Ejemplaridad defraudada
El fin de la permisividad ante conductas inaceptables contra las mujeres respalda una nueva toma de conciencia social

Las informaciones recientes sobre dos figuras de referencia de la izquierda acad¨¦mica y pol¨ªtica, Boaventura de Sousa Santos y Vicen? Navarro, han provocado una considerable consternaci¨®n en una parte de la comunidad universitaria. El prestigio profesional de ambos intelectuales, su multitud de publicaciones y el inspirador papel que han desempe?ado para algunos sectores de la izquierda han chocado con la denuncia por parte de un grupo de mujeres de conductas inaceptables en el pasado ¡ªalgunas en un pasado muy reciente¡ª y desde luego irreconciliables con los est¨¢ndares morales de la sociedad contempor¨¢nea. Las acusaciones dirigidas contra De Sousa Santos lo son por acoso sexual y expolio intelectual, y el trato desp¨®tico y degradante centra las denuncias contra el profesor catal¨¢n por abuso de autoridad. De Sousa Santos fue destituido como director em¨¦rito del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra al conocerse la semana pasada el informe con las acusaciones mientras Vicen? Navarro no figura desde 2021 entre el profesorado de la Barcelona School of Management, adscrita a la UPF, a ra¨ªz de una denuncia formal.
Las denuncias expresan un bienvenido cambio en la valoraci¨®n de las conductas profesionales de quienes merecen un alto respeto intelectual, sin que ese m¨¦rito incluya impunidad alguna en el terreno del trato a subordinados y colegas. Nadie cuestiona la calidad de sus trabajos ni estos hechos invitan a una relectura denigratoria de sus obras, pero s¨ª es abiertamente censurable la conducta abusiva u ofensiva que describen los testimonios y la vulneraci¨®n de los m¨¢s elementales patrones de comportamiento. Las denuncias y protestas las han protagonizado mayoritariamente mujeres ¡ªbecarias, investigadoras, secretarias, personal administrativo¡ª, que denuncian un trato inaceptable que en el pasado ha sido parte de la rutina del abuso machista y la prepotencia masculina. Es importante recordarlo para no reproducirlo: aquello que estuvo amparado por la permisividad de la costumbre o consentido por el miedo y la impotencia resignada ha reducido fuertemente el margen de aceptaci¨®n en la sociedad actual. Esta es la buena noticia de episodios decepcionantes, m¨¢s all¨¢ de la responsabilidad judicial que pueda haber y que no es este el lugar de evaluar. La lecci¨®n amarga est¨¢ en que esas pr¨¢cticas fueron comunes en la sociedad occidental y asumidas como peaje necesario o sacrificio inevitable. Nadie deber¨ªa hacerse la ilusi¨®n de que esas conductas est¨¦n extinguidas, pero tampoco cabe callar que el avance en el respeto es un hecho reciente con efectos colaterales, y entre ellos saber que incurrieron en pr¨¢cticas indefendibles quienes menos deber¨ªan hacerlo.
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