Inercia ante el pulm¨®n agujereado
En un contexto sudamericano complejo, para concertar en el crucial tema amaz¨®nico, a la regi¨®n le corresponder¨ªa animar a Brasil a que ejerza un liderazgo para definir estrategias comunes
Sus 7.8 millones de kil¨®metros cuadrados hacen de la Amazonia una de las zonas m¨¢s grandes del planeta. Si toda Europa (sin incluir Rusia) cubre aproximadamente 4,3 millones de kil¨®metros cuadrados, la Amazonia casi la duplica en extensi¨®n con sus escasos 30 millones de habitantes. Pocas personas desconocen que, por su diversidad e inmensidad, desempe?a un papel crucial en la producci¨®n de ox¨ªgeno y la absorci¨®n de di¨®xido de carbono.
Se sabe, sin embargo, que, ante la vista y paciencia de la huma...
Sus 7.8 millones de kil¨®metros cuadrados hacen de la Amazonia una de las zonas m¨¢s grandes del planeta. Si toda Europa (sin incluir Rusia) cubre aproximadamente 4,3 millones de kil¨®metros cuadrados, la Amazonia casi la duplica en extensi¨®n con sus escasos 30 millones de habitantes. Pocas personas desconocen que, por su diversidad e inmensidad, desempe?a un papel crucial en la producci¨®n de ox¨ªgeno y la absorci¨®n de di¨®xido de carbono.
Se sabe, sin embargo, que, ante la vista y paciencia de la humanidad, la Amazonia viene siendo depredada, desde hace d¨¦cadas, en un proceso de destrucci¨®n de la foresta amaz¨®nica y de aniquilaci¨®n de sus poblaciones nativas.
Varios puntos se ponen sobre el tapete cuando se quiere abordar este asunto en serio. Las responsabilidades son variadas y las exigencias enormes; no s¨®lo para los pa¨ªses propiamente ¡°amaz¨®nicos¡±, sino para el mundo entero, con retos que van m¨¢s all¨¢ de los bonos de carbono que act¨²an como un paliativo.
Destaca, en primer lugar, la indiscutible responsabilidad de los pa¨ªses amaz¨®nicos. Dentro de los ocho sudamericanos con espacio amaz¨®nico, al menos el 50% del territorio se encuentra en Brasil (3,6 millones de km2). Le siguen Per¨² (782,000 km2), Colombia (484,000 km2) y Bolivia (300,000 km2). Despu¨¦s, con ¨¢reas menos extensas, Ecuador, Venezuela, Guyana y Surinam.
Se han dado miles de discursos, hecho declaraciones y puesto ideas a circular sobre esta inmensa ¨¢rea compartida. Incluso se cuenta con un tratado de cooperaci¨®n amaz¨®nica (1978), del que son parte todos los pa¨ªses amaz¨®nicos. Y con la Organizaci¨®n del Tratado de Cooperaci¨®n Amaz¨®nica (OTCA), organizaci¨®n intergubernamental, que cuenta hasta con una secretar¨ªa permanente instalada en Brasilia desde hace 20 a?os.
Con ideas y planteamientos interesantes, sin embargo, la suerte de la OTCA no ha sido muy distinta a la de muchas otras entidades intergubernamentales creadas en la regi¨®n latinoamericana en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas: irrelevancia o, en el mejor de los casos, marginalidad. La voracidad de Bolsonaro, con cuya presidencia aument¨® en 79% la depredaci¨®n amaz¨®nica, redujo a la OTCA, en los hechos, a la condici¨®n de adorno silente.
Tenemos en esto un reto mayor: concertar ¡ªen serio¡ª pol¨ªticas sobre los temas m¨¢s urticantes que agobian a la Amazonia. Hoy prevalece la enorme traba de la dispersi¨®n y din¨¢micas centr¨ªfugas. As¨ª, si mientras el presidente de un pa¨ªs amaz¨®nico ¡ªColombia¡ª lanza propuestas interesantes para un accionar regional, pero simult¨¢neamente excluye a otro pa¨ªs amaz¨®nico ¡ªPer¨²¡ª pues no reconoce a la presidenta de un pa¨ªs que es el segundo en ¨¢rea amaz¨®nica, esa iniciativa nace muerta.
Dentro de un contexto sudamericano complejo y de dispersi¨®n, para concertar en el crucial tema amaz¨®nico parecer¨ªa que a la regi¨®n le corresponder¨ªa m¨¢s bien animar a Brasil a que ejerza un liderazgo en este tema en el que las exclusiones deben ceder paso a la concertaci¨®n para definir estrategias comunes y, de ser posible, coordinaciones operacionales en el terreno en materia, por ejemplo, de seguridad, as¨ª como abordar, regionalmente, las variadas amenazas de fondo que tienen larga trayectoria.
Regi¨®n inmensa y con escasa poblaci¨®n y presencia de los Estados, sobre las que se vuelcan, por cierto, empresas formales ganaderas que arrasan con la foresta amaz¨®nica o que siembran la depredadora palma aceitera. Asunto que requiere control, regulaci¨®n estricta y, de ser posible, reglas y pol¨ªticas nacionales que busquen al menos parar esa expansi¨®n, cuando no, revertir los da?os hechos.
A la vez, sin embargo, pol¨ªticas claras que s¨ª hagan viable y faciliten la inversi¨®n privada sostenible, que existe y es posible. Hay en el Per¨², por ejemplo, grupos empresariales que afinan un alentador ¡°plan estrat¨¦gico de desarrollo sostenible e inclusivo¡± al 2050 con el objetivo expl¨ªcito de cero deforestaci¨®n, tala o miner¨ªa ilegal.
Siendo lo anterior cierto, en realidad, las principales y m¨¢s impunes amenazas actuantes en la regi¨®n est¨¢n por otro lado: las garras delincuenciales ¡ªmuchas veces sangrientas¡ª de la explotaci¨®n ilegal de oro, siembra de coca expulsando a los nativos de sus territorios o la tala ilegal de la foresta amaz¨®nica. Es este el peligro m¨¢s intenso e incontrolable que hoy recorre impunemente las zonas amaz¨®nicas de Colombia, Per¨² e importantes ¨¢reas de Brasil.
Y es aqu¨ª en donde, lamentablemente, las necesidades est¨¢n muy lejos de las capacidades de los Estados amaz¨®nicos. Las respuestas urgentes podr¨ªan encontrarse en dos planos fundamentales.
Primero, poner en marcha una coordinaci¨®n e interacci¨®n entre los pa¨ªses amaz¨®nicos con agendas y objetivos m¨¢s concretos en cuanto a intercambio de informaci¨®n y experiencias y dise?o de pol¨ªticas y pr¨¢cticas comunes. Que si hoy existen, est¨¢n m¨¢s en el papel que en la din¨¢mica real de las instituciones. El liderazgo de Brasil ser¨ªa, en este asunto, la clave que podr¨ªa impulsar una din¨¢mica distinta.
Segundo, la responsabilidad del mundo entero. Eso porque se sabe que la destrucci¨®n en marcha de la Amazonia repercute sobre toda la humanidad. Con la Uni¨®n Europea se han dado pasos y se deber¨ªa reforzar esa interacci¨®n que en el pasado ha impulsado medidas como el Fondo Europeo de Desarrollo Sostenible (EFSD) o acuerdos comerciales con cl¨¢usulas ambientales. Pero es insuficiente. Por ello, muy bien podr¨ªa ser un asunto medular a tratar, de cara al futuro, en la pr¨®xima Cumbre UE-CELAC que tendr¨¢ lugar en Bruselas a mediados de julio.
M¨¢s all¨¢ de la UE, la dinamizaci¨®n de los bonos de carbono, mecanismo de mercado que busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, puede contribuir. Con ello se puede incentivar la reducci¨®n de emisiones y, en efecto, generar recursos econ¨®micos para financiar proyectos de mitigaci¨®n y adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico en reforestaci¨®n, conservaci¨®n o manejo forestal.
Pero la verdad de los hechos es que en buena parte de la Amazonia no hay Estado ni condiciones para llevar a cabo proyectos ambiciosos ni generar impacto decisivo a partir de los bonos de carbono. No son muy precisos, por ejemplo, los resultados en reforestaci¨®n en proyectos como los de Cerrado o la Mata Atl¨¢ntica en Brasil, zonas de brutal deforestaci¨®n previa. Hay preocupantes estudios que concluyen, por ejemplo, que de los m¨¢s de 4,5 millones de hect¨¢reas de bosques regenerados en Mata Atl¨¢ntica, s¨®lo 3,1 millones de hect¨¢reas persistieron.
Es hora de poner el ¨¦nfasis en una estrategia ambiciosa de prevenci¨®n, informaci¨®n y de seguridad en el terreno para la poblaci¨®n local, una de las mayores exigencias del momento. Y, por cierto, mayores y mejores controles para que, por ejemplo, madera proveniente de la tala ilegal u oro extra¨ªdo ilegalmente por el mundo no pueda circular impunemente. Esto va m¨¢s all¨¢ de la UE y es un enorme reto com¨²n que se le plantea a los pa¨ªses amaz¨®nicos y al mundo.