Si esto es vida, ?qu¨¦ es lo otro?
El verano puede ser una cena de improviso aunque haga fr¨ªo, un rato de lectura o de no hacer nada. Un rato de escape, sin sentirse culpable ni obligado, ni observado ni juzgado, que son los nuevos estados de la materia
A veces es por las buenas, cuando caes en que no te dar¨¢ para leer los libros que quer¨ªas leer y ver las pel¨ªculas que ten¨ªas que ver. Otras es por las malas, y no te queda m¨¢s remedio que vivir distinto. Pero la vida te brinda ocasiones para que abras los ojos, y las sirve en momentos: a veces basta con un par de d¨ªas y un viaje corto para recordarte que ya te dijiste en el ¨²ltimo verano que ibas a apreciar los detalles que no apreciabas, como si la vida que t¨² vives la llevaran un poco los dem¨¢s. Basta entonces con un par de d¨ªas sin rutina, de paseo largo y de horas sin tiempo, basta con el mar o con la brisa para que, si has sabido rodearte bien, alguien suelte la frase justa: esto es vida, dir¨¢n. Todos os pondr¨¦is de acuerdo enseguida en que aquello tan sencillo y tan real es la vida, sin duda. Pero te asaltar¨¢ sin remedio la pregunta: si eso es vida, ?qu¨¦ es lo otro?
Lo otro es lo que hace falta, del trabajo a las obligaciones. Lo otro ser¨¢ lo que nos definir¨¢ y por lo que nos recordar¨¢n o criticar¨¢n. Lo otro es lo que nos pone los pies en el suelo, porque no ocurre cada semana que puedas coger un avi¨®n y marcharte a una orilla, ni meter los pies en el agua, todav¨ªa fr¨ªa, ni mirar al cielo y discutir si aquella es la osa menor o mayor, ni ponerte a jugar con el m¨®vil para averiguar si aquel destello es de un faro o de otro, de un pueblo o de otro. Eso se da pocas veces, porque el trabajo nos exige; nos exigen el banco y los compromisos, y la vocaci¨®n y las expectativas que nosotros mismos nos pusimos. Y el qu¨¦ dir¨¢n, por supuesto. Raro ser¨¢ que no hayamos tenido alg¨²n d¨ªa el arrebato de agarrar la mochila y echarlo todo a rodar: lo otro son todas las razones que nos lo impidieron. Lo otro era la vida tambi¨¦n.
Las temperaturas y el cambio de hora, con sus atardeceres tard¨ªos, anuncian que vendr¨¢n la hamaca y la piscina, que falta menos para la siesta y los helados y que, con suerte, el azar o la voluntad nos pondr¨¢n con una copa de vino entre buena gente que, llegada la situaci¨®n, dejar¨¢n ir la frase, epifan¨ªa de cualquier sobremesa de las que valen la pena: esto es vida, dir¨¢n. Y es ahora, antes de que pensemos en que las cosas las podr¨ªamos organizar de otra manera y que en realidad no todo tiene el peso que le damos, cuando conviene aprender a mirar el a?o con ojos de sol y salitre, en el intento de que el verano sea tambi¨¦n una actitud.
El verano puede ser una cena de improviso aunque haga fr¨ªo, un rato de lectura o de no hacer nada. Un rato de escape, sin sentirse culpable ni obligado, ni observado ni juzgado, que son los nuevos estados de la materia. Que vayas a cambiar de d¨¦cada por tu cumplea?os y te importe distinto: el verano es que hayas aprendido a guardar un poco de ¨¦l en el fondo de lo otro, que la vida son ratos. ¡°En mitad del invierno aprend¨ªa por fin que hab¨ªa en m¨ª un verano invencible¡±. Todo estaba en Albert Camus, claro. Como siempre y por supuesto.
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