Las borracheras revolucionarias provocan resacas reaccionarias
La divisi¨®n de la izquierda y la masiva movilizaci¨®n de la derecha har¨¢n que sea esta la que defina el futuro de Chile en la nueva Constituci¨®n
Chile eligi¨® el domingo 7 de mayo al ¨®rgano que debe redactar una nueva Constituci¨®n que sustituya la pinochetista de 1980. Es la segunda vez que se intenta elaborar un texto constitucional, despu¨¦s del final abrupto de la primera tentativa, rechazada en plebiscito en septiembre de 2022.
Esta vez la mayor¨ªa del nuevo Consejo Constitucional estar¨¢ en manos de...
Chile eligi¨® el domingo 7 de mayo al ¨®rgano que debe redactar una nueva Constituci¨®n que sustituya la pinochetista de 1980. Es la segunda vez que se intenta elaborar un texto constitucional, despu¨¦s del final abrupto de la primera tentativa, rechazada en plebiscito en septiembre de 2022.
Esta vez la mayor¨ªa del nuevo Consejo Constitucional estar¨¢ en manos de la extrema derecha del Partido Republicano, que consigui¨® 3,5 millones de votos, el 35% del total. Se dar¨¢ la paradoja que un partido que siempre se ha mostrado contrario a hacer una nueva Constituci¨®n ser¨¢ el encargado de redactarla. Adem¨¢s de los republicanos, la derecha tradicional ha conseguido el 20% de los votos, lo que da al conjunto de las fuerzas conservadoras la mayor¨ªa de bloqueo para impedir que salga adelante cualquier propuesta de la izquierda gobernante, impulsora originaria de la reforma constitucional, que se vio desbordada en el primer intento para dotar al pa¨ªs de una nueva ley fundamental.
Aquel primer episodio fracasado se desarroll¨® en unas coordenadas claramente revolucionarias. El impulso ven¨ªa de las protestas ciudadanas del oto?o de 2019, las mayores desde que Chile recuperara la democracia 30 a?os antes. El ¡°estallido social¡± puso patas arriba el statu quo heredado de la transici¨®n y desbord¨® a los partidos tradicionales, que aceptaron la celebraci¨®n de un plebiscito para decidir si el pa¨ªs se dotaba de una nueva Constituci¨®n. Con una participaci¨®n del 51%, casi ocho de cada diez electores votaron a favor de redactar un nuevo texto constitucional, y no solo eso. Aprobaron tambi¨¦n que la redacci¨®n quedar¨ªa en manos de una Convenci¨®n elegida ad hoc, es decir, sin la participaci¨®n del Congreso.
La composici¨®n de la Convenci¨®n Constitucional era la expresi¨®n del rechazo a los partidos y sus m¨¦todos y el texto final recog¨ªa los principios del programa m¨¢ximo de la izquierda m¨¢s dura, con la inclusi¨®n de la mayor¨ªa de las demandas surgidas de los disturbios de 2019: plurinacionalidad, reconocimiento de los pueblos originarios, de la diversidad de g¨¦nero. Se trataba ciertamente de un texto revolucionario que daba la vuelta completamente al de 1980.
En las elecciones presidenciales de noviembre de 2021 se empez¨® a fraguar la reacci¨®n. El candidato de la extrema derecha, Jos¨¦ Antonio Kast, lograba la victoria en la primera vuelta con dos millones de votos. En la segunda y definitiva, Kast resultaba derrotado por el izquierdista Gabriel Boric, pero consegu¨ªa 3,6 millones de votos. Algo hab¨ªa pasado. El electorado de la derecha se mov¨ªa.
Un a?o m¨¢s tarde, en septiembre de 2022, sometido a plebiscito, el proyecto constitucional salido de la convenci¨®n fue rechazado por un contundente 62%, esta vez con una participaci¨®n del 86%. La derecha hab¨ªa salido en tromba a tumbar el programa revolucionario. La fiesta hab¨ªa terminado y empezaba a tomar cuerpo la contraofensiva conservadora, que se ha materializado de nuevo en la elecci¨®n del nuevo Consejo Constitucional.
La comparaci¨®n entre los dos procesos constituyentes no admite dudas. Es evidente la movilizaci¨®n de la derecha, de la ¡°gente de bien¡± que retoma las calles despu¨¦s de los disturbios, exactamente como ocurri¨® en Par¨ªs en 1968. Y lo hace despu¨¦s de ver como su inacci¨®n propici¨® la toma del poder por los revolucionarios, los alborotadores, los enemigos de la paz social. La revoluci¨®n ha causado miedo entre las capas medias y altas de la sociedad, un miedo que la extrema derecha ha sabido alentar y vehicular a su favor. La seguridad y la inmigraci¨®n han sido los temas que han dominado en la campa?a. El miedo. Miedo al descontrol, a un Gobierno (el de Boric) d¨¦bil, a los extremistas. La ¡°gente de bien¡± ha dicho basta y ha acabado de golpe con la revoluci¨®n.
Por su parte, la izquierda ha salido de los a?os revolucionarios dividida y frustrada. La expresi¨®n m¨¢s evidente son los dos millones de votos nulos en esta elecci¨®n. Para la extrema izquierda, el problema ha sido la vuelta al mando de los partidos tradicionales, que ha desbaratado el intento de transformaci¨®n radical del pa¨ªs. Para los partidos tradicionales de la izquierda, el problema de la Convenci¨®n fue que no tuvo en cuenta la correlaci¨®n de fuerzas del pa¨ªs, que quiso imponer un programa de m¨¢ximos que acab¨® dando argumentos a la derecha m¨¢s radical y movilizando a la reacci¨®n.
Es el viejo debate de las izquierdas entre el utopismo revolucionario y el gradualismo reformista, pero esta vez en un momento en el que la negociaci¨®n y el consenso cotizan a la baja frente a un segmento de la izquierda al que le cuesta aceptar los l¨ªmites de lo que es posible, porque vive instalado en la fantas¨ªa de creer que las cosas deben ser posibles por el simple hecho de quererlas. Y exige por ello que el resto se pliegue ante la voluntad leg¨ªtima del pueblo soberano. ?El resultado? La derecha ser¨¢ la que defina el futuro de Chile.