abandonar el monocultivo de la nieve es hoy una obligaci¨®n si se quiere mantener una l¨ªnea tur¨ªstica viable y de futuro. De hecho, una parte del sector lleva tiempo apostando por la desestacionalizaci¨®n del turismo en los valles con estaciones de esqu¨ª y por la diversificaci¨®n de la oferta en las cuatro estaciones. No se trata de cerrar las estaciones, sino de adaptarlas a la nueva realidad clim¨¢tica.
Consideraci¨®n distinta merecen los nuevos proyectos de ampliaci¨®n de estaciones que se est¨¢n planteando. Catalu?a ha incorporado una nueva pista en D¡¯Ossau en Baqueira y dos en Bo¨ª Ta¨¹ll; Andorra, otra en Grandvalira; y Arag¨®n, a la ampliaci¨®n de Cerler, con 23 kil¨®metros m¨¢s en Castanesa en el valle de Benasque, pretende a?adir el pol¨¦mico proyecto de uni¨®n de las estaciones de Ast¨²n, Formigal y Candanch¨². Todas estas iniciativas, que buscan leg¨ªtimamente mantener el negocio de la nieve como una inversi¨®n importante para el desarrollo econ¨®mico, obvian la realidad previamente descrita: que su materia prima, la nieve, va a verse reducida hasta comprometer en unos casos, y hacer inviable en otros, su explotaci¨®n econ¨®mica.
La situaci¨®n se vuelve m¨¢s incoherente cuando alguno de estos proyectos se intenta financiar con fondos del Plan de Recuperaci¨®n, Transformaci¨®n y Resiliencia de la UE, que tienen como objetivo impulsar la econom¨ªa verde y el turismo sostenible.
Esas inversiones deber¨ªan ir destinadas a proyectar, planificar y, en su caso, ejecutar las infraestructuras, programas y medidas que ayuden a convertir la monta?a en destinos de turismo con un futuro menos vol¨¢til. El objetivo tendr¨ªa que ser superar la dependencia de la nieve y proponer una oferta tur¨ªstica para todo el a?o a partir de los recursos existentes y de las proyecciones cient¨ªficas sobre el futuro inmediato. El coste de oportunidad, en este caso, puede salir muy caro.