Coraz¨®n vac¨ªo
Hay a quien no le cabe en la cabeza que Alejandro Sanz, un multimillonario que llena estadios y provoca en el pr¨®jimo ganas de aparearse y comerse el mundo, no tenga ganas de levantarse por las ma?anas. Yo s¨ª lo entiendo.
La noche de San Juan de 2017, d¨ªa en que el estadio Vicente Calder¨®n de Madrid echaba el cierre definitivo antes de vender su alma a la piqueta y trocarla en pisos de lujo, fue m¨¢gica, como todos los solsticios de verano. Alejandro Sanz congregaba en sus gradas a 50.000 corazones para cantar como uno solo su himno m¨¢s sonado, que cumpl¨ªa 20 a?os, y aquello, m¨¢s que un concierto, fue una org¨ªa de emociones, digo comuni¨®n colectiva. El artista, pleno de facultades vocales y de las otras a las puertas de los 50 tacos, se daba el en¨¦simo ba?o de masas y de euros desde que se convirtiera en ¨ªdolo global con su guitarra y sus canciones de amor y conciencia, y su p¨²blico le agradec¨ªa los servicios prestados m¨¢s enardecido si cabe que ¨¦l mismo. S¨ª, al divo se le ve¨ªa euf¨®rico. M¨¢s que andar, levitaba sobre el escenario. Pero solo se le not¨® tocado hasta el tu¨¦tano cuando su amiga la cantaora Ni?a Pastori le cant¨® a su Cai, cuna sentimental de ambos, demostrando una vez m¨¢s que uno pertenece m¨¢s al lugar y al tiempo donde fue joven y feliz con una mano delante y otra detr¨¢s que a los que le vieron hacerse de oro macizo.
Hace solo unos d¨ªas, seis a?os despu¨¦s de aquella noche de gloria, y un cuarto de siglo despu¨¦s de haber compuesto aquel Coraz¨®n part¨ªo que coreaba extasiado aquel estadio que ya no existe, Alejandro Sanz confesaba en sus redes sociales que, a d¨ªa de hoy, tiene el suyo no tan roto como vac¨ªo. Est¨¢ triste y cansado y siente ¡°un agujero en el pecho¡±, seg¨²n les dijo a quienes fueron a verle en su ¨²ltima actuaci¨®n en Pamplona. Ya hay quien ha salido a explicarnos que la culpa es de sus problemas econ¨®micos y de su ruptura con su ¨²ltima pareja. ?l mismo ha dicho que no es por nada ni nadie m¨¢s que por ¨¦l mismo. Hay a quien no le cabe en la cabeza que un multimillonario que llena auditorios y provoca en el pr¨®jimo ganas de aparearse y comerse el mundo no tenga ganas de levantarse por las ma?anas. Yo s¨ª lo entiendo. En diciembre cumple 55 a?os, ya no es joven sin ser viejo, cada vez disparan m¨¢s cerca y aquel para¨ªso perdido queda cada vez m¨¢s lejos. Igual lo que se le hace un mundo es ese v¨¦rtigo.
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