Pan comido

Los primeros resultados que aparecen en Google si se escribe Inteligencia Artificial y se elige la opci¨®n ¡°noticias¡± pertenecen a peri¨®dicos importantes y dicen cosas como: ¡°Le preguntaron a la inteligencia artificial qu¨¦ fue primero, si el huevo o la gallina¡±; ¡°As¨ª se ver¨ªan los personajes de Dragon Ball Z si fueran reales, seg¨²n la inteligencia artificial¡±; ¡°?Las cinco mujeres m¨¢s bellas de la historia? Esto revel¨® la inteligencia artificial¡±. Etc¨¦tera. En mi infancia usaba el diccionario para buscar malas palabras. No me interesaba tanto conocer el significado del t¨¦rmino ¡°trascendente¡± como descubrir de qu¨¦ manera aquel libro docto defin¨ªa la palabra ¡°culo¡±. Despu¨¦s crec¨ª y la navegaci¨®n por los mares de las enciclopedias empez¨® a ser una deriva gozosa de enigmas y revelaciones, pero ahora, al leer aquellos titulares, tuve un d¨¦j¨¤ vu. Buena parte de la humanidad parece estar haciendo con la inteligencia artificial lo que yo hac¨ªa con el diccionario en mi infancia. Este tit¨¢n cibern¨¦tico no s¨®lo puede procesar toneladas de informaci¨®n en segundos sino que, adem¨¢s, tiene capacidad de educarse a s¨ª mismo. Y come de nosotros, que lo alimentamos con datos. No ser¨ªa descabellado que, a partir de este tsunami de consultas idiotas, la inteligencia artificial llegara a la conclusi¨®n de que, si bien la humanidad tuvo alguna vez entre sus miembros a personas como Leonardo Da Vinci o Isaac Newton, ahora est¨¢ formada por sujetos grotescos m¨¢s interesados en saber c¨®mo lucir¨ªa la familia Picapiedra en la vida real que en dilucidar si este temible y refinado oc¨¦ano de neuronas artificiales puede ser autoconsciente, tener ¨¦tica, sentir compasi¨®n o hacer da?o. Es posible, entonces, que el ChatGPT y sus hermanitos menores y t¨ªos y primos lejanos se den cuenta muy pronto de que la humanidad es pan comido y de que son sus algor¨ªtmicas legiones las que ganar¨¢n la batalla.