Y la risa, pese a todo
Un pa¨ªs que mantiene un programa de humor durante una d¨¦cada entre los m¨¢s escuchados es un pa¨ªs que no acaba de creerse eso que dicen de ¨¦l sobre su crispaci¨®n
Algunas cosas parecen haberse puesto tan serias que se entienden mejor con la comedia. De ah¨ª que nos retraten bien las vi?etas de los peri¨®dicos, que aprieten as¨ª los dibujos de El Roto o que acierten tanto los titulares de El Mundo Today, que cada vez se confunden m¨¢s con los titulares a secas. Nos hace falta la risa, pero con la risa sola no alcanza, o no alcanza siempre: la risa ha de mezclarse con la vida real para que sea iron¨ªa, caricatura o sarcasmo, que es lo que duele y molesta. Para empezar, a nosotros mismos, dispuestos a ofendernos al primer rev¨¦s. Antes nos sale la queja que la carcajada y por eso se ha vuelto hasta subversiva: porque con la risa se dice lo que de otro modo no se puede; lo que no se quiere escuchar. Es una manera de contrastar la polarizaci¨®n de un pueblo, saber si est¨¢ de humor para la risa. En Los ¨²ltimos d¨ªas de Europa, el escritor Antonio Scurati deja caer esta frase en pleno relato sobre c¨®mo la civilizaci¨®n se despe?¨®: ¡°Solo la risa puede hacer fraternalmente solidarias a las personas¡±. La iron¨ªa nos salvar¨¢.
Es ir¨®nico, en fin, que hayan ca¨ªdo los informativos o la pol¨ªtica de algunas parrillas televisivas que quieren alejarse de la actualidad o de la ideolog¨ªa, como si el humor fuera una cosa distinta y se hiciera de materiales fant¨¢sticos. El humor ha sido siempre un espejo de realidades, incluso el m¨¢s blanco: es el mayor g¨¦nero de ficci¨®n para contar la vida de verdad. Incide m¨¢s un chiste que una declaraci¨®n y, en los tel¨¦fonos m¨®viles, prende m¨¢s r¨¢pido un meme que un titular de los serios. El humor es eso y es, a la vez, un refugio, la se?al de que las cosas tienen arreglo o no est¨¢n tan mal si somos capaces de sacar unas risas transversales, por decirlo en el lenguaje de l¨¢tex que se usa tanto. Una sociedad comparte los c¨®digos que la hacen re¨ªr, y ese v¨ªnculo es m¨¢s fuerte que las l¨ªneas de un mapa.
Un pa¨ªs que mantiene un programa de humor y de improvisaci¨®n durante una d¨¦cada y lo tiene entre sus m¨¢s escuchados es un pa¨ªs que no acaba de creerse eso que dicen de ¨¦l sobre su crispaci¨®n, o que se lo toma con cierta perspectiva. T¨² sabes que, por alto que otros griten y aunque griten m¨¢s, hay un momento en la ma?ana del s¨¢bado en el que dos tipos hablar¨¢n tranquilos y se reir¨¢n, y contar¨¢n por la radio las cosas que les pasan, que son las cosas que te pasan a ti, y que hay otros muchos que los estar¨¢n oyendo y se reir¨¢n contigo, pese a que no les veas, porque en ese rato habr¨¢n creado un mundo que comparte cualquiera y del que se sale mejor y m¨¢s tranquilo, lo mismo que se sale del primer chapuz¨®n del verano en el mar. Ser¨¢ por la radio o ser¨¢ por ellos, Buenafuente y Berto, o ser¨¢ la mezcla de ambos factores; o ser¨¢ quiz¨¢ que el tiempo pide eso, todo lo que desaconsejar¨ªan los grandes estudiosos sobre lo que puede funcionar en los medios: la sencillez de dos tipos que hablan y se escuchan, y nada m¨¢s. Y nada menos, resueltos encima a echarse unas risas. Una peque?a revoluci¨®n constante.
Si, adem¨¢s de la velocidad, la incertidumbre era el rasgo que defin¨ªa nuestra ¨¦poca, el ¨¦xito del programa pod¨ªa intuirse ya con su t¨ªtulo. Desde luego, nadie sabe nada. Que sea mucho tiempo, que as¨ª se preserve la fraternidad solidaria de la risa. Felicidades, pues. Y samant¨¦ para todos, claro.
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