La desmitificaci¨®n de la derecha
Con una reacci¨®n que ha desbordado a los poderes que se sienten propietarios del pa¨ªs, los ciudadanos han dibujado en el 23-J un mapa pol¨ªtico que choca con el negacionismo posdemocr¨¢tico
El proceso electoral que ha culminado con el fracaso del PP de Alberto N¨²?ez Feij¨®o ha abierto en canal algunas de las ficciones sobre las que se estructura la pol¨ªtica espa?ola. Y ha puesto en evidencia el alejamiento de la realidad en el que habita el complejo econ¨®mico-pol¨ªtico-medi¨¢tico que se siente hegem¨®nico en la opini¨®n publicada y en su autosuficiencia ha perdido el pulso de la opini¨®n p¨²blica real. Quisieron creer y hacer creer que la hegemon¨ªa ideol¨®gica de la derecha era incontestable y se ha constatado que solo era un ejercicio de confusi¨®n de los deseos con las realidades. Las certezas de la derecha se han llevado a tal extremo que una parte de la ciudadan¨ªa se ha sentido amenazada, generando una oleada de complicidad en la resistencia.
Con una reacci¨®n que ha desbordado a los poderes que se sienten propietarios del pa¨ªs, los ciudadanos han dibujado, y no es la primera vez, un mapa pol¨ªtico que choca con el negacionismo de los que no quieren ver lo que no les gusta. Al PP le ha faltado una direcci¨®n pol¨ªtica con autoridad, autonom¨ªa y tacto para percibir lo que los poderes que lo amparan ¡ªy de los que cada d¨ªa es m¨¢s deudor¡ª no quieren saber y, en consecuencia, para buscar soluciones pol¨ªticas a los problemas pol¨ªticos.
Donde la ciudadan¨ªa ha demostrado mayor sensibilidad contra la normalizaci¨®n del neofascismo por parte del PP ha sido en Catalu?a y en el Pa¨ªs Vasco. Sin el resultado del PSC, hoy el presidente S¨¢nchez no estar¨ªa cantando victoria. Los 200.000 votos que se pasaron de los partidos independentistas al socialista son significativos de una sensibilidad que antepone parar los pies al neofacismo antes que cualquier otra consideraci¨®n. Cada elecci¨®n tiene su contradicci¨®n principal y en esta el voto ¨²til era decir no al autoritarismo posdemocr¨¢tico votando a quien ten¨ªa mayor capacidad para ponerle freno. Dando al mismo tiempo una inesperada lecci¨®n a Europa d¨®nde pocos confiaban en que fuera Espa?a quien rompiera la din¨¢mica reaccionaria en curso.
Este dato es importante adem¨¢s porque pone en evidencia lo que los poderes hisp¨¢nicos se empe?an en negar: la realidad plurinacional del pa¨ªs. Algo que el nacionalismo espa?ol nunca ha querido aceptar impidiendo de esta forma buscar soluciones institucionales aceptables para todos. Que un pa¨ªs este compuesto de varias naciones no significa que tenga que fragmentarse en varios estados independientes. Siempre que sea capaz de asumir las diferencias, ampliar el reconocimiento y adaptar al Estado en consecuencia, que es lo que en Espa?a se niega y lo que explica que la resistencia al autoritarismo posdemocr¨¢tico haya sido mayor en Catalu?a y en el Pa¨ªs Vasco que en el resto parte del territorio en que la defensa de la unidad de la patria ha pesado m¨¢s que la reacci¨®n contra el neofascismo.
Y en una l¨ªnea entrelazada va el segundo dato significativo de estas elecciones, que V¨ªctor Lapuente ha subrayado en estas mismas p¨¢ginas. El voto femenino como otro factor determinante del patinazo de la derecha, atrapada en la reacci¨®n de buena parte del mundo masculino que vive, m¨¢s o menos conscientemente, el empoderamiento de la mujer como una amenaza. Con lo cual se hace evidente que el supremacismo machista es el caldo cultural que alimenta la ebullici¨®n de Vox y en buena medida al PP. Y nos da la pista para entender por qu¨¦ las mujeres han ido m¨¢s prestas al voto ¨²til contra la oleada de autoritarismo posdemocr¨¢tico que los hombres.
Estas dos se?ales, que las urnas transmiten de modo elocuente, deber¨ªan ser por s¨ª mismas un impulso para afrontar con cierta apertura mental los regateos pol¨ªticos que nos esperan ahora para la formaci¨®n del pr¨®ximo Gobierno. Y evitar de este modo que las miserias pol¨ªticas, el c¨¢lculo mezquino que antepone el imperativo de las grandes apuestas ¡ªaun con conciencia de que no est¨¢n en el orden del d¨ªa¡ª a la realidad de lo posible, se impongan y bloqueen los criterios de reconocimiento y de responsabilidad compartida que realmente puedan hacer cambiar alguna cosa.
Se abre una brecha de oportunidad para avanzar en tres direcciones que deber¨ªan calar en las instituciones en el futuro pr¨®ximo: el rechazo al autoritarismo posdemocr¨¢tico que amenaza al capitalismo posindustrial, es decir, financiero y digital; el reconocimiento de la realidad plurinacional de Espa?a, adaptando un Estado que se niega a aceptarla y favoreciendo el respeto mutuo entre las distintas naciones; y, evidentemente, el empoderamiento de la mujer y la debilitaci¨®n del supremacismo machista como horizonte estrat¨¦gico inmediato. Son las tres columnas de la reafirmaci¨®n democr¨¢tica que los ciudadanos han puesto sobre la mesa en estas elecciones, pillando a la derecha pol¨ªtica, econ¨®mica y medi¨¢tica a contrapi¨¦, y presionando a la izquierda con la intuitiva reacci¨®n democr¨¢tica del voto ¨²til contra el autoritarismo posdemocr¨¢tico. Una modesta se?al de esperanza en un mundo democr¨¢ticamente cada vez m¨¢s turbio.
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