El sill¨®n
Puede recibir al individuo holgado que no quiere soltar prenda en sus poderes o a la persona que busca un lugar tranquilo para pensar, leer y conversar
En los debates pol¨ªticos, sobre todo en ¨¦poca electoral, aparecen con frecuencia el verbo aferrar y el sustantivo sill¨®n. Aferrar significa agarrar con fuerza y puede albergar los matices de la obsesi¨®n injustificada o de las convicciones leg¨ªtimas. El sill¨®n alude a una silla con brazos que resulta c¨®moda. Puede recibir al individuo holgado que no quiere soltar prenda en sus poderes o a la persona que busca un lugar tranquilo para pensar, leer y conversar. Como el descr¨¦dito de la pol¨ªtica es una inversi¨®n financiera bien calculada, aferrarse al sill¨®n no suele entenderse como un compromiso c...
En los debates pol¨ªticos, sobre todo en ¨¦poca electoral, aparecen con frecuencia el verbo aferrar y el sustantivo sill¨®n. Aferrar significa agarrar con fuerza y puede albergar los matices de la obsesi¨®n injustificada o de las convicciones leg¨ªtimas. El sill¨®n alude a una silla con brazos que resulta c¨®moda. Puede recibir al individuo holgado que no quiere soltar prenda en sus poderes o a la persona que busca un lugar tranquilo para pensar, leer y conversar. Como el descr¨¦dito de la pol¨ªtica es una inversi¨®n financiera bien calculada, aferrarse al sill¨®n no suele entenderse como un compromiso con las convicciones y el pensamiento, sino como el empe?o del poder ileg¨ªtimo. Esta idea de la pol¨ªtica mancha tambi¨¦n al opositor, porque traslada la sensaci¨®n de que quiere ocupar el sill¨®n no para llevar a cabo sus convicciones, sino para reafirmar sus obsesiones y sus intereses ego¨ªstas. En fin, nada m¨¢s embarazoso que un sill¨®n p¨²blico.
Los poetas nos aferramos al sill¨®n en una escala de tiempo diferente. Nuestra vanidad m¨¢s honesta tiene que ver con la posteridad. S¨®lo los tontorrones se contentan con un premio o un sill¨®n inmediato, cuando pueden imaginarse celebrando una boda futura. Aferrarse al sill¨®n de Quevedo, Rosal¨ªa o Cernuda es desear haber escrito alg¨²n poema digno, unos versos con los que alguien pueda declarar su amor dentro de 100 a?os. Para la vanidad po¨¦tica, el corto plazo es menos valioso que las bodas del futuro. El orgullo es ah¨ª m¨¢s importante que la soberbia.
Claro que uno tiene derecho a elegir las bodas a las que piensa asistir. No me gustar¨ªa estar en medio de unos sacerdotes conmovidos por Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n. Por eso conviene tambi¨¦n atender al presente, aunque la vanidad vaya por los caminos de las futuras educaciones sentimentales. Me gustar¨ªa que en mis bodas hubiese gente parecida a Pedro S¨¢nchez y Yolanda D¨ªaz, dos personas muy bien casadas.