Cerebros colonizados
Me pregunto si nuestras ideas y preferencias tambi¨¦n son inducidas. Si los Bernay de turno, desde la sombra, dictan nuestros pensamientos y decisiones
En una revista que no viene al caso reencuentro el nombre de Edward Bernays (Viena, 1891-Massachusetts, 1995), cuyos m¨¦ritos mayores no fueron vivir m¨¢s de 100 a?os ni haber sido sobrino de Sigmund Freud. Algo, no obstante, se le peg¨® del t¨ªo (la teor¨ªa del subconsciente y eso) que le result¨® ¨²til en el desempe?o de su especialidad: la manipulaci¨®n de las masas. A¨²n suena su nombre de vez en cuando en debates sostenidos por c...
En una revista que no viene al caso reencuentro el nombre de Edward Bernays (Viena, 1891-Massachusetts, 1995), cuyos m¨¦ritos mayores no fueron vivir m¨¢s de 100 a?os ni haber sido sobrino de Sigmund Freud. Algo, no obstante, se le peg¨® del t¨ªo (la teor¨ªa del subconsciente y eso) que le result¨® ¨²til en el desempe?o de su especialidad: la manipulaci¨®n de las masas. A¨²n suena su nombre de vez en cuando en debates sostenidos por contendientes que acuden a la lid dial¨¦ctica pertrechados con algo m¨¢s que opiniones. Se le atribuye el primer libro consagrado a las relaciones p¨²blicas, Crystallizing public opinion, del que hubo edici¨®n espa?ola hace unas d¨¦cadas. Describi¨® con abundancia de ejemplos pr¨¢cticos la t¨¦cnica de imbuir deseos, convicciones y necesidades a los dem¨¢s.
Durante el desfile neoyorquino de Pascua de 1929, en medio del gent¨ªo que abarrotaba la Quinta Avenida, 10 mujeres se arrancaron a fumar sendos cigarrillos: un esc¨¢ndalo, una provocaci¨®n, que ellas, en declaraciones a la prensa, tildaron de ruptura de un tab¨². Al poco, im¨¢genes de mujeres fumadoras ilustraron peri¨®dicos y revistas. Entre las 10 citadas estaba la secretaria de Bernays, el cual hab¨ªa ideado la acci¨®n con el objeto de aumentar las ventas de tabaco en Estados Unidos, lo que consigui¨®. No menos c¨¦lebre fue su campa?a, con el conchabamiento de m¨¦dicos remunerados, en pro de un mayor consumo de panceta, perd¨®n, beicon en aquel pa¨ªs.
Me pregunto si nuestras ideas y preferencias tambi¨¦n son inducidas. Si los Bernays de turno, desde la sombra, dictan nuestros pensamientos y decisiones. Si andamos por la vida con la mente colonizada, ?por qui¨¦n, para qu¨¦?, y ni siquiera lo sospechamos. Si no somos de derechas porque creemos err¨®neamente que somos de izquierdas o viceversa. De todo esto los demagogos saben mucho, casi tanto como los que nunca dudan.