Varsovia no puede dirigir Europa
Adem¨¢s de sus reformas iliberales para controlar el poder judicial, del Gobierno polaco son inquietantes tanto sus ideas sobre la soberan¨ªa nacional como sus resquemores antieuropeos y antialemanes
Como efecto de la guerra, se ha desplazado el centro de gravedad del continente. Est¨¢ conform¨¢ndose un bloque b¨¢ltico liderado por Polonia, junto a Finlandia, Letonia, Estonia y Lituania, los pa¨ªses que m¨¢s han sufrido el expansionismo ruso a lo largo de la historia. Gozaron brevemente de la independencia entre las dos contiendas mundiales y solo se liberaron del yugo a partir de 1989 con el hundimiento sovi¨¦tico. Para ellos, a diferencia de los otros socios de la UE, Rusia es una amenaza existencial, permanente y directa.
Finlandia libr¨® dos guerras y perdi¨® adem¨¢s parte de su territorio, pero mantuvo un independencia limitada por un r¨¦gimen de vigilancia como el que Putin quer¨ªa para Ucrania. El primer zarpazo lo sufrieron en 1939 cuando Alemania y la Uni¨®n Sovi¨¦tica se las repartieron como un pastel en el pacto de no agresi¨®n firmado por sus ministros de Exteriores, Ribbentrop y Molotov. Fueron invadidas, empez¨® la guerra y, a excepci¨®n de Finlandia, desaparecieron del mapa. Aliados y sovi¨¦ticos repitieron la jugada en las cumbres de Yalta y Potsdam en 1945, y quedaron otra vez atrapadas bajo el ¨¢rea sovi¨¦tica.
La OTAN nunca ha sido el problema, sino la tabla de salvaci¨®n. De ah¨ª las prisas de Finlandia para incorporarse, como Polonia en 1999 y las b¨¢lticas en 2004. Putin a?ora aquellos viejos e infames pactos y quienes los sufrieron los temen como si estuvieran vivos. Como ahora a Ucrania, nadie les pod¨ªa negar las m¨¢ximas garant¨ªas para no perder de nuevo la libertad, la independencia y la vida de muchos ciudadanos.
No es extra?o que sus gobiernos, extremadamente inclinados ahora hacia la derecha, sean los m¨¢s afectados por la invasi¨®n. Se entienden sus acerbas cr¨ªticas a quienes comprenden a Putin, mantienen la ambig¨¹edad y la equidistancia o pretenden obtener ventajas de la guerra, como China y otras potencias del Sur Global.
Nada que objetar, si no fuera por el actual Gobierno de Polonia, el pa¨ªs con mayor peso demogr¨¢fico, pol¨ªtico e incluso militar de todos ellos. Adem¨¢s de sus reformas iliberales para controlar el poder judicial, son inquietantes tanto sus ideas sobre la soberan¨ªa nacional como sus resquemores antieuropeos y antialemanes. Su Europa es thatcheriana, hostil a Bruselas, orgullosa de unas ra¨ªces que reivindica solo como cristianas, m¨¢s autoritaria que pluralista y m¨¢s pr¨®xima al reaccionarismo nacionalista de Putin que al federalismo de la uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha entre los europeos contemplada por el Tratado de Roma.
Si son leg¨ªtimas las demandas de seguridad e imprescindible la solidaridad con Ucrania, merecen todas las cautelas sus pretensiones de liderazgo en un momento de desentendimiento entre Par¨ªs y Berl¨ªn. Y m¨¢s si empujan hacia una peligrosa polarizaci¨®n global entre un bloque transatl¨¢ntico dirigido por Estados Unidos y otro euroasi¨¢tico encabezado por China.
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