Un tuit a las 4.48
?Hubieran sido suficientes 280 caracteres para Virginia Woolf? Quiz¨¢s estar¨ªa suscrita a Twitter Blue
Las 4.48. Hora punta de suicidios en el Reino Unido. O eso se comentaba. Tambi¨¦n se dec¨ªa que Sarah Kane se despertaba a esa hora una y otra vez mientras sufr¨ªa depresi¨®n. As¨ª que puedo acudir a 4.48 Psicosis, su ¨²ltima obra de teatro, y sentirme identificada con quien no puede dormir, con quien no puede pensar, con quien no puede sobrellevar su soledad, su miedo, su asco, con quien no puede escribir. O, quiz¨¢s, tuitear para nadie. ...
Las 4.48. Hora punta de suicidios en el Reino Unido. O eso se comentaba. Tambi¨¦n se dec¨ªa que Sarah Kane se despertaba a esa hora una y otra vez mientras sufr¨ªa depresi¨®n. As¨ª que puedo acudir a 4.48 Psicosis, su ¨²ltima obra de teatro, y sentirme identificada con quien no puede dormir, con quien no puede pensar, con quien no puede sobrellevar su soledad, su miedo, su asco, con quien no puede escribir. O, quiz¨¢s, tuitear para nadie. En Twitter hay ruido y silencio, traj¨ªn y alboroto durante el d¨ªa y quietud y reposo durante la noche. Como los d¨ªas y las noches en la calle. Como los d¨ªas y las noches en una ciudad cualquiera. Pero no hay fiestas en Twitter. Si es fin de semana o martes, da lo mismo. Apenas nadie tuitea a las 4.48, sea d¨ªa festivo o sea d¨ªa laboral. Demasiada informaci¨®n. Demasiada opini¨®n. Demasiado ruido a lo largo del d¨ªa en Twitter. Sin embargo, es tarde y a estas horas publicar un tuit no es nada de eso, es la excepcionalidad de quien, en esta era, no espera ni reacci¨®n de ni interacci¨®n con el Otro. Como quien reza, como quien se dirige a Dios.
A veces me pregunto si Sarah Kane, Francesca Woodman o Chantal Akerman, entre tantas otras como Sylvia Plath o Anne Sexton, hubieran compartido algo de su desesperaci¨®n y su tristeza a trav¨¦s de sus redes sociales antes de decidir, finalmente, suicidarse. Es evidente que el ciberespacio ha contribuido en el aumento de nuestra ya tristeza y nuestra ya ansiedad. Demasiada informaci¨®n, demasiada opini¨®n, demasiado ruido. M¨¢s que nunca. Dispersi¨®n. Tambi¨¦n es cierto que la sad girl que habita en muchas de nosotras ya no solo es un fen¨®meno que a trav¨¦s de la imagen se expresaba y se manifestaba en Tumblr. Ahora, muchas de ellas, tuitean. Y la espontaneidad y la inmediatez de Twitter permiten que con un clic tu pena o tu rayada sean p¨²blicas en un vac¨ªo digital que, con m¨¢s o menos peregrinos, no deja de ser un lugar en el que poder llorar y cabrearte a gusto. ?El precio a pagar? Caracteres limitados. Llora. Cabr¨¦ate. Pero hazlo hasta aqu¨ª. ?Hubieran sido suficientes 280 caracteres para Virginia Woolf? Quiz¨¢s estar¨ªa suscrita a Twitter Blue.
Por muy espont¨¢neo e inmediato que sea un lamento o una queja, y esa verdad humana le otorga a la limitaci¨®n de Twitter cierta gracia, un tuit jam¨¢s podr¨¢ competir con un verso. La poes¨ªa, como la filosof¨ªa, necesitan tiempo y ocupan espacio. ?Qu¨¦ hacemos, pues, artistas, en este servicio de microblogueo? Muchas de ellas ser, sencillamente, una chica triste m¨¢s. Como cualquier otra. De la acertada cr¨ªtica, a?os atr¨¢s, a cierta poes¨ªa de blog, de Instagram, de Twitter, al juicio de poetas y escritoras, y la feminizaci¨®n no es casualidad, por utilizar sus redes sociales lejos de la pedanter¨ªa culturetis e intelectualetis. O lo que es peor, por ello, el menosprecio de su talento e inteligencia. Escribo y publico libros, pero no dejo de ser una t¨ªa normal, de principios de este siglo, que solloza y protesta en Twitter y odia a Elon Musk. Son las 4.48. A modo de diario o de confesi¨®n, quiz¨¢s Sarah Kane hubiera tuiteado: ¡°Nada puede extinguir mi furia. / Nada puede restaurar mi fe. / Este no es un mundo en el que quiera vivir¡±. 135 caracteres libres, todav¨ªa. Sean los que sean siempre ser¨¢n insuficientes. Salgo a la calle, me fumo un piti. Vuelvo a casa y escribo un poema. Se?or, gracias por este saber estar fuera y estar dentro. Gracias por este don que tanto me duele a veces.