?Y si nuestro futuro pasara por el Sur?
La relaci¨®n de Europa con nuestros vecinos, la puerta a trav¨¦s de la cual la UE se abre al mundo, deber¨ªa basarse en comprender sin juzgar, construir sin imponer y asumir sin eludir
La vecindad europea es mucho m¨¢s que un concepto, un mecanismo o un instrumento. Es la primera y, sin duda, la m¨¢s importante de las puertas a trav¨¦s de las cuales la Uni¨®n se abre al mundo, a sus socios y a sus aliados. Bajo la inspiraci¨®n de nuestros principios y de su influencia sobre el terreno, subyace en todo momento un imperativo en las acciones de cooperaci¨®n con nuestros vecinos, especialmente los del Sur, que nunca debe faltar: comprender sin juzgar, construir sin imponer y asumir sin eludir.
Marruecos es sin duda uno de los pa¨ªses con los que nuestra cooperaci¨®n de vecindad e...
La vecindad europea es mucho m¨¢s que un concepto, un mecanismo o un instrumento. Es la primera y, sin duda, la m¨¢s importante de las puertas a trav¨¦s de las cuales la Uni¨®n se abre al mundo, a sus socios y a sus aliados. Bajo la inspiraci¨®n de nuestros principios y de su influencia sobre el terreno, subyace en todo momento un imperativo en las acciones de cooperaci¨®n con nuestros vecinos, especialmente los del Sur, que nunca debe faltar: comprender sin juzgar, construir sin imponer y asumir sin eludir.
Marruecos es sin duda uno de los pa¨ªses con los que nuestra cooperaci¨®n de vecindad es m¨¢s profunda. Y con raz¨®n, porque a menudo es en Rabat donde se conforman las estrategias del espacio euromediterr¨¢neo, as¨ª como la interdependencia de hecho que une nuestros destinos con ?frica. En este sentido, Marruecos es el primer eslab¨®n, el primer anclaje de esta integraci¨®n progresiva hacia la que tiende
La Uni¨®n se construy¨® sobre valores compartidos a los que Marruecos no es ajeno. La diferencia de cultura no corresponde siempre a una diferencia de elecci¨®n o de convicci¨®n. Por el contrario, con Marruecos, la alteridad encuentra a menudo v¨ªas para enriquecer regularmente las orillas del Mediterr¨¢neo con una misma ambici¨®n: la de avanzar juntos y que prevalezca un inter¨¦s que es mutuo, sin ning¨²n g¨¦nero de dudas.
La Uni¨®n Europea debe saber valorar sus acervos diplom¨¢ticos en un escenario mundial fuertemente fragmentado e inestable. El futuro europeo se construye en el Sur. Lamentablemente, esto no siempre se refleja en los mecanismos de cooperaci¨®n que aplicamos con los pa¨ªses vecinos. En comparaci¨®n con los mecanismos de preadhesi¨®n de los pa¨ªses candidatos, en el marco institucional desplegado en el Sur hay, en mi opini¨®n, mucho margen de mejora para responder, eficazmente, a las necesidades estrat¨¦gicas que lo configuran.
No quiere decir que el estatuto avanzado y el acuerdo de asociaci¨®n que tenemos con Rabat sean poco ambiciosos. Al haber actuado yo misma en el marco de estos instrumentos en Bruselas o Madrid, s¨¦ muy bien cu¨¢les son sus logros en t¨¦rminos de vinculaci¨®n entre ?frica y Europa. Sin embargo, los contextos han cambiado y con ellos el equilibrio y la din¨¢mica que rigen la vocaci¨®n diplom¨¢tica de nuestra Uni¨®n. La multiplicaci¨®n de los retos a los que nos enfrentamos justifica una revisi¨®n de los marcos de cooperaci¨®n, para reforzar tanto su alcance como su contenido. Con Marruecos, tenemos quiz¨¢s m¨¢s que nunca la oportunidad de innovar, de dar ejemplo y de imprimir un nuevo impulso al sentido de la Historia.
La pr¨®xima Presidencia espa?ola del Consejo de la UE ser¨ªa un buen momento para este ejercicio. Espa?a es sin duda el pa¨ªs de la UE que mejor entiende a Marruecos, y la evoluci¨®n reciente de las relaciones entre Rabat y Madrid no puede sino reforzar esta observaci¨®n. La din¨¢mica es tal que Espa?a tiene en sus manos las cartas para liderar el proyecto euromediterr¨¢neo, con el apoyo de su vecino del Sur, que, a menos de 14 kil¨®metros de distancia, nunca ha estado tan cerca pol¨ªtica, diplom¨¢tica y econ¨®micamente como hoy.
La seguridad, la migraci¨®n, la energ¨ªa, la educaci¨®n, la lucha contra el terrorismo y el desarrollo econ¨®mico constituyen el n¨²cleo de nuestro di¨¢logo con Rabat, asuntos, todos ellos, que, si se abordan con eficacia, aportar¨¢n tranquilidad a la UE, desarrollo a ?frica y una mayor coherencia a nuestro proyecto com¨²n euroafricano. Marruecos, como socio fiable, ha estado presente en todo momento, incluso en el momento m¨¢s dif¨ªcil de la crisis de la covid, para cumplir su parte de responsabilidad.
La UE sabe que Rabat escucha y es un socio fiable. Esto es tanto m¨¢s notable cuanto que el eje de cooperaci¨®n Bruselas-Rabat contrasta claramente con las preocupantes inestabilidades que prevalecen en la regi¨®n norteafricana. En este sentido, Marruecos no es una opci¨®n, sino m¨¢s bien un paso ineludible cuando casi ninguno de nuestros canales con los pa¨ªses de la regi¨®n puede presumir del mismo grado de madurez.
Lejos de ello, nuestra relaci¨®n con Marruecos no es puntual ni exclusivamente bilateral. Tiene una s¨®lida dimensi¨®n regional. La paz en ?frica es la paz en Europa, y lo contrario tambi¨¦n es cierto. Cuando la invasi¨®n rusa de Ucrania moviliza toda nuestra atenci¨®n, no debemos olvidar el mundo, y en particular nuestros socios africanos, nos observan con inter¨¦s. Un inter¨¦s muy acuciante ya que es en ?frica donde el impacto econ¨®mico de esta crisis se percibe con mayor intensidad en t¨¦rminos de seguridad alimentaria, subida de precios y ruptura de las cadenas de suministro. En un momento en el que Europa defiende con orgullo y firmeza la integridad territorial plena e incondicional de nuestros amigos ucranianos, debemos asegurarnos de que no prevalezcan medias tintas en nuestro compromiso con el Sur, ese Sur en el que, probablemente se inscriba nuestro propio futuro.