Pedro S¨¢nchez: hay una izquierda que se agota
El desencanto actual nace de una quiebra de las elevadas expectativas ante la llegada de los partidos de la coalici¨®n al Gobierno y la incapacidad de ofrecer un horizonte ilusionante ante la desaz¨®n inflacionista
Hay una izquierda que se agota. Pedro S¨¢nchez podr¨ªa perder el Gobierno de Espa?a en diciembre tras este a?o electoral decisivo. Y ello no solo va a depender de la inflaci¨®n o del encarecimiento de la vida para las familias. La izquierda espa?ola se enfrenta adem¨¢s al cierre de un ciclo pol¨ªtico que comenz¨® en nuestro pa¨ªs en 2015 y muestra ahora s¨ªntomas de declive. Hay una izquierda que se agota para que pueda nacer otra nueva.
Y ese agotamiento se palpa en los s¨ªmbolos. No es casual que haya j¨®venes que no saben lo que signific¨® el 15-M de 2011, como hito sobre el que una parte de la izquierda asent¨® sus nuevas l¨®gicas para entender la pol¨ªtica espa?ola. Era la idea de una izquierda a la contra, de se?alar a los culpables por la crisis econ¨®mica: la casta, la Uni¨®n Europea, los bancos... Era la izquierda de la emocionalidad frente al desgarro de las pol¨ªticas austeridad o los despidos. Es el sentir que cristaliz¨® en Podemos en 2014, y es la izquierda que triunf¨® en la moci¨®n de censura de S¨¢nchez con el ¡°no a Rajoy¡± en 2018.
Sin embargo, esa izquierda asiste ahora a una paradoja. El Gobierno del PSOE y Unidas Podemos saca pecho por haber gestionado la inflaci¨®n con una conciencia social distinta ¡ªinyectando ayudas o buscando preservar el empleo¡ª y aun as¨ª, sigue sin liderar muchas encuestas. Pero el desencanto de una parte del progresismo no se puede explicar solo mediante los datos econ¨®micos. Subyace el fin de un ciclo pol¨ªtico que va incluso m¨¢s all¨¢ del elevado precio de los alimentos o la vivienda.
Primero, hay una izquierda que se agota de forma natural porque ya ha gobernado durante casi cinco a?os. Con mayor o menor acierto, muchos de aquellos ideales previos, como apaciguar el conflicto en Catalu?a, impulsar avances feministas, o profundizar en la memoria democr¨¢tica aparecen hoy en el BOE. Lo que antes fueron utop¨ªas se sientan hoy ante el tribunal de los hechos, donde los votantes juzgar¨¢n m¨¢s los errores o los aciertos que las buenas intenciones.
La izquierda deber¨¢ preguntarse, pues, c¨®mo dar continuidad a lo conseguido, de modo que sus bases salgan del letargo de creer que est¨¢ todo hecho. En este per¨ªodo tan antiemotivo no surtir¨¢ efecto seguir tirando de enemigos. El mantra de ¡°que viene la ultraderecha¡± ya no moviliza como en 2019. Tampoco parecen tener gran efecto los discursos populistas de una parte del Ejecutivo contra jueces, e incluso, contra las filas de la propia izquierda, m¨¢s all¨¢ de desviar la atenci¨®n de las familias ante la preocupaci¨®n por su bolsillo.
Segundo, hay una izquierda que se agota porque sus propuestas econ¨®micas se han vuelto mainstream. Las ideas que en 2011 eran cuasi revolucionarias gozan hoy de aval o consenso en la UE. Intervenir ciertos mercados o moderar los precios de la energ¨ªa para evitarle m¨¢s precariedad a las clases trabajadoras no es ya un acto rupturista sino de realismo pol¨ªtico. Lo recordaba un antiguo dirigente de Podemos en una reciente conferencia en el C¨ªrculo de las Bellas Artes, en alusi¨®n al nacimiento de su partido: ¡°Ten¨ªamos las recetas, pero no el contexto propicio¡±.
Y quiz¨¢s, el desencanto actual nace de una quiebra de aquellas elevadas expectativas. La izquierda ilusion¨® a su llegada al poder con la idea de que era posible acabar con la progresiva p¨¦rdida de poder adquisitivo que Espa?a sufre desde hace m¨¢s de una d¨¦cada. La inflaci¨®n, en cambio, pone ahora muchas trabas en la lucha contra el empobrecimiento de las capas m¨¢s desfavorecidas, pese a la subida del salario m¨ªnimo o el ingreso m¨ªnimo vital. Por su parte, a la depauperada ¡°clase media¡± no le entusiasma pensar que, a lo sumo, capear¨¢ el temporal inflacionista, pero el salario medio podr¨ªa a la larga seguir estancado o igual de bajo que antes de la pandemia.
El caso es que las crisis econ¨®micas solo aceleran procesos pol¨ªticos que estaban en marcha previamente. La inflaci¨®n deja al descubierto las carencias de una izquierda capaz de seducir con una idea de justicia social que implique a los de arriba, pero menos triunfante a la hora de vender un proyecto ambicioso de crecimiento, transformaci¨®n industrial y tecnol¨®gica de futuro a los de abajo. La desaz¨®n inflacionista del presente solo se puede combatir mediante la idea de un horizonte a¨²n m¨¢s ilusionante.
Y aunque hay una izquierda que se agota, hay un clima de fondo que la favorece. El contexto de la invasi¨®n de Ucrania y la pandemia han reavivado en Espa?a una suerte de sentido com¨²n socialdem¨®crata. Quien sea que ocupe La Moncloa el a?o que viene enfrentar¨¢ un ciclo que va de mejorar el nivel de vida de las familias, e incluso, del papel que el Estado juega en ello. No es casual que la mayor movilizaci¨®n de los ¨²ltimos d¨ªas en nuestro pa¨ªs haya sido en defensa de la sanidad p¨²blica. Es decir, un contexto donde una marcada derecha liberal patina.
Hay una izquierda que se agota a las puertas de este a?o electoral decisivo. El PP podr¨ªa arrebatar al PSOE el primer puesto y Unidas Podemos mantiene abierta su reformulaci¨®n en torno al liderazgo de Yolanda D¨ªaz. Pero en pol¨ªtica no siempre lo que se agota se muere. Si hay una izquierda que se agota es para que pueda nacer otra nueva.
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