De qu¨¦ sirve una columna
?Qu¨¦ resultado tendr¨¢ en las pr¨®ximas generaciones esa necesidad de encontrar satisfacci¨®n o sorpresa instant¨¢neas, esta atenci¨®n fugaz y olvidadiza?
De qu¨¦ sirve una columna, si no es un reel o un meme ni se le va a parecer nunca. Si un art¨ªculo se viraliza a duras penas y, aunque digan que no importa porque no todo se puede medir, la realidad es que hay gente a la que antes de preguntarle a qu¨¦ se dedica y cu¨¢les son sus gustos, se le pregunta cu¨¢ntos seguidores tiene. Eso somos o eso nos ponen, una cifra en un excel y, siendo sinceros, lo mismo hacemos con los dem¨¢s, porque el ¨¦xito o la identidad o la felicidad, por supuesto, son unidades tangibles y concretas que conocen los algoritmos mejor que nuestras conciencias desde que volvieron la vida un dato: se miden las rutas, la vigilia y el sue?o, las vacaciones, las compras, las lecturas, las veces que miramos el m¨®vil y los pasos que damos. Si hasta el tel¨¦fono te ri?e los d¨ªas m¨¢s sedentarios en que no has alcanzado tus objetivos.
De qu¨¦ sirve entonces una columna, m¨¢s modesta y po¨¦tica, acostumbrada al titular sugerente, si la vida es porno: ad¨®nde vamos con las met¨¢foras en un mundo que no enga?a a nadie, que quiere clics y buenos cebos y ya ni siquiera se contenta con lo m¨¢s expl¨ªcito. C¨®mo va a entrar alguien en una pieza que se titule, por ejemplo, Los d¨ªas de verano, si a su lado aparece otro texto con este reclamo, tambi¨¦n por ejemplo: El incre¨ªble v¨ªdeo de tres gatitos que arrasa en el mundo.
No es, o no es s¨®lo a estas alturas, una reflexi¨®n sobre el periodismo, que la columna a veces es un g¨¦nero period¨ªstico y otras veces se revuelve y se convierte en un juego o una provocaci¨®n, como un cuento de Cort¨¢zar que no se dejase etiquetar. Quiz¨¢ habr¨ªa de llevarnos a una reflexi¨®n sobre nuestras atenciones, que es el mercado donde se va a librar una de las guerras que importa y que est¨¢ por venir: la que se d¨¦ para mantener nuestro inter¨¦s m¨¢s de lo que dura un reel o un short o un tuit, para que escuchemos m¨¢s que los 15 primeros segundos de una canci¨®n, por no hablar de un debate. ?Qu¨¦ resultado tendr¨¢ en las pr¨®ximas generaciones esa necesidad de encontrar satisfacci¨®n o sorpresa instant¨¢neas, esta atenci¨®n fugaz y olvidadiza? ?Qu¨¦ quedar¨¢ del final de la er¨®tica? Igual lleguemos a m¨¢s sitios, qui¨¦n sabe, aunque sea a menos profundidades.
De qu¨¦ sirve una columna, que no llega a ser una noticia ni un reportaje ni mucho menos una cr¨®nica, que se explaya en la an¨¦cdota y en la iron¨ªa; si aqu¨ª la tienen: cuatro pobres p¨¢rrafos que queriendo no decir mucho en verdad se proponen explicar la vida con figuras ret¨®ricas, conscientes de que a lo sumo y en el colmo de sus ¨¦xitos acabar¨¢n puestos en un examen de selectividad. Esas columnas que piden imaginaci¨®n y empat¨ªa a este mundo del porno del que, adem¨¢s, algunos pretenden erradicar las met¨¢foras ¡ªde nuevo sospechosas¡ª para que puedan por fin llevar a las calles las lonas de mensajes simples, de los que captan la atenci¨®n con un golpe de vista. Y al infierno con la ret¨®rica. De qu¨¦ sirve una columna, entonces, cuando tanta falta nos hace.
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