Las lenguas de Jerusal¨¦n
Volver al hebreo era recuperar el idioma de los antepasados en la tierra natal que ellos habitaron y cuya pertenencia se quer¨ªa reclamar. La lengua resucitada sirvi¨® para movilizar apoyos a una conciencia nacionalista que ya exist¨ªa
En fotos, Jerusal¨¦n me llama la atenci¨®n por su arquitectura blanca homog¨¦nea. Es una ciudad que roza el mill¨®n de habitantes: la parte oeste es habitada por jud¨ªos, la parte este por ¨¢rabes. Bajo el meleke, esa piedra caliza blanquecina que da su aspecto a la Ciudadela de David o al Muro de las Lamentaciones, todo parece unitario. La enga?osa unidad crom¨¢tica del horizonte cae sobre la capital de un pa¨ªs que est¨¢ enconado en la gesti¨®n del territorio. La Explanada de las Mezquitas (Al Aqsa) ...
En fotos, Jerusal¨¦n me llama la atenci¨®n por su arquitectura blanca homog¨¦nea. Es una ciudad que roza el mill¨®n de habitantes: la parte oeste es habitada por jud¨ªos, la parte este por ¨¢rabes. Bajo el meleke, esa piedra caliza blanquecina que da su aspecto a la Ciudadela de David o al Muro de las Lamentaciones, todo parece unitario. La enga?osa unidad crom¨¢tica del horizonte cae sobre la capital de un pa¨ªs que est¨¢ enconado en la gesti¨®n del territorio. La Explanada de las Mezquitas (Al Aqsa) se ha convertido esta semana en el centro de la ¨²ltima contienda.
El meleke, esa piedra de Jerusal¨¦n, tiene una virtud constructiva: se cincela con facilidad y luego, expuesta a la atm¨®sfera, se endurece y se hace s¨®lida. Es exactamente lo mismo que les ocurre a las lenguas: est¨¢n al arbitrio de los hablantes, y, por encima de ellos, est¨¢n sujetas a decisiones pol¨ªticas que intentan moldearlas, regulando c¨®mo, d¨®nde y cu¨¢nto deben hablarse. Al aire p¨²blico de la calle, en la conversaci¨®n cotidiana, si esas decisiones pol¨ªticas son aceptadas por los hablantes, triunfan y se hacen s¨®lidas, cobran apariencia de decisi¨®n consensuada y natural. Estas regulaciones entran dentro de lo que en la Ling¨¹¨ªstica llamamos ¡°planificaci¨®n ling¨¹¨ªstica¡±, pero que socialmente y con toda justicia se llama tambi¨¦n pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica. Que una determinada pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica triunfe o no est¨¢ en manos de la sociedad que habla la lengua en cuesti¨®n.
Lo que se habla en Israel dice mucho de lo que ocurre en Israel. El hebreo es la lengua que hoy se habla en el Parlamento de Israel, la que usan sus ciudadanos jud¨ªos, la que se ense?a en los colegios y la que conocen tambi¨¦n, en buena medida, los palestinos. El hebreo, lengua sem¨ªtica, tiene una larga historia, pero dej¨® de hablarse de forma viva en el siglo III. Sigui¨® us¨¢ndose desde entonces restringida a la liturgia y, desde el siglo XVIII, en algunos textos literarios. No era una lengua empleada cotidianamente; las comunidades jud¨ªas de la Palestina del siglo XIX hablaban distintas lenguas: el ¨¢rabe, el sefard¨ª o el yiddish, una lengua de ra¨ªz germ¨¢nica.
Esa lengua hebrea que hoy es lengua oficial de Israel se reimplanta como lengua hablada por la voluntad y convicci¨®n del ruso Eliezer Ben-Yehuda (1858-1922). Ben-Yehuda sosten¨ªa que la lengua podr¨ªa ser un elemento de cohesi¨®n para los jud¨ªos que estaban en la di¨¢spora; fortalece en su etapa universitaria en Par¨ªs su conocimiento del hebreo y, primero en Argelia y luego en Palestina, se esfuerza en propagar el uso del idioma como lengua viva. Incluso hace un experimento en su propia familia: cr¨ªa a su hijo desde su nacimiento exclusivamente en hebreo y lo convierte as¨ª en el primer hablante nativo de hebreo moderno.
La planificaci¨®n ling¨¹¨ªstica empez¨®, como se ve, desde casa, pero paulatinamente fue ganando adeptos. Recuperar el hebreo supuso buscar nombres para objetos que no ten¨ªan nombre en el hebreo lit¨²rgico, oblig¨® a modernizar la lengua. Y as¨ª la lengua se cincelaba y fortalec¨ªa: desde 1898 hubo instrucci¨®n oficial en hebreo en las escuelas jud¨ªas de Palestina y en 1953 se funda la Academia de la Lengua Hebrea. El proceso se parece al de otras lenguas recuperadas en el siglo XX, aunque aqu¨ª se part¨ªa de que la mayor¨ªa de los jud¨ªos (al menos, los varones) hab¨ªan recibido educaci¨®n religiosa en el hebreo escrito, por lo que conoc¨ªan la lengua.
Volver al hebreo ten¨ªa una funci¨®n simb¨®lica, era recuperar el idioma de los antepasados en la tierra natal que ellos habitaron y cuya pertenencia se quer¨ªa reclamar. La lengua resucitada sirvi¨® para movilizar apoyos a una conciencia nacionalista que ya exist¨ªa, pero no era solo un ideal so?ador, porque normalmente la planificaci¨®n ling¨¹¨ªstica no es solo ling¨¹¨ªstica: promover el hebreo era tambi¨¦n rebajar el peso del yiddish, muy empleado en las comunidades jud¨ªas de la Europa oriental, y distingu¨ªa a los nuevos colonos de los ya establecidos en Palestina, ante los que se reivindicaba un liderazgo nuevo y joven.
La lengua es de los hablantes, s¨ª, pero su uso en entornos de poder, la selecci¨®n de las lenguas en que se debe ense?ar o traducir no son decisiones inmediatas de ellos sino de quienes los gobiernan. Ese hebreo que hoy nos parece una lengua m¨¢s del mundo y que es la lengua oficial del Estado de Israel era, hace un siglo, el idioma que hablaban cotidianamente en casa solo diez familias jud¨ªas.
El forjado de una lengua com¨²n ha sido uno de los elementos que ha dado un color ling¨¹¨ªstico de cohesi¨®n y homogeneidad a las distintas comunidades jud¨ªas de Israel. Pero ellos no son los ¨²nicos habitantes de ese territorio: en el mapa ling¨¹¨ªstico faltan los palestinos, hablantes del ¨¢rabe palestino, tambi¨¦n residentes en la ciudad de la piedra blanca donde hoy se empieza a o¨ªr el runr¨²n de amenaza de una cuarta intifada. La primera intifada, por cierto, la de 1987, se llam¨® ¡°la guerra de las piedras¡±.