La izquierda se une para Sumar
La coalici¨®n deber¨ªa ir m¨¢s all¨¢ del 15-M, incorporando movimientos y propuestas que no estuvieron entonces, como un feminismo relacional, la emergencia clim¨¢tica y una nueva definici¨®n del trabajo

Ha costado mucho, pero se ha logrado. Sumar es hoy el proyecto pol¨ªtico de una izquierda progresista que sale unida a ganar y que sabe gobernar. Nada empieza ni termina porque todo es un continuum, pero hoy se abre una nueva etapa en esa marea que se referenci¨® en el 15-M y tuvo autoconsciencia de sujeto hist¨®rico. Al fin y al cabo, toda nuestra biograf¨ªa es un relato construido a partir de momentos fundacionales y cada tiempo tiene los suyos. Buena parte del ¨¦xito y la credibilidad de un liderazgo consiste en saber leerlos e interpretarlos, y asumir, con audacia, la responsabilidad que eso supone.
Sumar deber¨ªa ir m¨¢s all¨¢ del 15-M, incorporando movimientos y propuestas que no estuvieron entonces. Un feminismo ¡°relacional¡±, que apuesta por reforzar v¨ªnculos, asume la centralidad del cuidado y elimina el estigma negativo de la dependencia. Su a?o de referencia es 2018, no 2011, cuando la huelga general de los cuidados nos mostr¨® la fuerza imparable de todas las mujeres, independientemente de su generaci¨®n, militancia o ideolog¨ªa. Nunca hubo en Espa?a un feminismo m¨¢s transversal ni m¨¢s transgeneracional. Ya no habl¨¢bamos tanto de techos de cristal o procesos de masculinizaci¨®n, sino de suelos pegajosos o feminizaci¨®n del espacio p¨²blico. El cambio fue notable. A eso se uni¨® despu¨¦s la experiencia aterrizada de la pandemia que evidenci¨® la enorme relevancia de los trabajos ¡°irrelevantes¡±, mayoritariamente femeninos, gratuitos en casa y precarizados fuera. La Comisi¨®n Europea cre¨® en 2019 su primera cartera de Igualdad y desde entonces se han sucedido un buen n¨²mero de iniciativas legislativas para acabar con la discriminaci¨®n y la violencia contra las mujeres. El Ministerio de Igualdad en Espa?a nace ya con estos mimbres, que son tambi¨¦n los que tejen los recientes procesos pol¨ªticos, sobre todo, en Am¨¦rica Latina. Por eso resulta sorprendente que Alberto N¨²?ez Feij¨®o se haya propuesto acabar con ese ministerio cuya encomiable labor ha convertido a Espa?a en el puntal feminista de Europa.
Sumar tendr¨ªa que cristalizar tambi¨¦n otro sentir de ¨¦poca asociado a la emergencia clim¨¢tica y el movimiento verde. No hablo del ecologismo del siglo XX, subsidiario de una pol¨ªtica de izquierdas, sino de una propuesta con entidad propia de la que ya no puede desembarazarse ning¨²n proyecto de futuro. Si el feminismo relacional ha subrayado todo lo que hay ¡°entre¡± nosotros, esta ola ecologista se ha asociado tanto al miedo y los riesgos compartidos (en su versi¨®n m¨¢s angustiosa y nihilista) como la necesidad de preservar el bien com¨²n (en su vertiente m¨¢s esperanzada y optimista). No solo se trata de transformar nuestro modelo productivo para acabar con las emisiones, sino de gestionar adecuadamente el suelo, el agua y las fuentes energ¨¦ticas. Toda la geoestrategia europea pasa necesariamente por este vector, aunque haya formaciones pol¨ªticas, a derecha e izquierda, que a¨²n no lo hayan comprendido. La izquierda antiecologista, el ¡°obrerismo¡± mal entendido, ser¨¢ totalmente residual. La guerra de Ucrania ha venido a agravar la situaci¨®n poniendo en cuarentena mucho de lo que ya se hab¨ªa avanzado. Han resucitado las voces en favor del Pacto de Estabilidad (felizmente suspendido) y el capitalismo del desastre. La voracidad por alcanzar la soberan¨ªa alimentaria y energ¨¦tica en el cort¨ªsimo plazo para que los m¨¢s ricos no pierdan ni tiempo ni dinero podr¨ªa arrasarlo todo en el camino. La transici¨®n ecol¨®gica ha de ser justa y no deber¨ªa generar nuevos costes sociales y ambientales.
Finalmente, Sumar tiene que girar, y gira ya, gracias al buen hacer de Yolanda D¨ªaz, sobre un nuevo laborismo. Si el 15-M abjuraba del empleocentrismo y los sindicatos tradicionales, hoy los tiempos exigen una pol¨ªtica de pleno empleo y una redefinici¨®n del trabajo. Tambi¨¦n exigen un cambio sustancial en la actividad sindical que ha de ser m¨¢s porosa, m¨¢s feminista y m¨¢s sensible a las exigencias ambientales. La legislaci¨®n laboral europea fortalece la negociaci¨®n colectiva y el di¨¢logo social, apuesta por la formaci¨®n continuada de los trabajadores, el fin de la brecha salarial y la pobreza laboral. Se ha ensanchado la l¨ªnea intervencionista y ha ca¨ªdo el tab¨² sobre las sanciones a las empresas.
Visto as¨ª, es evidente que no basta con confrontar el atrasismo de las derechas o agitar el miedo, hace falta construir un futuro desde emociones positivas que conecten con la experiencia y con los sue?os del presente. Y eso hay que hacerlo genuinamente, con una buena dosis de esperanza.
Ahora toca organizarse y avanzar, evitar el ruido, el cainismo y los linchamientos en redes a los que, lamentablemente, ya nos hemos acostumbrado. Va en el cargo canalizar las diferencias y encontrar el modo de convivir con ellas, no confundir la osad¨ªa y la temeridad con la valent¨ªa, ni la verdad con el desahogo. Saberse contingente, abandonar la arrogancia y la superioridad moral de las ¡°izquierdas verdaderas¡±, reconocer los errores y aprender de ellos, y, sobre todo, no confundir el liderazgo con el mesianismo. Todo eso se asocia ya al cansancio y la desmovilizaci¨®n.
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