PRD: la hora del deber
Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador fue la primera figura de lo que luego ser¨ªa el PRD, organizaci¨®n que media d¨¦cada despu¨¦s de su fundaci¨®n el tabasque?o dirigir¨ªa
El aniversario n¨²mero 35 del Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica ser¨¢ a escaso un mes de la elecci¨®n de 2024, momento que hoy se vislumbra como hito mexicano. Falta poco para ambas fechas, pero lo que haga hoy el PRD ayudar¨¢ a que la disyuntiva en esos comicios sea m¨¢s transparente.
Luego de la sucia elecci¨®n de 1988, la izquierda hist¨®rica y pol¨ªticos progresistas se api?aron en torno a Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas para fundar el 5 mayo de 1989 el partido del sol azteca. Desde entonces muchas de sus figuras han dejado esas siglas, pero queda su historia.
Y queda tambi¨¦n su deber de reivindicarse como la organizaci¨®n que leg¨ªtimamente propone para M¨¦xico un ideario de izquierda. La dificultad de ese reto se complica no solo por el contexto mexicano, donde el gobierno lopezobradorista, con sus m¨²ltiples contradicciones, se arroga esa etiqueta.
El problema del PRD no es disputar a Morena la patria potestad de pol¨ªticas que quienes hoy est¨¢n en el oficialismo labraron cobijados por sus colores: tras estos a?os de militarismo, desd¨¦n a las mujeres y a las v¨ªctimas, el perredismo tiene a mano el reclamar las desviaciones de AMLO y los suyos.
La complejidad es que toda cr¨ªtica o contrapropuesta del PRD hoy est¨¢ marcada por su decisi¨®n de aliarse con el PRI y el PAN, sus hist¨®ricos adversarios program¨¢ticos. No es que esa alianza le descalifique per se, es que sus argumentos deben probarse congruentes a pesar de.
Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador fue la primera figura de lo que luego ser¨ªa el PRD, organizaci¨®n que media d¨¦cada despu¨¦s de su fundaci¨®n el tabasque?o dirigir¨ªa. AMLO fue el primer candidato del cardenismo post 6 de julio de 1988, y su primer causa de reclamo electoral.
La lucha juntos fue una de desencuentros y mutuo oportunismo. L¨®pez Obrador se desentendi¨® de ellos en momentos en que el PRD se enfangaba en pugnas intestinas, y no pocas veces las figuras del perredismo padecieron dolores de cabeza por el irreductible personalismo del hoy mandatario.
Pol¨ªtico y partido se unieron en dos elecciones presidenciales hasta que, tras la derrota del 2012, ¨¦l decidi¨® crear un nuevo movimiento, al que saltaron muchos liderazgos y buena parte de la militancia perredista. Un pu?ado de hist¨®ricos del PRD vieron aliviados el fin de la imposici¨®n lopezobradorista.
La victoria de AMLO en 2018 solo marc¨® el inicio de un ciclo de triunfos de sus candidatos cuyo ¨ªmpetu sigue. En esa fecha el PRD perdi¨® un basti¨®n: el mediocre gobierno de Miguel ?ngel Mancera, para el morenismo un traidor, fue el pelda?o para que Claudia Sheinbaum ganara la capital mexicana.
Y si bien el PRD ir¨ªa cediendo a manos de Morena otros bastiones, ni m¨¢s ni menos que la tierra de los C¨¢rdenas en Michoac¨¢n en 2021, esta misma fecha les dio razones para albergar esperanzas de futuro: su decisi¨®n de ir en alianza con PRI y PAN le reditu¨® sonados triunfos legislativos y en CDMX.
Esa cauda de victorias dio a los perredistas algo m¨¢s: quitarle la mayor¨ªa de las alcald¨ªas a Sheinbaum en esas elecciones capitalinas, e impedir el control absoluto de Morena en la C¨¢mara de Diputados, pareci¨® legitimar la apuesta de la izquierda de haberse metido a la cama en una alianza con la derecha.
En 2021, dijeron los partidos Revolucionario Institucional, Acci¨®n Nacional y de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica, lo urgente era poner un dique a aspiraciones sectarias y absolutistas de L¨®pez Obrador. Los votantes les compraron el argumento y el presidente tuvo que encajar una victoria con abolladuras.
Mas lo que sirvi¨® en ese a?o no ha funcionado en el terreno electoral desde entonces. La Alianza opositora perdi¨® cinco de las ocho gubernaturas en juego en 2022 y 2023, incluida la emblem¨¢tica del Estado de M¨¦xico, derrotas particularmente dolorosas para el PRD que ha pasado a un papel testimonial.
Sin minimizar lo marginal que se ha vuelto su fuerza, los perredistas juegan un rol clave en la Alianza opositora. Es el peso de su historia a favor de la democracia, por un lado, y la posibilidad de dotar al frente opositor de una agenda progresista, lo que abre espacio para la legitimidad del PRIAN.
De esa dimensi¨®n es el reto para el partido donde recal¨® buena parte del impulso aperturista surgido tras la frustrada corriente democr¨¢tica de C¨¢rdenas, Porfirio e Ifigenia Mart¨ªnez en el PRI, y de la resistencia a los fraudes electorales en contra de panistas de la d¨¦cada de los ochenta.
Pero verlos juntos no es tan novedoso. Fueron PRI, PAN y PRD (con AMLO incluso) quienes negociaron el entramado electoral que hoy rige en M¨¦xico, y otras instituciones clave del Estado mexicano. El rol perredista en esas pl¨¢ticas fue crucial para ampliar, antes que para reducir, el piso democr¨¢tico.
En lo que tambi¨¦n, y para mal, coincidir¨ªan es en defraudar las expectativas de la poblaci¨®n al estar al frente de gubernaturas, en decisiones legislativas o ¡ªpara el caso de PRI y PAN¡ª en la gesti¨®n de la Presidencia de la Rep¨²blica. Tan ambiciosas y meritorias reformas a la ley fueron traicionadas al gobernar.
Con esc¨¢ndalos y enga?os despejaron el camino para el triunfo del discurso abrasador de AMLO, y quedaron manchados de ocre desprestigio, que bastante les cuesta en debates y en las urnas. Ese mala fama es aprovechada al m¨¢ximo por L¨®pez Obrador y tocar¨ªa al PRD encarecer tal maniobra.
Si una raz¨®n de ser tiene la incorporaci¨®n del PRD en la alianza entre PAN y PRI es hacer que ese oportunismo tenga un contenido program¨¢tico que limite los peores instintos de panistas y priistas, y que haga m¨¢s caro a Andr¨¦s Manuel la descalificaci¨®n de lo que ese frente opositor representa.
Que el PRIAN no se convierta en un espantap¨¢jaros ¨²til para la ma?anera depende de la fuerza que el PRD imponga en el programa y en el actuar de la alianza. Sin perredistas, la uni¨®n pol¨ªtica de los prianistas est¨¢ condenada a ser vista como una opci¨®n de derecha, como una opci¨®n retr¨®grada.
No la tiene f¨¢cil el PRD. En el PAN vimos esta semana un nuevo ejercicio de torpeza ¡ªy de candidez, justo es decirlo para destacar que desnud¨® en p¨²blico la declaraci¨®n patrimonial de sus bienes intelectuales (Monsi dixit)¡ª de su l¨ªder nacional Marko Cort¨¦s.
Mal heredero de hist¨®ricos l¨ªderes panistas que defend¨ªan la ley con la ley misma, Cort¨¦s pide estos d¨ªas que los padres de familia arranquen de los libros de texto las hojas que no les parezcan. El PAN m¨¢s cavernario festejar¨¢ a este hijo de una mala parte de otro siglo, pero no el M¨¦xico de 2023.
Ese PAN escuece no solo a ciudadanos que apuestan por privilegiar a las instituciones, justo en un contexto de arrebatos presidenciales, sino que tambi¨¦n remece a no pocos priistas que ten¨ªan, al menos en el discurso, el parang¨®n de aquellos cl¨¢sicos libros de texto que resistieron al oscurantismo.
Si la alianza opositora quiere llegar con posibilidades al 2024 ha de resolver m¨¢s pronto que tarde no solo a una o un candidato competitivo, sino sobre todo la plataforma que diga a M¨¦xico, de manera convincente, que vislumbran un futuro incluyente, plural, dialogante y, sin duda, progresista.
El PRD tiene la obligaci¨®n de ser baluarte de esa oferta, de ser un dique no solo frente a Palacio sino para los peores impulsos de sus aliados, incluyendo esa rama de la llamada sociedad civil que abraza, literalmente, a Sandra Cuevas la misma semana que ¨¦sta fraterniz¨® con la ultraderecha de EEUU.
O el PRD impone un ideario heredero de avances que bajo sus siglas se gestaron ¡ªen sus tiempos en el entonces Distrito Federal ¨¦ste se convirti¨® en territorio donde las mujeres son libres para decidir y cada quien se casa con quien quiera¡ª, o condena a la ciudadan¨ªa a regatear en 2024 con Morena.
En el PRD no caben Lilly T¨¦llez ni Sandra Cuevas. De persistir en sus posturas recientes, no caben en el perredismo, por ende tampoco en la alianza. ?Gesta eso una opci¨®n voxiana rumbo al 24? ?Marginarlas dividir¨ªa el voto opositor frente a AMLO? Hay riesgos, s¨ª, pero no tantos como claudicar ante expresiones propias de movimientos de ultraderecha.
El PRD es el factor que posibilita la alianza entre PAN y PRI no solo porque dificulta el manido discurso de que el PRIAN pretende retomar privilegios. Sino, sobre todo, porque tiene un pasado de lucha de reivindicaci¨®n democr¨¢tica que puede enriquecer a la oposici¨®n en detrimento de Morena.
Pero para que tal cosa suceda se requiere que el perredismo haga valer una agenda de izquierda democr¨¢tica que a Palacio se le atraganta, s¨ª, pero que tambi¨¦n obliga a una depuraci¨®n de expresiones al interior del Frente Amplio por M¨¦xico, que compromete a la oposici¨®n.
Es lo que le queda al PRD pero no es poco. Prestarle su bandera al PRI y al PAN en las elecciones venideras, a diferencia del momento coyuntural que supuso el 2021, significar¨ªa que el frente, adem¨¢s de una capacidad pragm¨¢tica, ofrezca una plataforma lo m¨¢s progresista posible.
Ello a condici¨®n de que en efecto el tercero en la mesa del frente opositor, el que ha sido minimizado, el que es visto como poco relevante, recuerde y haga valer que sin lo que fue el PRD, no habr¨ªamos tenido ni IFE ni INE ni alternancias.
En ese sentido la irrupci¨®n de X¨®chitl G¨¢lvez supone la mejor de las noticias para el PRD. Es la menos panista de las panistas, es antipriista sin resabios y es una vieja conocida del actual l¨ªder perredista: juntos, ella y Jes¨²s Zambrano, hicieron la campa?a de Hidalgo en donde retaron al viejo r¨¦gimen.
Esa campa?a por la gubernatura hidalguense en 2010 fue la primera en que el PAN y el PRD iban decididamente juntos. Tal experimento estuvo a punto de derrotar al PRI de Osorio Chong, que es decir al PRI de Pe?a Nieto, que es decir al peor PRI.
Trece a?os despu¨¦s, Zambrano ha de poner en la mesa condiciones para que, con X¨®chitl o sin ella, el PRI y el PAN ¡ªy el PRD habr¨¢ de honrar lo mismo excluyendo a Miguel ?ngel Mancera, por ejemplo¡ª acepten una agenda que margine a los retr¨®grados, a los antiderechos, a los antiizquierda.
Es el deber hist¨®rico para la que podr¨ªa ser la batalla definitiva del movimiento que a estas fechas de hace tres d¨¦cadas y media se preguntaba qu¨¦ rumbo tomar luego de que a C¨¢rdenas le hicieran trampa en las elecciones de 1988. Entonces resolvieron que el camino era la izquierda y las instituciones.
Bajo la sombra de aquella decisi¨®n, debida en buena medida al talante democr¨¢tico y juicioso del ingeniero C¨¢rdenas, hoy le toca al PRD definir el rumbo de la alianza, y en buena medida el de la elecci¨®n de 2024.
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