El asno del Mes¨ªas
Si el gobierno ¡®ultra¡¯ de Netanyahu se sale con la suya, Israel dejar¨¢ de ser un Estado democr¨¢tico y de derecho
La democracia, sin ley, es ef¨ªmera. Conduce a la dictadura. La ley sin democracia es la dictadura misma, un Estado que puede tener derecho, pero nunca es de derecho. No hay separaci¨®n de poderes, jueces independientes, control parlamentario y judicial del Ejecutivo ni, por supuesto, consentimiento de los gobernados como corresponde a la democracia liberal y representativa.
Israel se halla ahora en una encrucijada en la...
La democracia, sin ley, es ef¨ªmera. Conduce a la dictadura. La ley sin democracia es la dictadura misma, un Estado que puede tener derecho, pero nunca es de derecho. No hay separaci¨®n de poderes, jueces independientes, control parlamentario y judicial del Ejecutivo ni, por supuesto, consentimiento de los gobernados como corresponde a la democracia liberal y representativa.
Israel se halla ahora en una encrucijada en la que se juega su alma democr¨¢tica, forjada en la historia heroica y tr¨¢gica del sionismo. El Gobierno m¨¢s extremista desde su fundaci¨®n quiere situar la voluntad del Parlamento, representante de la mayor¨ªa, por encima de la interpretaci¨®n de la ley, hasta ahora competencia de los jueces en un pa¨ªs sin Constituci¨®n escrita.
Como consecuencia, se convertir¨¢ en un Estado con apartheid, en el que ni los ciudadanos israel¨ªes ¨¢rabes ni los palestinos de los territorios ocupados contar¨¢n con jueces que protejan sus derechos cuando sean vulnerados, como ha sucedido en multitud de ocasiones. Ser¨¢, ya sin matices, una democracia ¨¦tnica y mayoritaria, en la que no se respetar¨¢n ni la voz ni los derechos de las minor¨ªas.
Esta involuci¨®n es obra de la ambici¨®n y los nulos escr¨²pulos de Benjam¨ªn Netanyahu, primer ministro durante 17 a?os, que ha conseguido ganar las elecciones y recuperar el Gobierno gracias a su alianza con los ultraortodoxos fundamentalistas y con los colonos racistas y a un programa electoral que, de aplicarse, significar¨¢ la muerte de Israel como Estado a la vez jud¨ªo y democr¨¢tico. No lo dice la oposici¨®n palestina, ni el pacifismo israel¨ª, ni la opini¨®n europea de escasas simpat¨ªas hacia Israel. Lo dicen Isaac Herzog, el presidente de Israel, el exprimer ministro Ehud Olmert, mandos militares y de los servicios secretos, e incluso portavoces del sionismo m¨¢s duro.
Sin seguridad jur¨ªdica, est¨¢ en peligro la start-up nation, innovadora y tecnol¨®gica, que ha sabido atraer tantas inversiones y tanto talento. Peligra la ejemplaridad de su experiencia, as¨ª como el atractivo internacional del sionismo liberal. Desaparece del horizonte la imprescindible paz con los palestinos, espina clavada en las conciencias democr¨¢ticas. Si Netanyahu se sale con la suya, habr¨¢ dos legitimidades contrapuestas, la del Supremo, que anular¨¢ la ley aprobada por el Parlamento de mayor¨ªa ultra, y la de este Parlamento que pretende someter a los jueces. El enfrentamiento civil est¨¢ servido.
Shlomo Ben Ami, historiador, hispanista y exministro de Exteriores de Israel, lo ha explicado esta semana en un magistral art¨ªculo en La Vanguardia (El honor perdido de la democracia israel¨ª, 17 de marzo), en el que da con la figura evang¨¦lica que mejor encarna el papel de los l¨ªderes populistas en relaci¨®n a las dictaduras: ¡°Netanyahu es, para ellos [los fascistas supremacistas y te¨®cratas], el asno del Mes¨ªas; del mismo modo que Donald Trump, el ateo hedonista, lo fue para los cristianos evang¨¦licos de Estados Unidos¡±.