Un silencio insoportable
Facebook, al estar m¨¢s pendiente de la cuenta de resultados que de la calidad de las opiniones, ha dado alas a los extremismos

?Qu¨¦ pasa por la cabeza de una brillante ingeniera inform¨¢tica graduada en Harvard para que un d¨ªa decida tirar su carrera por la borda y asumir el papel de denunciante p¨²blica de las irregularidades de una de las empresas m¨¢s poderosas del mundo?
Esta es la historia que se cuenta en el libro La verdad sobre Facebook (Deusto), cuya lectura casa especialmente bien con la campa?a electoral que nos llevar¨¢ a las urnas el 23 de julio.
A Frances Haugen le bastaron menos de dos a?os en los departamentos de integridad, contraespionaje y desinformaci¨®n ciudadana de Facebook para comprender los nocivos efectos que estaba produciendo en la sociedad un modelo algor¨ªtmico de negocio que monetizaba las emociones humanas. En 2018,
Facebook buscaba la forma de que los usuarios permanecieran m¨¢s tiempo metidos en sus cuentas porque reportar¨ªa a la compa?¨ªa mayores ingresos publicitarios. Para ello, modificaron el algoritmo de tal forma que diera m¨¢s visibilidad a las publicaciones que consegu¨ªan un mayor n¨²mero de interacciones y comentarios.
Un a?o m¨¢s tarde, cient¨ªficos de datos de la compa?¨ªa levantaron la mano: el sistema hab¨ªa creado una suerte de ¡°espiral de retroalimentaci¨®n¡± donde las reacciones positivas y negativas contaban lo mismo. Facebook hab¨ªa dejado de otorgar una mejor ubicaci¨®n a las publicaciones con m¨¢s comentarios favorables por parte de los usuarios. Importaba ¨²nicamente la cantidad de interacciones, fueran positivas o negativas.
En la b¨²squeda de la viralidad se apel¨® a las reacciones emocionales. Algunos sentimientos como el miedo y la ira se convirtieron en la gasolina para que algunas publicaciones se difundieran hasta el infinito. Sobre esa piedra angular algunos s¨¢trapas, partidos pol¨ªticos y candidatos sin escr¨²pulos edificaron r¨¢pidamente catedrales de cuentas falsas que llevaron, a lomos del algoritmo amigo, los contenidos falsos, radicales o agresivos hasta el ¨²ltimo rinc¨®n de Facebook. Y lo que es peor, consiguieron que miles de personas, repartidas por todo el planeta, se acostumbraran a convivir con ese material inflamable corriendo por sus cuentas. Las publicaciones que apelaban a las tripas resultaban irresistibles. La polarizaci¨®n recorr¨ªa el mundo mientras la compa?¨ªa mejoraba su cuenta de resultados.
A Haugen le result¨® insoportable la tibieza de la reacci¨®n de los responsables de Facebook cuando constat¨® que el coste de aquella estrategia pod¨ªa traducirse en vidas humanas en algunas zonas del mundo. Ya en 2017, m¨¢s de 10.000 miembros de la minor¨ªa musulmana de los rohingyas fueron asesinados en Birmania por soldados gubernamentales.
Meses antes, el r¨¦gimen de Myanmar se hab¨ªa servido de las c¨¢maras de resonancia de Facebook para difundir una campa?a de incitaci¨®n al odio y a la violencia que a¨²n colea. En Etiop¨ªa, serepiti¨® el patr¨®n. Y en Estados Unidos, en 2021, Facebook fue utilizada para coordinar y retransmitir uno de los grandes monumentos contempor¨¢neos a la desinformaci¨®n: el asalto al Capitolio.
Pocas semanas despu¨¦s de que hordas de trumpistas irrumpieran en Washington, Frances Haugen comenz¨® el proceso de lo que denomina en el libro ¡°la extracci¨®n¡±, es decir, sacar de Facebook a escondidas el material suficiente para acreditar el funcionamiento del opaco software de la compa?¨ªa y los titubeos de sus responsables. Asesorada por un equipo de abogados y organizaciones de protecci¨®n de denunciantes, Haugen sali¨® del anonimato y entreg¨® 22.000 folios sobre las pr¨¢cticas secretas de Facebook a las autoridades de sus pa¨ªs. Habl¨® con la prensa, compareci¨® ante el Congreso estadounidense, varias oficinas federales y el Parlamento Europeo. Su libro no es historia, sino la cr¨®nica en tiempo presente de un engranaje perverso, replicado en otras redes sociales, del que a¨²n no hemos logrado salir.
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